martes, enero 11, 2011

Una Democracia Cristiana unida para un “recambio” en la política chilena.Mariano Fernández Amunátegui, Junta Nacional del PDC

Han transcurrido casi ocho meses desde la última Junta Nacional del PDC el 29 de mayo de 2010, tenemos una nueva directiva nacional, encabezada por el senador Ignacio Walker y, en primer lugar, deseo felicitarlo a él por su triunfo y a los miembros de la directiva nacional, por la expectativa de que cumplan un gran papel dirigiendo a nuestro partido.
Hemos dejado atrás el año del Bicentenario que resultó ser bastante menos lucido de lo que hubiéramos esperado, incluso doloroso en varios sentidos: El terremoto del 27 de febrero y sus
víctimas, así como sus graves daños materiales en varias regiones de Chile; la epopeya de los mineros que fue tal, después de la desgracia del derrumbe en la mina San José; la trágica y cruel muerte sufrida por los reclusos de la cárcel de San Miguel; además de otros hechos poco felices acaecidos el 2010, incluida nuestra derrota electoral en la elección presidencial.


Llevamos casi un año de ejercicio del poder por el gobierno de la “nueva derecha”, que –en
definitiva- se comporta como un clásico gobierno de las derechas tradicionales de Chile, con
desconfianza en la gente, utilizando la descalificación como método y justificando en el pasado sus errores del presente. Eduardo Frei Montalva, en su Primer Mensaje al país en 1965, marcando una diferencia intelectual y moral con el actual gobierno, dijo que no repetiría “la costumbre de atacar los errores y las fallas de las administraciones anteriores… (es) mi ánimo mirar hacia adelante y no gastar tiempo en un debate estéril y odioso”.

El caso de la reconstrucción después del terremoto es muy claro. No se ha llevado a cabo la tarea de reconstrucción con la presteza necesaria y se elude la propia deficiencia y se ha llegado a decir que “han heredado” el sismo; en las reparticiones públicas se exonera a miles de funcionarios y se cancelan programas de protección social, se inicia –sin decir agua va- la venta de activos del Estado, por razones ideológicas y prácticas a favor de un mercado, con pocos controles, que aumenta el poder de pocos y deja a las instituciones del Estado cada vez en peores condiciones para proteger a los débiles, pobres y vulnerables. El proyecto educacional tiene todos los visos de ser un funeral para la educación pública. Nos empezamos a plagar de promesas incumplidas como el 7 por ciento de los jubilados, el fuero maternal, las ya mencionadas exoneraciones, el precio del gas en Magallanes, etc. Pero ya las encuestas empiezan a mostrar el sentir de los chilenos y su negativo juicio sobre la mediocre gestión gubernativa.

Mirando hacia adelante, que es lo que corresponde siempre en política, dado los desafíos
que enfrentamos como oposición, y también los desafíos institucionales de la renovación
de los gobiernos comunales y, más adelante -en tres años- las elecciones parlamentarias y
presidenciales, estimo que tenemos que pronunciarnos sobre algunos temas, con el objeto de que podamos endilgar con éxito y esperanza los próximos pasos del PDC y de la Concertación.

Ante todo, Unidad Partidaria

Considero, ante todo, que la unidad partidaria es fundamental. Este partido debe mostrarse
sólidamente unido en sus principios y también en sus políticas actuales, que se han reafirmado a lo largo del año, con algunos titubeos que deben desaparecer. Presidente y mesa directiva: Ustedes tienen una compleja, pero bella tarea que es conducir al PDC por los senderos teóricos y prácticos de la unidad de los demócratas cristianos. Desde luego, hoy, esto debe quedar plasmado en el voto político que aprobemos después de este debate.

En este voto debe reflejarse fielmente nuestra digna condición de partido de oposición; nuestra
irrenunciable vocación de partido nacional y popular, nuestro testimonio como la expresión
del humanismo cristiano, fundado en la solidaridad y en la lucha por una sociedad libre y justa;
nuestra participación activa como miembros de la Concertación de Partidos por la Democracia; y nuestro empeño en ofrecer a los chilenos alternativas en el futuro que enfaticen la lucha contra la desigualdad, a favor de la igualdad de oportunidades y de una democracia con mayores equilibrios que los actuales, puesto que en nuestro país, actualmente, tenemos una concentración del poder político, económico, social y comunicacional, nunca visto antes en períodos democráticos y eso no es bueno para nuestro futuro como sociedad.

