¿Le damos plata a los ricos? Un análisis de la propuesta de gratuidad en la educación.Carlos Anriquez .
Estimados
camaradas: una de las propuestas que ha circulado durante las movilizaciones
estudiantiles de 2011, es la de dar gratuida universal, en particular en la
educación superior. Esta propuesta que ha prendido fuertemente entre
estudiantes, políticos y otros personeros, es indudablemente atractiva, sin
embargo, como en las lineas siguientes lo demuestro, es una linea programática
que se opone a las raices mismas de nuestro partido, desde que consiste en
realidad en desviar los subsidios del presupuesto nacional para financiar necesidades
de la clase media y los que tienen más, quitándoselos a los más pobres, a los
que no tienen nada. No quiero que se entiendan mis afirmaciones como
consideraciones dogmáticas sino más bien como la presentación de mis
conclusiones sobre el tema en cuestión y ojalá la apertura de una diálogo,
ojalá fundamentado, sobre el tema.
La
propuesta de otorgar gratuidad a todos los estudiantes universitarios se basa
en dos argumentos: acceso universal e integración de estudiantes de distintos
orígenes en los establecimientos de educación superior. Hay quienes lo amplían
a la educación prebásica, básica y media.
Esta
propuesta presenta tantas debilidades que resulta insostenible desde el punto
de vista de la justicia, de la integración social y de la equidad. Podemos
decir, sin temor a equivocarnos, que es .una medida esencialmente reaccionaria.
Como sabemos una doctrina reaccionaria es aquella que propone que la sociedad
vuelva al pasado implantando sistemas y regímenes que funcionaron en el pasado
pero que ya no tienen vigencia.
En
primer lugar, tal como Carlos Peña concluye en una de sus columnas, subsidiar a
los pobres y no hacerlo con los ricos, hace que la brecha entre ambos disminuya
más que si les da a ambos por igual. Luego, es mejor dar más a los que no
tienen, que dar lo mismo a los que tienen y a los que no tienen.
En
segundo lugar, al considerar la variable tributaria hay que preguntarse si lo
anterior se modifica si se financiara la educación gratuita para todos gravando
con mayores impuestos a los más ricos. El problema es que con prescindencia del
origen de los recursos, si subsidiamos a los que tienen y no tienen por igual
se mantiene la diferencia entre ambos, mientras que si solo se les da a los que
no tienen y no se subsidia a los más ricos, se reduce la desigualdad más que en
la opción anterior. En otras palabras, aunque los más ricos pagaran más
impuestos (y parece razonable que lo hagan) no sería justo darles también a
ellos educación gratuita.
En
tercer lugar, está la idea de la integración. Suponer que la gratuidad
universal llevará a las mismas universidades a pobres y ricos es absurdo. Lo
que pasará es lo mismo que ocurre hoy: que los alumnos de los establecimientos
más caros, más selectivos y más dotados, alcanzarán los puntajes necesarios
para ingresar a las mejores universidades, mientras que los que hayan egresado
de establecimientos con menor capital cultural, menores recursos, etc., irán a
las universidades o institutos de menor calidad académica, que no hacen
investigación, que tienen una dotación académica “part-time”, o sea a las
peores instituciones de educación superior. De modo que también si la educación
fuese gratis y pública, los más ricos asistirían a las instituciones más
prestigiosas y los más pobres en las menos selectivas. En resumen, “más de lo
mismo, pero gratis”.
La
gratuidad, en resumen, con o sin reforma tributaria, a lo menos mantiene la
brecha entre pobres y ricos – es inequitativa – y mantiene la discriminación
según ingresos, canalizando a los alumnos de mayores recursos hacia las mejores
y a los de menos recursos hacia las peores instituciones de educación
superior..
La
solución del problema de acceso equitativo a la universidad a por lo tanto no
parece estar en la gratuidad. ¿Hay otras opciones para resolver el problema?
Evidentemente que si. En primer lugar, un programa de discriminación positiva,
que puede funcionar agregando puntaje según el nivel socioeconómico en que esté
clasificado el establecimiento del cual procede el alumno, lo que los dejaría
en posición competitiva a los mejores estudiantes que provengan de dichos establecimientos.
Una segunda opción es la aplicación se un sistema de cuotas, de modo que
obligatoriamente las universidades más selectivas, deberían incorporar ciertas
cuotas de alumnos provenientes de tales establecimientos. Una tercera opción,
es la de financiamiento público directo a grupos de más alto rendimiento
escolar en los establecimientos en riesgo y “licitar” entre las universidades
de mayor selectividad, la educación de esos estudiantes.-
Estas
medidas, que tienen por supuesto ventajas y desventajas, son soluciones
diversas pero realistas a los problemas de la equidad, la accesibilidad y la
integración que harían que las instituciones más selectivas matricularan a
estudiantes de sectores históricamente excluidos, ampliando la formación de
élites y rompiendo el círculo vicioso de la educación hereditaria que hoy
impera en nuestro país.
