Alcalde Orrego: “Lo que hizo el Presidente es una vergüenza”. La Nacion.
Es el de la chaqueta roja los siete días de la semana, en terreno y en la oficina también, pero no la estrenó el 11 de marzo, sino hace más de cuatro años. De hecho, fue el precursor de este look.
“Mucha gente nos criticaba, así que me sonreí cuando el gobierno tomó la idea. Es una buena, pero la copiaron a medias nomás, porque para nosotros es un sentido de equipo. En Peñalolén, todos ocupamos la chaqueta roja, no sólo los jefes. En Peñalolén, las chaquetas rojas significan equipo y, aparentemente, las jerarquías son más importantes en este gobierno”, sentencia el alcalde DC Claudio Orrego.
Es el mismo que fue concejal de esta comuna a fines de los `90, que el 2000 fue ministro de Vivienda y Bienes Nacionales, el que cuatro años después se instaló en el sillón edilicio de esa comuna con 47% de los votos, cargo en que fue reelegido el 2008 con el 58,36%.
Durante la segunda vuelta presidencial fue vocero de la campaña de Eduardo Frei y esta semana estuvo en primera fila en la reunión de alcaldes concertacionistas con los ex mandatarios Ricardo Lagos, Patricio Aylwin y el senador.
Es uno de los llamados “príncipes” de la DC y en las internas de la flecha roja, que se zanjarán a fines de agosto, apoya al senador Ignacio Walker.
Es una de las principales apuestas del partido para la famosa renovación de liderazgos, tema que reconoce no ha sido nada fácil.
“Hay que tener estómago, perseverancia y, sobre todo, resistir la tentación de caer en viejas prácticas”, recomienda.
-En las encuestas hay una caída del apoyo al Presidente y en la de Adimark aumentó casi al doble el rechazo, al 34%. ¿Por qué está en esta situación?
-Hay un atributo que empieza a significarle costos al gobierno: la credibilidad. La gente nos pide que cumplamos con lo que prometemos y este gobierno se ha llenado de explicaciones. No vendió Lan el día que correspondía, aún no resuelve lo de Chilevisión. Un día se anuncia que se va a eliminar el 7% a los jubilados y después uno va a la letra chica y no es para todos, sólo para algunos. El Presidente, cuando era candidato, fue a la Asociación Chilena de Municipalidades y dijo que éste sería el gobierno más descentralizador en la historia, pero lo que hemos visto es súper centralista, todo se decide en Santiago, ni los intendentes tienen muchas atribuciones. Los alcaldes nos enteramos por los vecinos o por el diario de cosas que van a pasar. A los alcaldes no se nos escucha, a la oposición no se le escucha. Cuando un gobierno no está dispuesto a escuchar, la gente empieza a tener dudas. Eso está pasando.
-De la reunión de ediles de la Concertación con Aylwin, Frei y Lagos surgió un documento con críticas al gobierno sobre el rol del Estado y los municipios…
-Sí. Vemos con preocupación mucha decisión unilateral. Todo el tema de la reconstrucción pasa por los intendentes, algunos reparten mediaguas sin siquiera hablar con los alcaldes. Con una mano se escribe descentralización y con otra se actúa de manera centralista y, en algunos casos, arbitraria. ¡Estamos a 100 días y el Presidente no se ha reunido con los alcaldes de Chile! Sólo se preocupa de los de la Alianza, ¿qué señal es ésa? No me gusta que los vecinos vengan a pedirme información de un bono de 30 mil pesos y yo no tenga idea, porque no han tenido la deferencia de enviarme la información. Es un gobierno que no tiene voluntad política de trabajar con otros y eso le va a pasar la cuenta.
-Es la primera vez que los ediles de la Concertación son actores principales en un cónclave como el del miércoles. La Concertación también pecó de no atender a sus alcaldes…
-¡Claro! El mundo de la Concertación ha hablado mucho de la importancia de los gobiernos locales, pero no hizo todo lo que se podía. Ésta fue una reunión importante, hoy todo el mundo se da cuenta de que a nivel local se resuelven los problemas de la gente.
-Para los alcaldes, ¿esta cita es una forma de tratar de recuperar el vínculo con la gente?