La Política de Alianzas

Un segundo elemento de reflexión tiene que ver con el debate nacional sobre la “política de
alianzas”. En toda democracia esta es una discusión legítima. Sin embargo, no he visto que esté en el tapete de la discusión lo que me parece que es la pregunta fundamental: ¿Por qué hoy se discute la política de alianzas? He oído diversos argumentos, unos mejores que otros, pero no llegamos al fondo e incluso alguno de ustedes podría preguntarse ¿qué ha cambiado tanto que es necesario un debate sobre el asunto? Perdió la Concertación y la derecha está en el poder.

Pero si entramos en el detalle y recordamos que en política el factor representatividad tiene que ver con los votos que respaldan a cada partido o movimiento, llegaremos a una conclusión simple, pero severa para el PDC: En una medida importante, se ha abierto la puerta para la discusión sobre las alianzas por la debilidad en que ha caído nuestro partido, reducido del 30 al 15 por ciento de los votos en los últimos 20 años y, si damos crédito a alguna encuesta actual, más bien en el 10 por ciento. Esa es una razón fondo del porqué estamos en este movido diálogo. Y eso que nuestra pérdida de respaldo algo se disimula por las bancadas parlamentarias, pero se nota más en los gobiernos municipales y nuestras pérdidas de alcaldes en la última elección.

Si el PDC estuviera sobre el 20 por ciento de la votación no habría ninguna discusión para
introducir cambios o renovaciones en las alianzas. No tenemos cambios sustantivos en la intuición programática de los partidos de oposición. Pero en estos 20 años el partido que ha tenido la mayor pérdida de apoyo electoral es el PDC. Más aún, tengo la impresión que desde algún partido como Renovación Nacional la idea no es aliarse con el PDC, sino señalarle a las periferias de electores que votaron PDC y que ya no lo hacen o se quedaron en la casa, que ellos pueden ser bien acogidos en una casa política que buscaría aproximar su imagen a los valores y prácticas del humanismo cristiano; algo de eso hay también lo que se llama hoy “el progresismo”, porque saben que existe un voto DC desilusionado, pero antiderechista por doctrina y por experiencia práctica. También ellos, más bien, desean captar ese voto flotante, históricamente cercano a la DC, por el sentido común de su implantación política y por las garantías de ejercicio irreprochable de la democracia desde el gobierno o fuera de él.

Pero deseo dar mi opinión en este punto. No estoy de acuerdo en que nuestro tema sea
movernos para recuperar la votación que se nos fue a la derecha. Nuestros electores han partido hacia diferentes destinos. Nuestra lucha es recuperar centralidad en la política chilena y evitar nuestro proceso de marcha hacia la periferia. Esa centralidad se recupera desarrollando a plena fuerza nuestra vocación nacional y popular y no pensando en corrernos más hacia la derecha en un burdo esquema de política de izquierda a derecha que siempre nos perjudicará, puesto que siendo pluriclasistas y pluriculturales somos más progresistas en algunos asuntos y más conservadores en otros, pero nuestra vocación, nuestra razón de ser es el servicio a las clases desposeídas, a los vulnerables, a los más débiles, a las clases medias que desean progresar mediante el trabajo decente, la educación, la salud y la vivienda. En esto no nos equivoquemos o nuestra declinación puede continuar.

¿Cuáles son las lecciones de esta situación?

Abandono de las bases sociales

El diagnóstico es duro para nosotros, pero más vale vivir la realidad cruda y desnuda que una
fantasía auspiciosa, por definición efímera y carente de contenidos.

Si se miran las causas de estas pérdidas, ellas no sólo son la expresión de un electorado
desencantado, son de manera muy importante la consecuencia del abandono DC de sus fuentes principales de sustento político democrático; me refiero -naturalmente- a las organizaciones vecinales, poblacionales, a los colegios profesionales, a los sindicatos, a las federaciones estudiantiles, a las asociaciones gremiales, en fin, estoy hablando de la comunidad organizada que por 50 años ha proporcionado sustento, respaldo y apoyo a aquellos que invocamos la filosofía cristiana, el amor al prójimo, la solidaridad, la vocación por los más débiles, como leit motiv de nuestra acción política.

Más aún, me consta que los dirigentes sociales que son miembros del PDC tampoco son
valorados, apreciados, reconocidos o celebrados. Esto debe cambiar, camaradas. Fue nuestro
principal orgullo cuando en los 60 la principal dirigente de pobladores de Chile era la diputada
Sarita Gajardo, PDC y teníamos todas las federaciones universitarias dirigidas por estudiantes
DC, teníamos las federaciones secundarias en los 70; o durante la dictadura, los movimientos
juveniles y estudiantiles, con Yunge, Palma, Jocelyn Holt, Micco, Pickering, Lubjetic, los colegios profesionales, con Juan Luis González, Eduardo Arriagada, Víctor Gubbins y otros y el movimiento sindical, liderado esa figura legendaria que fue Manuel Bustos, también con Rodolfo Seguel, al igual que María Rozas, Miguel Vega, Diego Olivares y otros, cuyos nombres eran voceados en las calles, pues la censura comunicacional los ignoraba, pero no así el pueblo.

