viernes, febrero 05, 2010

El triunfo de Sebastián Piñera. José Aldunate, s.j.

Sebastián Piñera no era mi candidato. Me parecía que Eduardo Frei y los que lo acompañarían y el progresismo que representa serían mejores para Chile. Y podría continuar bien los 20 años de avances de la Concertación. Pero un largo progreso electoral ha colocado a otro en la Presidencia.
Me pregunto cuáles han sido nuestras reacciones, las de los derrotados; cuáles han de ser las de los que queremos reaccionar sabiamente. Algunos habrán dicho, con el borrachito de marras: “Será de Dios”, y punto. Otros en cambio estarán repartiendo responsabilidades y culpas, no sé si habrá que llamarlos “autoflagelantes”. Todos éstos se preguntarán quién tiene la culpa en el fracaso. ¿Será tan importante esa pregunta?......Más vale poner los ojos en el bien del país y ver en qué podrá favorecerlo o perjudicarlo la futura administración. Otra actitud errónea sería mantener la beligerancia de la contienda electoral. Hay que asumir la nueva situación, la de un gobierno que quiere terminar en plena vigencia y la de uno nuevo que tiene que instalarse y que tiene derecho a hacerlo en paz. Se ha hablado de la luna de miel que se ha de conceder a todo nuevo gobierno para que pueda, con libertad, iniciar su tarea. En este tiempo, las críticas y oposiciones pueden ser prematuras y nacer de prejuicios. Después vendrá el tiempo de enjuiciar los hechos. Un nuevo gobierno tiene todo un plan de realizaciones que se propone emprender y es justo darle la oportunidad de ensayarlo. Lo que sí considero repudiable son los ofertones electorales o verdaderas coimas con que los candidatos quisieron comprar adhesiones. Cumplir ahora esas invalidadas promesas sería igualmente abusivo. El discutido “bono de marzo” prometido por Piñera deberá buscar otros justificativos.

Se ha dicho que, con su derrota, la Concertación ya ha terminado. Que ha existido solamente en función del gobierno. Que Piñera pretende gobernar para todo el país. Pero la Concertación se reúne para concertar su política hacia el futuro. Pienso que se sentirá representante de todo un sector progresista opuesto a planteamientos importantes del futuro gobierno. La Concertación se sentirá responsable de mantener su cohesión, defender el progresismo y preparar una vuelta al gobierno dentro de los marcos de la democracia. Esto implica cierta oposición al gobierno y a la Alianza de centro-derecha, pero se trata de una “oposición constructiva”. O mejor, de una “colaboración crítica”. Es fundamental recalcar que lo que ha de primar es la colaboración al bien común por sobre la tendencia, por desgracia a veces predominante, de recalcar las diferencias. Donde el Ejecutivo tiene la iniciativa, es sabio acogerla sin prejuicios, evaluarla en relación con el bien común y no con posicionamientos partidarios o doctrinarios.

La Concertación ha de repudiar toda oposición sistemática, como la que ha criticado a la Alianza, cuando desde un inicio declaró fracasado el gobierno de Michelle Bachelet y vano colaborar con él. Esta prioridad del bien común sobre el particular ha de valer para la Concertación en conjunto para cada partido y para cada miembro. Cada congresista ha de optar por el bien común, aun sacrificando sus intereses electorales. Un partido debe respetar a quienes votan en conciencia.

Habrá que respetar la opción en conciencia que podrán tomar los ciudadanos de cualquier partido a los que el futuro Presidente podrá llamar, por ejemplo, a un ministerio. Es natural que un partido que valora su papel, que incluye una oposición, se oponga a perder un colaborador. Pero para el interesado pueden confluir varias motivaciones para aceptar o no. Entre ellas ha de primar el bien común como motivación suprema. Y la decisión es prerrogativa exclusiva de cada uno.

Para terminar no estará de más recordar que para una política fundada en los convenios, vale el presupuesto de que la otra parte también busca el bien de la patria… mientras no se demuestre lo contrario
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