Los consertacionistas son como los rabinitos. Rafael Gumucio R.
La Concertación no es ahora ni la sombra de la combinación triunfante del pasado: si antes tuvo ideales, hoy está en plena decadencia; si antes representó más del 50% en las elecciones, hoy tiene menos del 25% en las encuestas – si lo dividiéramos entre los cuatro partidos, ninguno de ellos podría aspirar a más del 7% -; qué lejos está la Democracia Cristiana, por ejemplo, del 40% del 1965 o de más del 20% en las elecciones anteriores, salvo las dos últimas – la municipal y la parlamentaria, que anduvo cerca del 15%, retrotrayéndose a la votación de 1961 -; si antes la Concertación era joven y ágil, hoy es vieja, retrógrada, roñosa y egoísta y sólo le interesa el patrimonio, los billetes azules guardar la carne en la caja de fondos. Habría que ser masoquista para querer inscribirse para participar en sus primarias truchas.
La última experiencia de primarias en la Concertación no fue muy gloriosa: de principio a fin, un fraude y para más remate, muy mal planificadas, en primer lugar, los socialistas y el PPD, porfiadamente, querían proclamar a Eduardo Frei como su candidato, por consiguiente, no podían aceptar que otro dirigente del conglomerado pudiera competir; así ocurrió con la postulación de Marco Enriquez Ominami de Alejandro Navarro y la de Jorge Arrate; fue tan ridículo y falto de seriedad, de responsabilidad y de respeto hacia el pueblo que decidieron unas primarias regionales, la primera en la regiones VI y VII, en que si uno de los candidatos obtenía más del 60% sería proclamado inmediatamente como el candidato a la presidencia, de no producirse esta situación, continuaba en la II, un caramelo para José Antonio Gómez.
Además de este pastel, se prohibió a la Prensa informar sobre el desarrollo de la votación. Lamentablemente, el día del escrutinio se inmiscuyeron las desagradables cámaras para dejar patentado en la historia las amorosas, pías y fragantes palabras de amilo Escalona, dirigidas a su compañero de coalición José Antonio Gómez.
Los niños de la concertación son como los rabanitos colorados cuando el pueblo los escupió por cobardes y nuevos ricos y hoy no pueden jugar a las sillas musicales y muy amarillos cuando están en el poder
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