Hemos perdido las presidencias de todos los colegios profesionales y me han informado que ya no hay ningún joven demócrata cristiano que presida alguna federación universitaria. No nos
extrañemos de nuestra baja electoral si hemos abandonado de manera conspicua nuestra anterior e indisoluble vinculación con los movimientos sociales, gremiales, estudiantiles, profesionales, sindicales, vecinales, desde donde surgieron nuestras y nuestros líderes, parlamentari@s, ministr@s, importantes servidor@s públicos y altos funcionarios, así como emprendedores e intelectuales y artistas.

Tenemos líderes DC en las uniones comunales, en juntas de vecinos, centros de madres, clubes deportivos, asociaciones gremiales, pero reconozcamos que no se les identifica como íconos de algunos de nuestros principios fundamentales que son la organización y representación de la comunidad a la que, además, deseamos servir.

Como confirmación de lo anterior, digamos que hoy en el país existen casi 40 mil dirigentes
sindicales de los cuales más de 1200 son demócratas cristianos, pero poco valorados o
reconocidos por nosotros mismos. Son militantes del PDC los presidentes de las federaciones
nacionales de trabajadores del Cobre (Jorge Matute), del Comercio (José Luis Ortega), de
empresas sanitarias (Hugo Maturana), de taxistas (René Gutiérrez) de la Confederación Nacional Campesina (Segundo Stailen) y así muchos otros dirigentes como Nolberto Díaz, Jeanette Soto, Jorge Consales, Guillermo Lemaitre, Gabriela Flores, Julio Jalil, etc. Sin embargo, con una mano en el corazón, sabemos que ellos no reciben todo el respaldo, el reconocimiento y apoyo que deberíamos proporcionarles.

PDC del 2011: A recuperar la base

Por lo tanto, tenemos una conclusión a la vista y una línea de acción a la mano: Dediquemos el
2011 a luchar por reinsertar al PDC en las organizaciones sociales en que hemos desaparecido y respaldemos a nuestros actuales y futuros dirigentes en aquellas en que estamos presentes, celebremos sus avances y triunfos, eso estimulará el espíritu fraterno y el orgullo de representar a nuestra querida flecha roja en todos los ámbitos de la vida social chilena.

Como somos un partido político y una de nuestras tareas es el proselitismo, propongámonos
participar activamente y ojalá ganar la dirección de colegios profesionales, federaciones
estudiantiles, sindicatos, junta de vecinos, gremios, etc. Presidente, camaradas de la mesa
directiva nacional, en esto tenemos una tarea común que ustedes deben dirigir y que contarán
con cada uno de nosotros para apoyarlos. Estas luchas nos devolverán la mística y el espíritu de cuerpo que tanta falta nos hace. Terminemos con la cultura de los últimos años en que se desea obtener un cargo interno, por cualquier medio, en un partido cada vez más pequeño y se nos olvida el hermoso país en que vivimos y todo lo que podemos hacer por mejorarlo, participando en sus instancias, sociales, culturales, gremiales y corporativas, llevando a ellas nuestro mensaje solidario por un Chile mejor, más democrático, con mayor riqueza para distribuirla con mayor justicia y con mayores oportunidades para cada chileno.

Y, en ese sentido, concentrémonos en las tareas de recuperar inserción social el 2011 y dejemos las candidaturas y precandidaturas presidenciales para cuando corresponda. Veo con inquietud que camaradas son llevados a los medios de comunciación a una discusión extemporánea, cuyo objetivo central es distraernos de lo principal hoy y, adicionalmente, crear tensiones entre nuestros líderes. Espero que en el futuro tengamos una Presidenta o un Presidente DC, pero no es el tema de hoy ni de este año.

Ideas Programáticas y la Obra de la Concertación

No obstante lo señalado previamente, nuestro activismo en las organizaciones debe ir
acompañado de ideas y programas concretos. ¿Con qué fundamentos y con qué base deberíamos realizar nuestro programa?

Tenemos elementos a mano, pero nos referimos poco o nada a ellos. Gobernamos en
Concertación 20 años, período en el que cambiamos la faz de Chile como nunca en su historia.
Los logros tangibles para cada chileno en materia de desarrollo, ingreso, salud, educación,
vivienda, infraestructura, trabajo, seguridad y protección social, dejaron una estela imborrable
en la historia de nuestro país. Los 20 años de Concertación proveyeron la mayor estabilidad
política, económica, social y cultural, que recuerde Chile en su travesía bicentenaria desde la
Independencia a nuestros días.

