jueves, septiembre 22, 2011

“Los concertacionistas deberían dar por concluido el ciclo”. Jorge Navarrete.

Ausencia de liderazgos, falta de visión común frente a las necesidades de la ciudadanía de hoy y recelos internos, son los componentes de la crisis concertacionista. Navarrete analiza el escenario político y da cuenta de la necesidad de un cambio interno, dando por finalizada la Concertación y creando un nuevo proyecto político. A la vez, deja en evidencia las divisiones internas en la Democracia Cristiana, el partido que públicamente ha resistido el cambio.
La carta que lanzó el PPD llegó como un balde de agua en la Democracia Cristiana (DC) e hizo temblar los cimientos de lo que hoy conocemos como Concertación. Con una ausencia de liderazgos post Bachelet, las apuestas del conglomerado apuntan a que la ex Presidenta retorne y los salve. Algunos quieren cambios de fondo – sobre el proyecto político – y otros de forma –sobre los integrantes – pero la falta de una visión común, amenaza con un quiebre, que por lo menos, destruirá confianzas.

En este escenario, el abogado y columnista Jorge Navarrete, analiza las razones que llevaron a la Concertación a estar en este punto de quiebre y explica que los primeros en asumir el término de este ciclo son ellos mismos. El demócrata cristiano hoy trabaja en el estudio jurídico Del Río Izquierdo y divide su tiempo entre las entrevistas que realiza en El Post y sus columnas para La Tercera. En ambos espacios aborda desde la militancia pero también con incertidumbre y cierto desencanto, la situación de la coalición, que cobijó a su generación con la promesa incumplida del recambio, y que hoy enfrenta la reestructuración forzada, la reaparición de la disputa entre “autoflagelantes” y “autocomplacientes”, amén de las divisiones internas del partido al que pertenece.
-Está instalado el debate en torno a la necesidad de dar por superada la Concertación. Se habla de su agotamiento ¿usted cree que es la forma –sus integrantes – o el fondo –sus propuestas – lo que está agotado?
-Hay una combinación de ambas. Por una parte, la Concertación está sumida en una perplejidad y confusión con motivo de la derrota electoral, pues hace muchos años, por no decir décadas, que no se había interrogado respecto de las razones ideológicas y programáticas que justificaban el tener una coalición común. Por la otra, es cada vez más evidente la ausencia de liderazgos que interpreten adecuadamente las señales que hace un ya un buen tiempo se vienen manifestando y, a continuación, propongan un camino para  transitar en los próximos años.
-¿Cuáles son esas señales?
-En una frase, la gente está hastiada de la forma como se origina, distribuye y usa el poder, tanto en lo económico, como en lo político y lo social. Lo que se ha puesto en duda es aquella vieja promesa republicana y liberal, de que el mérito, el talento y el esfuerzo son suficientes para el progreso individual y colectivo. La política y el mercado están llenos de atajos, subsidios y caminos cortos, reservados para unos pocos en desmedro de muchos. Sólo eso explica la intensidad del actual debate, en la medida que la educación ha sido central en ese paradigma. Por tanto, lo que estamos presenciando es sólo el síntoma de algo más profundo, razón por la cual, reformas más o menos, la verdadera demanda es por alterar las actuales reglas del juego.

ERROR DE CAROLINA TOHÁ

-Y en ese diagnóstico ¿qué pasa con la Concertación? ¿Cómo llegó a este punto?
¿Tiene que ver con la falta de liderazgos post Bachelet?
-Hay que distinguir. La Concertación, como proyecto político de reconstrucción democrática y estabilidad social, cumplió una etapa; extremadamente exitosa, si se me permite. Nada de eso impide, por supuesto, hacer una severa autocrítica de las innumerables cosas que también se hicieron mal. Lo que me parece infructuoso, por no decir injusto, es esta moda flagelante instalada los últimos meses, donde se descontextualizan las prioridades, restricciones y temores con los que se gobernó en una etapa que poco y nada tiene que ver con la actual. Justamente por lo mismo, es que los concertacionistas deberían ser los primeros en dar por concluido el ciclo, mirar al frente y recogiendo una sentida demanda social y ciudadana, acordar en forma colectiva un proyecto político que incorpore una nueva promesa, altere significativamente las viejas prácticas y facilite la renovación de los liderazgos.
-La propuesta del PPD busca una reformulación de la oposición en la actualidad, integrando nuevos actores y buscando un nuevo programa que se adapte a las necesidades de la sociedad actual ¿qué le parece?
-Hay una intuición correcta, la que sin embargo fue implementada de la peor forma. Primero, la coacción no parece una estrategia muy recomendable en el marco de la fragilidad política de la que es presa la Concertación. No hay mayor fuerza que la que se desprende de los propios argumentos, por lo que no era necesario que Carolina Tohá amenazara con no asumir la vocería de la coalición. Segundo, el resultado de toda esta trifulca es bien patético: ahora resulta que serán los cuatro presidentes de los partidos que componen la Concertación, quienes graciosamente nos notificarán el 5 de octubre sobre cuál es el devenir de ésta y los próximos pasos.
-¿Cree que hoy en la Concertación falta una visión común frente a lo que el país necesita?
-Si no la hay en los partidos que la componen, mal podría haberla en la Concertación.

