Del "macetero" a la "alcancía" por Francisco Vidal.
EL
MERCURIO.
Hace
cincuenta años gobernaba en Chile la derecha. El Presidente Jorge Alessandri,
en 1958, había superado por un estrecho margen de votos a Salvador Allende y
tenía una considerable fuerza parlamentaria sustentada en los partidos
Conservador y Liberal. América Latina se remecía por el triunfo de la
revolución cubana y había consenso en la necesidad -en Chile- de hacer reformas
estructurales con el objeto de consolidar y expandir el entonces modelo de
sustitución de importaciones, ampliando el mercado interno para su
reproducción.
Por
otra parte, los Estados Unidos con Kennedy a la cabeza y ante el impacto de la
revolución cubana en la región, propiciaba reformas estructurales en la
sociedad y economía latinoamericana para contrarrestar el impacto de dicha
revolución y sostener las democracias existentes. La principal reforma
estructural que demandaba la sociedad y economía chilena era la agraria, no
sólo en la lógica de aumentar la productividad y dignificar al campesino, sino
además incorporar a este sector al modelo económico vigente. La derecha fue
incapaz de enfrentar el desafío. Mandó un proyecto transformado en ley de
reforma agraria absolutamente insuficiente, que no respondió al cambio
estructural que la sociedad demandaba. Tanto es así que en la historia de Chile
este proyecto y esta ley quedó con la denominación de "la reforma del
macetero", haciendo alusión a la insignificancia de la transformación
propuesta.
Cincuenta
años después la derecha está nuevamente en La Moneda, y ante las nuevas
demandas de la sociedad chilena, que se expresan masivamente tanto en la calle
como en las encuestas, reivindicando un país con más igualdad y menos abusos,
la derecha vuelve a "no dar el ancho". Los contenidos de la reforma
tributaria de este Gobierno, que hemos conocido a través de entrevistas y
declaraciones tanto del Presidente de la República como del ministro de
Hacienda, expresan esta nueva frustración. La sociedad demanda más y mejor
educación. Para eso se requiere un aumento del gasto de gran envergadura. La
propuesta que conocemos no responde a esa necesidad.
Lo
que sabemos es que esta reforma pretende recaudar entre US$ 700 millones y US$
900 millones por una parte, y rebajar los impuestos a las personas en los
tramos superiores. Las necesidades en educación -completamente detectadas y
diagnosticadas- alcanzan a alrededor de US$ 7 mil millones, es decir la
propuesta del Gobierno cubre entre el 10 y el 15% de la necesidad. Se requiere
cobertura completa para la educación preescolar, lo que significa US$ 1.250
millones; duplicar la subvención escolar general requiere de US$ 4.100 millones
y darles gratuidad en la educación superior a los estudiantes provenientes de
colegios subvencionados, tanto municipales como particulares, requiere US$ 2
mil millones. Queda clara la insuficiencia. En materia de impuestos a las
personas se llega al absurdo que la propuesta del Ejecutivo implica aumentarles
los ingresos al 10% más rico de la población, considerando que en el año
tributario 2011 el 88,5% de los contribuyentes quedaron exentos de pagos de
impuestos por tener ingresos iguales o inferiores a $520 mil mensuales. El
Gobierno, con esta medida, en vez de cerrar, aumenta la brecha de la
desigualdad.
Por
otra parte, el debate ideológico y político en esta materia está lleno de
confusiones e ideologismos. Libertad y Desarrollo, "el brazo armado
intelectual" de la derecha y la UDI, sostiene que todo aumento de impuesto
afecta el crecimiento, el empleo y la inversión. En esta materia se les olvida
que el Presidente Aylwin realizó una profunda reforma tributaria, cuyo
resultado fue el aumento del crecimiento, del empleo y la inversión, y además
una reducción significativa de los niveles de pobreza. Asimismo, los gremios
empresariales reiteran el discurso y los contenidos de Libertad y Desarrollo,
pero no son capaces de responder por qué los grandes empresarios en Chile no
están dispuestos a pagar acá -en materia tributaria- lo que hacen en otros
países, como Argentina, Perú y Brasil, donde el impuesto a las empresas es de
un 35%, de un 30% y de un 34%, respectivamente.
En
definitiva, la historia y el presente nos enseñan que la derecha es incapaz de
enfrentar los desafíos que la sociedad demanda, tanto hace 50 años como hoy.
Finalmente, si la reforma tributaria prospera, quedará en la historia de Chile
como la "reforma de la alcancía", replicando la antigua "reforma
del macetero".
LA
HISTORIA Y EL PRESENTE NOS ENSEÑAN QUE LA DERECHA ES INCAPAZ DE ENFRENTAR LOS
DESAFÍOS QUE LA SOCIEDAD DEMANDA, TANTO HACE 50 AÑOS COMO HOY.
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