Se
ha usado en defensa de la gratuidad, el modelo histórico, es decir el Chile de hace 30 o 40 o 50 años atrás. Al
señalar esa etapa de educación gratuita,
se olvida que los estudiantes de educación superior eran el 2,5 % de la
población, todos de los estratos de ingresos más altos de la sociedad. Mientras
tanto, los más pobres tenían 5 ó 6 años de educación básica y la deserción
antes de 4° Básico superaba el 50%. La población que llegaba a la Universidad
era financiado por un presupuesto nacional alimentado por ingresos tributarios
indirectos que son por definición regresivos, En efecto, un 60%, de los
ingresos tributarios provenían de impuestos indirectos, mientras los impuestos
directos aportaban un 24% de los ingresos, pero con tasas de elusión y evasión
tan altas que tambien los transformaban en cargas regresivas para los
contribuyentes. Ahora bien, siendo los pobres los que contribuían en mayor
proporción al financiamiento, eran simplemente excluidos de los estudios
superiores. Solo un 2% de los estudiantes provenían de familias pobres: un 0,4%
pobres rurales y el 1,6% restante, pobres urbanos.
Pero
esto tenía una segunda lectura más grave todavía: Chile era un país en el que
la clase media era subsidiada además de la educación, en la vivienda, la salud,
y la previsión social. El argumento entonces es pésimo, porque habla de una
sociedad brutalmente desigual y llena de miseria y donde además, los más pobres
contribuían, pagando impuestos indirectos el bienestar de las clases media y
alta. Hay que mirar someramente el financiamiento fiscal hoy día para darse
cuenta que aunque no estamos ante la misma situación de los 60 y 70, los impuestos
indirectos, principalmente el IVA, constituyen en 50% de los ingresos
tributarios. O sea, sigue siendo un sistema tributario regresivo y eso
continuará haciendo que los pobres financien a los más pudientes.
Algunos
dicen no entender dónde está el hecho de que los más pobres financian a los más
ricos. Eso es lo que vamos a aclarar ahora. . Uno de los fundamentos que
sustentan esta propuesta
Uno
de los fundamentos que se atribuye a esta medida es que “el rico”, (El quinto
quintil o, mejor aun, el décimo decil) por sus niveles de gasto – y por lo
tanto su supuesta mayor tributación – contribuyen mucho más a los ingresos
fiscales. Además son pocos, unas 10.000 a 15.000 personas, de modo que el mayor
gasto por gratuidad sería escaso y estaría financiado por los impuestos que
ellos pagan. Pero se da el caso que estos ni son “las 5 familias”, como afirman
los defensores de la gratuidad: son las familias del 4° y el 5°
quintiles de ingresos del país. De modo que el volumen de recursos
asignados a subsidiar a las familias de mayores ingresos sería
significativamente alto. Aun cuando estemos de acuerdo en que se apliquen aranceles
diferenciados o un subsidio menor al cuarto quintil, el hecho crudo es que si
se subsidia a todos por igual, caeremos en una inaceptable trampa de inequidad.
Por
otra parte, se argumernta a favor de la gratuidad que la educación es un bien
público.Siendo así, sería similar a la seguridad ciudadana por ejemplo, por lo
que debería distribuirse gratuitamente entre todos los ciudadanos por igual.
Pero hay que aclarar que, siendo un bien público, la educación no es igual a la
seguridad ciudadana. Es más parecido a los programas sociales que existen
porque el bien que distribuyen es un bien público que se concentra en un tipo
específico de personas, particularmente, salud, vivienda y previsión social.
Mientras
la seguridad ciudadana es universal y no discrimina en sus prestaciones, los
mencionados son programas focalizados en grupos que tienen características
definidas y similares, Y se da, además el caso que todos exigen copago a los
beneficiarios. ¿Qué hace tan distinta a la educación que tenga que ser
gratuita, mientras otros programas, salud por ejemplo que es un bien más
valorado que educación, es un programa no gratuito?
Hay
una cuestión doctrinaria no menor que debemos considerar: en la asignación
alternativa de recursos no hay que olvidar que en Chile queda un 15% de pobres,
que requieren educación básica y media de calidad. Asignar recursos a cupos
gratuitos para estudiantes de familias que pueden pagar, significa restarlos de
la educación básica y media que necesitan los más pobres, una forma indirecta
de subsidiar a los que tienen más con recursos de los que tienen menos.
Financiar la totalidad de los estudios superiores a todas las familias es desde
este punto de vista, una medida regresiva.
Optar
por asignar recursos a la educación básica y media para los pobres, de buena
calidad y gratuita dentro del presupuesto de educación, resuelve una injusticia
que nos avergüenza como chilenos.
Entendiendo
que hay que canalizar algunos subsidios a la clase media, es necesario recordar
que los más pobres carecen de
organización, no tienen redes de apoyo, no hacen desfiles con pancartas
ni pueden hablar con las autoridades. Carecen también de salud decente, de seguridad
social y viven en sectores sin apropiados servicios comunitarios. La pregunta
es ¿A quién queremos favorecer en esta sociedad donde los pobres son cada día
más pobres: a los que tienen más o a los más pobres? ¿Cuál es el camino para
forjar una sociedad comunitaria: subdiar a los ricos o subsidiar a los pobres?
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