miércoles, abril 14, 2010

La empresa del Presidente . Eugenio Tironi

Al Presidente Sebastián Piñera no le basta con sacar adelante el primer gobierno de la Alianza después de 20 años de la Concertación. Su ambición va mucho más allá: instaurar, contra viento y marea, los principios de la gestión empresarial en el manejo del Estado. Si Lagos quería ser recordado como quien reinstauró la autoridad republicana, o Bachelet como quien estableció la red de protección social, él quiere ser recordado como quien “empresarializó” al Estado. Nada menos.
Tal propósito obliga a quebrar con la Concertación, pero también con la derecha política, con los “Chicago Boys” y sus herederos, y con la clase empresarial tradicional. Respecto de la primera es claro: pese a las presiones, el Presidente Piñera no colocó en el gabinete a prominentes líderes de la Alianza que querían formar parte del mismo, ni a los operadores de los partidos en los puestos menores, aun si ello le ha significado tomar más tiempo. Lo que ha buscado es colocar en las posiciones clave a una nueva generación, que ha seleccionado con pinzas: los “Piñera Boys”.........En lo que respecta a los “Chicago Boys”, los contrastes son palpables. A diferencia de éstos, los “Piñera Boys” no dependen de los militares ni están obligados a negociar con nadie. Su tarea no es equilibrar el gasto, contraer el Estado y abrir oportunidades a la empresa privada, sino lo inverso: hacer que la lógica y disciplina de la empresa, que ha demostrado resultados espectaculares en materia de gestión y productividad, infiltren un aparato del Estado que no pretenden reducir ni menos desmantelar. Precisamente por esto los “Piñera Boys” no vienen de la academia, como los Chicago, sino directamente de la empresa, sea como gestores, ejecutivos o consultores. Esto los hace más pragmáticos y menos doctrinarios que los “Chicago Boys”. Así lo han confirmado en las primeras semanas de gobierno, planteando alzar los impuestos a las empresas. Esta materia se ha transformado en una batalla emblemática para los discípulos de Milton Friedman, pues sienten con razón que si es rebasada esa “Línea Maginot”, este gobierno definitivamente ya no es ni será el suyo.
Los “Piñera Boys” provienen mayoritariamente de empresas que han surgido o prosperado en los últimos 20 años, o sea, en democracia y bajo los gobiernos de la Concertación. Lo consiguieron a partir de la inteligencia, la buena gestión y, más de una vez, de la astucia de gestores que no tenían ni patrimonio ni credenciales empresariales. Su comportamiento no se ajustaba al así llamado “estilo empresarial chileno” y, por eso mismo, muchas veces despertaron las suspicacias de la clase empresarial tradicional. Pero ésta, finalmente, ha tenido que rendirse ante el éxito de estos nuevos empresarios y ejecutivos, que ya no son sólo protagonistas a carta cabal en el campo empresarial, sino que acaban de tomar el control de La Moneda.
Si el propósito del nuevo gobierno es “empresarializar” el Estado, los vínculos de los nuevos ministros y autoridades con el mundo privado son indispensables. Es más: por esto precisamente fueron elegidos, pues es garantía de que podrán transferir la gestión empresarial al Estado. La cuestión de los “conflictos de interés”, por ende, no sería un problema: es la condición misma del éxito del nuevo gobierno; y si consigue los resultados que espera, todo el ruido al respecto quedará como hojarasca.
Ésta es la empresa en que está comprometido ahora el Presidente Piñera. Es portentosamente audaz, y se le podrá criticar por ello; pero nadie osará decir que no está siendo fiel a sí mismo y a lo que prometió.
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