-Claramente, hay un mea culpa, no hay que tenerle miedo a reconocer que la nueva Concertación que queremos supone una revitalización del trabajo a nivel local. ¡Demasiada oficina en el centro hizo que algunos se olvidaran de cómo vivía la gente en las poblaciones! Me encantaría que durante un buen rato, junto con denunciar lo que nos parece mal y proponer alternativas, en la Concertación tuviéramos la capacidad de recorrer el país, agudizando la oreja, saber en qué están los jóvenes, cómo les gustaría que fuera la política, aunque nunca militen en un partido. Ese diálogo nos hace mucha falta y si lo hacemos bien, soy muy optimista del futuro.
-¿Ese es el camino para estos cuatro años?
-Es un camino con dos ejes: trabajo local y uno muy focalizado con el mundo juvenil, que va a irrumpir en las próximas municipales como el gran actor.
-¿Por la inscripción automática y el voto voluntario?
-¡Claro! Y ahí vamos a ver quién es quién. El que tenga la capacidad de escuchar hoy va a poder interpretar y movilizar bien mañana. Hay otras cosas para la Concertación. Aquí se requiere un gobierno firme, que haga su tarea, pero también una oposición que sea capaz de fiscalizar, para que la opinión pública entienda cuáles son las contradicciones. Me parece delicado, y no es desprolijidad, sino displicencia, cuando se nombra de superintendente de Salud a un ex gerente de isapre, ¡puede ser una bellísima persona y un gran profesional!, pero por ley va a tener que inhabilitarse de cualquier decisión que incluya a la isapre para la que trabajó ¡¿De qué estamos hablando?! ¡Esto parece chacota!
-Una cosa es que la gente sepa quién es la oposición y otra es que sepa para qué. Se critica que la Concertación no tiene proyecto…
-El cuarto pilar tiene que ver con reconstruir este proyecto colectivo. Soy socialcristiano y creo en la justicia social. ¿Qué es eso hoy en el siglo XXI? ¿En qué consiste la igualdad de oportunidades? A fuerza de tener que hacer cosas que fueran reales y posibles, se nos olvidó a dónde queríamos llegar, se fue desdibujando en el camino. Ese sueño no se construye escuchándonos a nosotros mismos, sino a los que se fueron para la casa. Eso significa resistir la tentación del populismo. Decir lo que la gente te pide es fácil, se saca aplausos, pero no resuelve los problemas de un país ni genera mística. Por eso es que la eficiencia, la rapidez, no puede ser a costa de la participación, porque sin ella no hay soluciones sustentables y definitivas.
-¿Cuál es el proyecto que debería tener la Concertación?
-Bueno, ¡si lo tuviéramos no habríamos perdido! jajajajajjajá. ¡Eso es parte del problema! Hoy, la gente habla de calidad de vida y creo que aún es una palabra enredada, porque es un concepto materialista y consumista, es una manera de mirar la vida súper instalada. ¿Ese es el modelo de sociedad que queremos? ¿qué pasa con las cosas que no entran en esa lógica, como la solidaridad, tener colegios integrados? La gente quiere trabajar, pero también tener espacios libres, tiempo para recrearse, para estar con sus hijos. Hoy tengo más preguntas que respuestas, pero los populismos sirven para los titulares, no llegan al alma de la gente. Si el voto llega a ser voluntario, la gente va a querer algo que lo motive. Cuando luchamos por la democracia, nos brillaban los ojos. Hoy ¿por qué alguien está dispuesto a luchar o movilizarse?
-Es extraño que los ex presidentes sean casi un cuerpo colegiado que pesa en la coyuntura. ¿A qué se debe este papel? ¿No se vislumbran nuevos liderazgos?
-Se debe al hecho que están vivos y son personas respetables y queridas por la población. También hay un proceso de ajuste, perdimos la elección, el gobierno, y hay una transición, la gente dice, bueno ¡¿quién le dice al gobierno lo que tiene que hacer?! Ahí están los ex presidentes, ellos llenan ese espacio.
-Y en eso la generación de recambio está en deuda.
-Esto no es tan fácil, salvo que quieras ser el Llanero Solitario. Si uno está en instituciones que tienen sus ritos, es más difícil. Hay, obviamente, una responsabilidad de las nuevas generaciones, pero soy optimista.