“LA CONCERTACIÓN ES UN PASIVO PARA BACHELET”

-Hay una parte de la Concertación que apuesta a mantener el modelo actual, esperando el retorno de Michelle Bachelet ¿Cuánto pesan estos bacheletistas que resisten el cambio en este escenario?
-Primero, los que se resisten al cambio no sólo son bacheletistas. Segundo, hay muchos bacheletistas que quieren un cambio, pues sólo a partir de éste se puede viabilizar el regreso de la ex Presidenta. Tercero, los bacheletistas, en uno u otro sentido, están transversalmente arraigados en la Concertación. Por de pronto, en la DC ya hay un elenco considerable. Cuarto, la Concertación es hoy más un pasivo que un activo para Michelle Bachelet. Por lo mismo, lo que ahí suceda tiene cada día menos importancia.
-Con la DC resistiendo los cambios que exige el PPD y el PRSD ¿Cree posible un quiebre de la Concertación? ¿Cómo quedaría esta oposición dividida frente a las próximas elecciones presidenciales?
-Perdona, la oposición ya enfrentó dividida las últimas elecciones. Ahora bien, pese al profundo deterioro de los afectos y las confianzas, veo todavía lejano un quiebre en la Concertación. La ironía es que pese al desafecto popular y la cada vez menor relevancia ciudadana, hoy los partidos que componen esta coalición se necesitan más que nunca. La única opción de volver al gobierno, incluso Bachelet mediante, es sobre la base de renovar una alianza política entre el centro y la izquierda.

“PREFIERO PERDER POR UNA CAUSA, QUE GANAR PARA SÓLO ADMINISTRAR”

-O sea un pacto por conveniencia…
-Sí, como mínimo. Una cosa es ganar y otra muy distinta es gobernar. La administración de Piñera nos da evidencias diarias de aquello. A falta de un real proceso de reconstrucción de las fuerzas progresistas, que dé cuenta de una sólida y común plataforma programática, el triunfar en las próximas elecciones podría ser más desastroso que una derrota electoral. Prefiero perder por una causa, que ganar para sólo administrar.
-Cómo ha afectado esta situación a la Democracia Cristiana ¿Se han acentuado divisiones internas?
-Las divisiones internas se instalaron antes de que Walker asumiera la presidencia de la DC. Todos los tradicionales lotes o grupos internos se vieron transversalmente quebrados por el apoyo u oposición a su candidatura. Y aunque a Ignacio le tocó una época difícil, cuya complejidad se agudizó por la actitud de sus adversarios internos, a ratos poco leal y extremadamente severa, también los que apoyamos dicha lista debemos hacer una autocrítica por los errores y las expectativas defraudadas.
-Cómo cae en la DC cuando Ignacio Walker anuncia que no irá a reelección.
-Nunca creo haya estado en la cabeza de Ignacio ir a la reelección. La conducción de cualquier partido político es una máquina de moler carne, de cuya experiencia en general sólo quedan malos recuerdos. Con todo, la mayor derrota es otra y se refiere a la vaporización del proyecto que encarnó el “Movimiento Amplio por la Renovación” (MAR); que de movimiento tuvo poco, de renovación menos y de amplio nada.
-¿Y qué pasó con la promesa de las nuevas generaciones?
-En la DC y la Concertación exactamente eso, siguió siendo eternamente una promesa. Hoy ya no son ni nuevas, ni tampoco jóvenes. Siempre pensé que Marco Enríquez Ominami había estado cerca de jubilarnos. Ahora, viendo a los dirigentes estudiantiles, creo que ellos van a terminar de hacer esa pega.
por YAEL SCHNITZER El Mostrador.