viernes, enero 22, 2010

Una derrota es una batalla perdida, no nuestra desaparición. Mariano Ruiz-Esquide Jara, senador de la Democracia Cristiana

El 17 de enero sufrimos una derrota importante y eso nadie lo puede negar. Una derrota como ésta obedece necesariamente a muchas causas de las que somos responsables todos y cada uno de los involucrados en los gobiernos de la Concertación, los partidos y los partícipes de la campaña. Todos y cada uno debemos analizar nuestras propias conductas y asumir con mucha serenidad las responsabilidades en lo sucedido.
Mi primerísima reacción es pedirles a ustedes que tengan la serenidad y sensatez para medir la derrota en su exacta dimensión. Ni impavidez para restarle su trascendencia, pero tampoco reacciones histeriformes para rasgar vestiduras en una suerte de exacerbación sobre sus consecuencias. Tampoco declarar muerta la Concertación, o despachar a su casa a quienes aún tienen mucho que aportar a la conducción política y societaria del país. Menos aún romper las estructuras pensando que el “cambio” y “la renovación” de rostros, figuras o transformaciones políticas deban asumirse ahora, como si fuera la esencia de las causas que nos derrotaron
La segunda reflexión es, reitero, que cada uno de nosotros y los partidos deben hacer ese análisis lo más pronto posible dentro de sus estructuras, pero no en forma atropellada y sin este afán excesivo por ocupar el poder futuro sin solicitar los cambios sobre la base de ideas acordes con su alma mater, y no un recambio sólo físico o grupal, como se ha visto hasta ahora.

La tercera reflexión necesaria es, a mi juicio, reconocer que la responsabilidad es de todos, pero en cuantía a las posibilidades de actuar por sí o por su efecto de demostración. Quien más poder ha tenido, más responsable es de lo positivo y lo negativo. La gran enseñanza de la derrota es un reproche a la falta de ética política en muchos de nosotros.

Los llamo a que evalúen con mesura la derrota a la luz de nuestros aportes en veinte años y con el cambio profundo que hemos hecho en Chile y del cual no podemos abjurar. Somos un mundo político agrupado en torno a la libertad, la democracia, el respeto de los derechos humanos, el ordenamiento jurídico, la preocupación preferente por los pobres, los cambios que necesitamos hacer en el mundo económico y social, las utopías que debemos entregarles a los jóvenes, la visión ética de la política que tanto transgredimos, la estructuración de una economía humana y el término de la brecha insana y repulsiva de la concentración de la riqueza.

Los llamo con toda modestia a lavar nuestras heridas en silencio y dentro de nuestras estructuras y a afianzar nuestra fe, que nos llevó a derrotar la dictadura y a construir gobiernos inteligentes trabajando estos últimos veinte años. Chile nos colocó en la oposición y nuestra tarea histórica debe ser resguardar que el gobierno de la derecha no atropelle esas utopías. Los llamo a transformar la política en un trabajo diario, con ideas claras, de corazón triste aún, pero ardiente y las manos hacendosas y limpias. Los llamo a mirar primero a Chile, a nuestras combinaciones políticas, a nuestros partidos y después el interés personal. Eso es lo que se nos dijo y se espera de nosotros.

Los que votaron por Frei, los que fueron nuestros y se alejaron, y los que creyeron desde siempre que derrotándonos han pensado que nos van a destruir, se equivocan. Una derrota es una batalla perdida y no es nuestra desaparición. Les hago llegar un saludo cariñoso y agradecido como senador que aún permanecerá por cuatro años en el Congreso. Gracias a todos. Hay una vieja frase en la Universidad de Concepción que viene a punto a este momento: “Gana sin orgullo, pierde sin rencor ni angustias”. También hay una frase de un viejo poeta indio que dice: “En la hora más oscura de la noche, siempre hay una estrella que ilumina y nos lleva al alba”.

Gracias por lo que hicieron todos ustedes. Gracias por mantener nuestra fe en el futuro. Pasada la derrota, viene nuestra recuperación interna y corporativa. Las ideas las seguiremos manteniendo como un ideario posible. “Todo hay que hacerlo ahora, que el tiempo empieza a pasar. Ahora que aún tenemos sol bajo las venas
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