GABRIEL VALDES. LEGADO DE ESTADISTA.Carlos Amtmann
Durante estos días, y estoy cierto que durante muchos años, con variados y certeros fundamentos, compartiremos acerca de las elevadas condiciones humanas del ex Ministro de Relaciones Exteriores y ex Presidente del Senado que ha fallecido. Escucharemos descripciones de quien integrara una familia con proyecciones en el arte y la religión. Uno de los constructores de la sociedad chilena en el siglo XX, encarnando el aporte del humanismo cristiano para lograr mayor justicia social e instituciones democráticas más plenas. Una persona culta que mantuvo relaciones con diversos personajes de relevancia mundial y que proyectó una visión del desarrollo desde Latino América.
Todo eso y mucho más se destacará y recordará de Dn. Gabriel Valdés.
Ante un hombre de tan íntegra y fecunda vida, es indispensable preguntarse acerca de su legado y tratar de precisar dentro de la amplitud de sus aportes, por aquello más relevante. Esto no puede ser resuelto, sino en relación con ciertos parámetros que están dados por el contexto sociopolítico del país.
Los testimonios de Gabriel Valdés son de respeto a los distintos actores y de pacientes diálogos hacia la convergencia desde distintos campos de experiencia. Valoración del acto social de la conversación para posibilitar el conocimiento personal, indispensable para el entendimiento.
Pero, a la vez, defensor de sus ideales y perspectivas, sin confundir el valor de la búsqueda de acuerdos con la claudicación de principios e ideales. Todo ello en el marco de procedimientos institucionales, a no ser que esa institucionalidad haya sido totalitariamente sobrepasada.
Observando la situación de nuestra sociedad y analizando algunos discursos destemplados, su legado no sólo es perecedero, sino que oportuno. Su legado es de vocación por el servicio público y de la valoración de la política. Plano digo y destacado del quehacer ciudadano, no exento de dificultades y complicaciones, tampoco libre de desempeños inadecuados, como ocurre en otras actividades humanas, pero que no justifican la censura extendida de la que se hace gala en distintos sectores sociales.
El legado de Gabriel Valdés, militante de la democracia cristiana, es de respeto y valoración por la política. Responsabilidad que recae en quienes contribuyen al país a través de esta actividad, como de quienes también legítimamente, lo hacen a través de otras vías.
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