martes, diciembre 13, 2011

La derrota de Claudio Orrego. OSVALDO TORRES


El triunfo del NO en el plebiscito comunal de Peñalolén este domingo 11 de diciembre, es un resultado sorpresivo, sobre todo para una comuna que ha tenido por dos períodos un alcalde trabajador, modernizador y que ha sido capaz de atraer importantes inversiones en infraestructura municipal. Dicho directamente, Claudio Orrego ha sido un buen alcalde.
¿Qué explica entonces su derrota?


Lo primero es que en Peñalolén hay una cultura profunda, de aquellos fundadores de la comuna, que tienen un celo importante en resguardar sus espacios propios, sus barrios y lugares que hicieron con sus luchas y sus manos (no llegaron a comprar casas construidas). La modernización de las zonas donde viven no puede hacerse pensando que se hace por el bien “de ellos”. En cierto sentido esta tradición es conservadora, pero en un contexto de modernizaciones comandadas por el lucro, emerge la sospecha de quiénes iban a ganar con la reforma al Plan Regulador Comunal, PRC, por lo que esta memoria social es más bien anti lucro, crítica al libre mercado.
Otro elemento es que convocar a votar Sí o No, cuando un PRC como el propuesto tenía tanto elementos positivos como conflictivos, generó una lógica polarizante, contraproducente para el objetivo de modernizar el desarrollo de la comuna. Así la disyuntiva se vivió como una imposición autoritaria y no como una expresión de la democracia plena que confiaba  en los ciudadanos/as para que resolvieran en las urnas respecto de los puntos que estaban en conflicto.

Se pueden incorporar otros factores, como la evidente intervención municipal –avalada por todos los concejales, con excepción de Guanca-  en la propaganda por el Sí; el ingreso del propio Orrego a respaldar abiertamente la opción Sí transformando este plebiscito en un anticipo de las municipales; la distorsión de la información sobre qué se resuelve en un PRC, etc.

Pero hay otros elementos que pueden explicar esta derrota. En estricto rigor ésta no es sólo la derrota del alcalde Orrego, pues quienes apoyaron abiertamente el Sí fueron los concejales del PDC, PPD, PS y también de RN y la UDI, incluida la diputada Angélica Cristi y los comunistas. Desde esta perspectiva es la derrota de los que mandan, de la pequeña elite política de la comuna, por lo que se está reproduciendo lo que ocurre a nivel del país: hay una critica radical al modo de hacer política cuando no cumple con requisitos básicos como es la información clara, la igualdad de acceso a los medios de comunicación, el uso de  recursos no abusivos en las campañas, entre otras cosas.

Por lo anterior es también la derrota del sistema de partidos, pues la que ganó es la ciudadanía sin partidos que abrumadoramente se pronunció en contra de lo que aprobaron  sus representantes electos en el Concejo Municipal.  Las directivas comunales de los partidos PS, PPD, PRSD estuvieron por el NO, en contra de la opinión de sus concejales y actuaron junto al PRO y los Humanistas. En este sentido Peñalolén es un aviso de que las próximas elecciones municipales no serán como las anteriores y que los ganadores no estarán –necesariamente- entre quienes cuenten con la venia de los partidos o los recursos económicos de las máquinas electorales.

La derrota de Claudio Orrego es a la vez la victoria de la ciudadanía. Lo que cabe es entonces reconocer de una vez por todas que los partidos – que  tienen el porcentaje más bajo de credibilidad entre las instituciones de la república-, deben dar un giro hacia la representación real de los ciudadanos que hoy son más educados e informados que en las décadas anteriores. Esta lección  no sólo es viable para Peñalolén, pues la FECH es otra señal de tipo nacional.  La reconstrucción de la credibilidad de los partidos es indispensable para la democracia, pero será efectivo cuando se le crea a los partidos que efectivamente están por construir una democracia real, cuestión de la que hasta el propio Ricardo Lagos E., sospecha.

La ciudadanía demanda democracia efectiva y por tanto consideración real de sus opiniones y ello no lo entrega el actual sistema binominal ni los débiles sistemas municipales. La tarea es construir unidad para una verdadera democracia.(El Mostrador)