viernes, enero 22, 2010

HORA DE LA REFLEXION EN TORNO A NUESTRAS RAICES. Manuel Roman

Lamentablemente, a los seres humanos tienen que ocurrirnos desgracias para poder detenernos a pensar, tenemos que tropezar y caer para reflexionar; sin embargo, lo importante es saber ponernos de pie, en ese acto de levantarnos esta la fuerza espiritual de quienes voluntariamente seguimos el llamado cristiano de servir a través de la política. Un camino que también está dado por la opción y obtención del poder, para profundizar este servicio a los demás.
No podemos negar que la coalición de gobierno que dirigió nuestro país por 20 años, alcanzo grandes logros en elevar el nivel de toda una sociedad, con errores y aciertos, pero se avanzo bastante para como recibimos este país de manos de la dictadura. Sin embargo, los errores mayores estuvieron en detalles que se dejaron en el olvido: eliminación de los medios de comunicación propios, desmantelar lo que quedaba de tejido social para evitar sobresaltos, alejamiento de la sociedad civil, creación de la casta de los clientes políticos, pagados para atender intereses particulares en desmedro de los militantes con vocación de servicio público que en definitiva los que siempre han hecho los trabajos y por último la consolidación de una oligarquía de dirigentes políticos auto convencidos que son los llamados; fortaleciendo y avalando una política sin propuestas, sin ética y sin moral, solamente apegados a la utilidad y el éxito.
Se olvidaron del bien común, de la solidaridad, de los sueños y de todo principio y valor cristiano que es el fundamento para la realización de las personas en el orden político, económico, social y cultural. Algunos podrán decir que es una falacia en relación a lo que creció nuestro país, sin embargo lo que demuestra y potencia la afirmación es la gran inequidad existente. Tiraron por la borda y antepusieron la razón política utilitaria, exitista, mercantil y parafernalica por sobre los principios y propuestas con base cristiana que nos invitaban a consolidar una vanguardia social comunitaria cristiana, identificada con el rostro del pobre, del hambriento, del prisionero, del humillado. Cristianos con claridad en la defensa de los derechos humanos, es decir los cristianos en política en virtud de su amor al próximo; haciendo que la política sea una opción noble, donándose a los demás. Aplicando lo que Cristo nos dejo como legado “No vine a ser servido sino a servir”.
Asimismo debemos recordar aquellos mensajes que quedaron en el olvido: … dejé un mensaje de amor y el odio es la moneda corriente; … dejé un mensaje de luz y se hunden en oscuras practicas; … dejé un mensaje de paz y no dejan de hacer guerras; … hablé de común unión, fraternidad y amor al prójimo y no hacen más que generar divisiones y discriminaciones; … les enseñe a compartir el pan y han permitido con egoísmo que mueran millones de hermanos de hambre; … les enseñe la humildad como un profundo valor de entrega a los demás y se han corrompido por la vanidad y se erigen como dueños y administradores de la verdad. Además en el delirio de “ser los enviados” muchos con la insolencia académica mienten y arrastran en su error a miles de desprevenidos…. O simplemente discriminan a quienes no han tenido la oportunidad…
La desarmonía es cada día mayor, por esto es necesaria una transformación profunda, con esto no me pliego a quienes inducen a formar otro referente político o a sumarse a la administración del poder u otros que ya pregonan la repartición del poder interno en las mismas cúpulas oligárquicas que han equivocaron el rumbo, porque es trasladar lo actual, lo mismo, a otro espacio, lo que necesitamos es necesariamente una recuperación de las raíces del cristiano en política. Por ende se requiere de un estado de reflexión, antes de repartir poder a diestra y siniestra, antes de volver a invitar a militantes y adherentes a seguirlos, reconocer que con poder o sin poder somos todos una vanguardia social comunitaria cristiana dedicada a servir por un mundo mejor para la humanidad.
No hay peor sordo que el que no quiere oír, no hay peor ciego que el que no quiere ver...
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