Este récord no lo cito simplemente como un ejercicio de autocomplacencia, sino como una base fundamental para avanzar a nuevas metas para Chile y los chilenos. Muchas cosas que no se hicieron durante los gobiernos de la Concertación estuvieron vinculadas a la oposición irreductible de la derecha, sobre todo en asuntos de democratización, como las reformas constitucionales y el régimen electoral. Pero también se debe reconocer que algunas medidas no se tomaron para no poner en riesgo la “estabilidad”, es decir, no tomar iniciativas que pudieran atentar contra ella o generar un ambiente político o social que pudiera conducirnos a momentos de inestabilidad. Es más que conocida nuestra frase símbolo de este modelo: “En la medida de lo posible”.

Llegó la derecha al poder y, como otra cosa es con guitarra, los nuevos gobernantes
instantáneamente se dieron cuenta de que había cosas que debían abordar desde perspectivas exactamente contrarias a su rígida posición de los últimos 20 años: Casos emblemáticos, la decisión de detener la planta termoeléctrica de Barrancones, en materia ambiental; y el cambio en el procesamiento de los mapuches en huelga de hambre, en asuntos relativos a los pueblos originarios. Si estas decisiones las hubiera tomado un gobierno de la Concertación estaríamos con ambos temas en la Corte Suprema, editorializados decenas de veces, y con protestas furibundas contra la libertad de emprender y de hacer justicia por parte de gremios empresariales, parlamentarios de RN y la UDI y abogados y juristas de importantes oficinas y universidades.

La lección positiva de estos hechos es que hoy podemos abordar desprejuiciadamente temas
por años tabúes para la derecha y muy sentidos para nosotros y para el futuro de Chile. Es así
que no deberíamos tener obstáculos mayores o prejuicios para encarar las necesarias reformas constitucionales y de esta manera modificar el sistema electoral binominal, el voto de los chilenos en el exterior y otras instituciones que nos permitan avanzar hacia una nueva Constitución más democrática y representativa del Chile actual. Pero también podemos entrar a una acción más decidida a favor de la igualdad de oportunidades y en contra de la desigualdad que a medida que el país crece se torna cada vez más injusta. Esto debe expresarse en cuestiones fundamentales como son la salud, la educación pública, la vivienda, el trabajo decente, la energía, el medio ambiente y la cultura.

Tenemos, además, una asignatura pendiente en materia de regionalización, desconcentración
y descentralización. Las condiciones de desarrollo de Chile permiten hoy discutir sin tapujos la
gigantesca concentración de poder existente, intentar revertirla y proporcionar al conjunto del
territorio nacional un desarrollo armónico en materia demográfica, económica, social, ambiental y cultural. No podemos seguir con esta concentración en un par de barrios de Santiago, pues hasta distintas comunas de la Región Metropolitana se sienten tan alejadas y descuidadas como muchas regiones. Debemos impulsar medidas drásticas a favor de las regiones y de la regionalización del país.

Más aún tenemos nuestras propuestas acordadas en el V Congreso del PDC. Pienso que este año debemos ir a un Congreso Programático que priorice sus contenidos y establezca metodologías destinadas a su implementación, ahora como partido opositor, considerando temas que deberían estar a la cabeza de nuestra lucha para las elecciones municipales de 2012.

La campaña presidencial de la derecha tuvo un potente slogan en el sentido que después de
20 años debía venir un “cambio”. La estabilidad que alcanzó Chile bajo los gobiernos de la
Concertación y la garantía que nuestras fuerzas políticas significan para ello, nos permite decir
que a partir de ahora, a la vista de la mediocre gestión gubernativa, y en la perspectiva de las
elecciones municipales, las parlamentarias y las presidenciales, lucharemos por un “recambio””
que nos conduzca a un país armónico, con garantías de futuro para todos los chilenos y no
como en la actualidad, en que este gobierno nos pretende devolver a una odiosa sociedad
de confrontación de clases, con privilegios obscenos para un sector y mediocridad y falta de
perspectivas para la mayoría.

Desearía finalizar mis palabras citando a Radomiro Tomic, cuyo deceso ocurrido hace 19 años
conmemoró el Frente de Trabajadores el miércoles pasado. Deseo adherirme a él y sus palabras celebrando los 50 años de la Falange en un acto de 1985 y, en ese sentido, espero que finalicemos esta Junta Nacional “con la misma confianza en el porvenir que animaba los discursos (de la Falange) pronunciados hace ya 50 años”