-¿Qué pasó con la tríada que conformó con Carolina Tohá y Ricardo Lagos Weber? Tomaron café una vez después de la segunda vuelta y nunca más…
-(Se sonríe) Uno tiene que reconocer con humildad que jugamos ese rol en la campaña porque alguien nos invitó a jugarlo y se necesitó que estuviéramos ahí. Todos sabíamos que, si ganábamos o perdíamos, los espacios de trabajo político iban a ser otros. Uno no puede ser ex vocero. ¡Ese no es un cargo en la vida!, por eso los tres estamos participando en los procesos de renovación de nuestros partidos. Ahí habrá un nuevo escenario político.
-Entonces, ¿le pregunto en un año?
-¡No! Espero que sea mucho antes. En un par de meses espero que esta nebulosa se empiece a ordenar. Los liderazgos que surjan tienen que ver con cómo se reencanta al país con lo público, con lo colectivo, con ideas. Aquí no hay participación, se apuesta por la rapidez. Éste iba a ser el gobierno de las pymes y ¿cuál es la primera medida de este gobierno? Entregar toda la plata de la reconstrucción a tres grandes cadenas de retail.
-El Presidente Piñera dio luz verde a la Alianza para fiscalizar el gobierno de Bachelet. ¿La Moneda le tiene miedo a la ex Presidenta?
-¡Obviamente! ¡Y lo que hizo el Presidente de la República es una vergüenza! Un Mandatario, si tiene antecedentes de irregularidades, lo que exige la ley es que los mande a los tribunales de justicia, pero no mandar a sus parlamentarios a morderles las canillas a una Presidenta querida como es Bachelet como parte de su estrategia política.
¿Cómo podrá evitar la Concertación que suceda con Bachelet lo que ya pasó con Lagos?
-Denunciando esta estrategia y defendiendo con argumentos las acusaciones infundadas. Es burdo lo que se está haciendo, son meros ejercicios comunicacionales. Si mañana surgen cosas mal hechas, hay que denunciarlas. Hay antecedentes de un delito en la Región de Valparaíso y ¡espero que nadie de la Concertación salga a defender lo indefendible! Casos de irregularidades, de corrupción, hay que denunciarlos. Pero distinto es aceptar que se haga de la caza de Bachelet una política pública. Si el Presidente Piñera cree que con esto va a subir su popularidad, la va a lesionar.
-¿Puede convertirse en un bumerán para Piñera?
-Sí. Si él siembra odiosidad, no va a tener la colaboración que necesita cualquier gobierno para salir adelante.
-¿Esta estrategia es una reacción a las últimas encuestas?
-¡Espero que no haga lo mismo con (Marcelo) Bielsa! Parece que toda persona popular, que no es partidaria del Presidente Piñera, tiene problemas con el gobierno.
“LOS PARTIDOS NO PUEDEN SER UN BOTÍN”
-¿Qué diferencia a Ignacio Walker de Mariano Fernández, Gabriel Silber o Aldo Cornejo?
-Esta candidatura surgió de los alcaldes DC, queremos primarias para elegir candidatos. Los partidos no pueden ser un botín, porque los militantes son de un cacique interno que sabe que tiene la llave para elegir a sus candidatos. Queremos que un vicepresidente se dedique exclusivamente al tema de los jóvenes, que vaya a las universidades, que recorra el país, que escuche a los secundarios. En esta interna se va a jugar la capacidad y el liderazgo de quienes pueden realmente reconectar a la DC con ese mundo que nos abandonó.
-¿Esa es la tarea de la próxima mesa?
-Absolutamente, y con un primer test, las elecciones municipales. Tanto a nivel orgánico, cambiar las reglas del juego interno como también reconectar a la DC con sus orígenes, el trabajo popular, los jóvenes. La Concertación tiene que abrirse, no puede estar encerrada en los cuatro partidos, pero primero definamos qué queremos hacer, y después veamos quiénes están de acuerdo. El tema no es al revés. Ni la DC ni la Concertación volverán a ser lo que fueron por hacer una alianza de elite. En la segunda vuelta, votó desde el PC hasta la DC por Frei ¿para dónde vas a crecer? La DC perdió un millón de votos en los últimos 15 años, por lo que tenemos que reafirmar nuestra identidad.
-La DC es oposición, pero desde RN sistemáticamente le hacen guiños, ¿hay riesgo de ser fraccionados?
-¡Cero! Tan perseverantes, insistentes y decididos han sido, como infructuosos. Ojo, hay gente que ha perdido sus pegas. No es difícil que alguien cruce la vereda, pero cero posibilidad de fraccionamiento
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