lunes, abril 12, 2010

El estándar Piñera . Carlos Peña

¿Cuál es el estándar que han de cumplir quienes conducen al Estado? A juzgar por algunas designaciones y su propio comportamiento, Sebastián Piñera piensa que debe ser el mero cumplimiento de la ley. Si usted cumple la ley —si no hace lo que la ley prohíbe y hace lo que ella manda— entonces está en condiciones de tomar parte de la administración del Estado.
Así Iván Andrusco, quien fue miembro de la Dicomcar, un organismo que degolló a tres personas por motivos políticos, es nombrado Director Nacional de Gendarmería ¿Está a la altura del cargo? Sí, opina el Gobierno. Como él no fue condenado por delito alguno cumple el estándar.....El propio Piñera, dueño de Chilevisión, nombra a los reguladores del mercado televisivo y, sin sonrojarse, designa al Presidente del directorio de la competencia ¿Hay algo malo en todo eso? No, dice el Gobierno. La ley no lo prohíbe.
En fin, hay altos funcionarios que, apenas un día antes de asumir, formaban parte de las empresas que ahora deben regular ¿Suena incorrecto? Sólo en apariencia dice Piñera: la ley no lo impide.
No cabe duda.
El Presidente ha inaugurado un nuevo estándar de comportamiento público.
Podemos llamarlo el estándar Piñera.
Si alguien creyó que para ser un buen funcionario o un buen político era imprescindible contar con condiciones objetivas de imparcialidad y un desempeño previo consistente con los deberes del cargo, eso ya no es más así. La vara bajó y está cercana al suelo: ahora basta no haber sido condenado penalmente ¿Acaso para ser designado Director de Gendarmería no se requeriría mostrar una vida pública acorde con los bienes que se deberán custodiar? El Ministro de Justicia piensa que no:
“Iván Andrusco —dijo enfático— nunca ha sido procesado en causas de derechos humanos, no tiene ninguna causa pendiente de este tipo y de ningún otro. El propio Presidente Lagos —agregó— lo ascendió a general” (esto último en vez de apoyar a Piñera, demuestra que Lagos también actuó incorrectamente).
El mismo criterio fue reiterado por la Ministra Von Baer y erigido en doctrina:
“Si (alguien) tiene algún antecedente serio (en contra de Andrusco), nosotros le pedimos que se dirija a tribunales”.
Más claro imposible: conforme al estándar Piñera, los tribunales son el rasero supremo de la virtud ciudadana.
¿Es malo que el Presidente sea dueño de un canal de televisión, nombre a los reguladores y designe al manager de la competencia? No. La ley no lo prohíbe y ningún tribunal lo ha sentenciado ¿Es razonable que un ex funcionario de un organismo represivo sea nombrado por el presidente a cargo del sistema penitenciario? ¿Por qué no? Ningún tribunal ha dicho otra cosa ¿Es correcto renunciar hoy a una empresa regulada y principiar a regularla mañana? Sí. La ley no lo prohíbe en parte alguna.
Es el estándar Piñera.
El problema es que ese estándar pone al nivel del suelo las exigencias de la vida pública y el escrutinio al que ella debe estar expuesta. La imparcialidad objetiva, una conducta acorde con los
deberes del cargo al que se accede y todo lo que, desde antiguo, se llama la virtud civil, para el estándar Piñera importan poco o nada.
Para él basta no haber sido condenado: ¡la falta de condena judicial como prueba suficiente de virtud!
Conforme al estándar Piñera las prácticas que son habituales en la democracia —hurgar en el pasado de un candidato, interrogarlo acerca de sus convicciones morales o religiosas, exigirle que cumpla sus promesas o verificar que haya tenido un desempeño acorde con los bienes que deberá cuidar y promover— carecen de toda justificación. Si, como Piñera cree, la virtud se acredita con el mero cumplimiento de la ley, entonces el escrutinio habitual en países con democracias irreprochables —como la norteamericana— serían una costumbre de bárbaros incivilizados.
No cabe duda. El Presidente tiene un problema conceptual: no sabe que para conducir el Estado se requiere un comportamiento por encima del que llevan las personas de a pie, las únicas que —ellas sí— pueden contentarse con no haber sido nunca condenadas.
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