lunes, febrero 08, 2010

Las furias veraniegas de Iván Moreira. Rafael Gumucio

Todos los políticos están en vacaciones: algunos en la playa Caburga, como la gordita Michelle, que habrá aumentado como diez kilos, a causa de las maléficas comilones de del Negro y de Sebastián Piñera; la pobre Soledad trata de lograr alguna intimidad con el Gute, en Maitencillo, pero siempre aparece el pesado de Trivelli, con sus famosos plebiscitos regionales. El único porfiado es Iván El Terible Moreira, quien se niega a descansar y las emprende contra los político de la Concertación encuentra. Todos caen como moscas veraniegas. Michelle Bachelet se convierte en el objeto de sus odiosidades acostumbradas. Tuvo la mala suerte de que en el partido socialista se produjera una de esas típicas conspiraciones, que dieron por el suelo con el moderado Gonzalo Martner y eligieran al bigotudo, Ricardo Núñez, que se parece mucho al bandido mexicano, Pancho Villa, y una especie de Emiliano Zapata, Camilo Escalona. Para Moreira estos ex anarquistas van a terminar por hundir a Michelle que, según él, carece de ideas y personalidad. No contento con estos ataques, Moreira las emprende contra su ex amigo, el Mamo Contreras, por haber acusado a Caracalla Augusto López Pinochet, de jefe y responsable de todos los crímenes de la DINA; además, está indignado por que los comunistas demócratas norteamericanos descubrieron que Pinochet no era un honrado gobernante, sino un gran cuenta corrientista del Banco Riggs y, para colmo de males, del virginal Banco de Chille. Como de estos temas poco se puede hablar, Iván El Terrible las emprende contra el fome de Etcheverry, pidiéndole al diputado Lorezini que cumpla con su palabra de apoyar una comisión investigadora sobre las actuaciones del MOP. El ministro Vidal había pasado piola, pero Moreira, con su lengua viperina, lo acusa de ser igual a Tony Kamo, quien hipnotiza a los ingenuos chilenos, haciéndolos llevar velas a este nuevo San Expedito en que se ha convertido el Presidente Lagos. Los zombis gritan al unísono: “la Alameda es un paseo paradisíaco, sólo los tontos mueren atropellados; todos tenemos sobresueldos; en Chile a nadie le roban la billetera; en las poblaciones se reparten calugas, en vez de pasta base; ninguna niñita es manoseada por ansiosos pedófilos...”. De un solo palmotazo Moreira despierta a los hipnotizados: uno reclama que le metieron la mano al bolsillo, otra que le robaron el sobre azul, lleno de billetes, una tercera, que quedó completamente desnuda y, por último, no faltó el que creyó tener pega y se encontró en la calle. Por suerte, para la Alianza por Chile, el genio loco de Lavín no tiene tiempo para escuchar las inventivas de sus prosélitos: ha dedicado todo el verano a visitar las casas de nuestros pobres rotos, acostándose en sus mullidas camas, donde la noche anterior dormían cinco o seis chiquillos moquientos, lanzados ahora a la calle, para que Jerry Lewis sueñe con la presidencia; y como si esto fuera poco, no falta el cariñoso poblador que manda a una pobre niñita a comprar una fanta, cuyo azucarado líquido hace bailar a las moscas el ballet Cascanueces. Por suerte, para Chile las furias de Iván pasarán y los chilenos volverán a ser la caterva de vencejos que han sido desde “el peso de la noche” portaliano.

Rafael Luis Gumucio Rivas
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