Frei Y El Escribidor. Rodolfo Fortunatti
Quizá no haya sido el más fluido y elocuente, pero es hasta hoy el discurso más sólido y esclarecedor de Frei acerca de lo que se propone hacer. Hablo del mensaje a los empresarios reunidos en el Centro de Estudios Públicos.
Tres críticas se han deslizado en contra del discurso. Una, la crítica de derechas, que lo acusa de promover una mayor intervención del Estado. Otra, la crítica de izquierdas, que le reprocha apoyar la energía nuclear. Y la última, la del sainete criollo, que le reprueba llevar la huella de Tironi. Sin embargo, es precisamente por estas críticas que se puede reconocer el perfil programático de Frei.
Frei lo dijo con todas sus letras y sin ambigüedades: «Cada vez que hemos querido que el Estado intervenga en la economía, hemos tenido que dar explicaciones… ¡Esto se acabó! » Habrá pues más y mejor Estado, porque de otro modo no es posible alcanzar altas tasas de crecimiento y, ni siquiera, mantener los actuales estándares de protección social. Y esta mayor presencia del Estado en la organización de la economía es una aspiración común a la Concertación y a su talante progresista. Por cierto, marca la diferencia con la derecha, aún presa de la mano invisible del mercado.
Dos cuestiones igualmente claras y explícitas expresó Frei sobre la energía nuclear. Primera, que es necesario evaluar la importancia estratégica que ésta tiene para la seguridad nacional. Y segunda, que en su gobierno creará la Agencia de Energía Nuclear. Ello entraña un paso decisivo hacia la diversificación de la actual matriz energética. Significa, más allá de dogmas, responder a las exigencias que impone un desarrollo acelerado, limpio y sustentable.
Es claro que el problema nuclear no es materia de consenso en la coalición. Pero es asimismo evidente que no se puede persistir en la incoherencia de proclamar la innovación, la exploración y penetración de mercados, la asociatividad de las cadenas productivas, el desarrollo de clústeres, el fortalecimiento de alianzas comerciales y joint ventures; proclamar en suma la transformación productiva, sin responder cómo se van a satisfacer las demandas energéticas de semejante proceso. Frei busca zanjar el debate, y busca hacerlo optando por la solidaridad intergeneracional, que siempre es compromiso con el futuro.
Finalmente, ¿qué puede importar que sea Tironi, Velasco o Landerretche el escribidor del discurso, si el mensaje representa a la Concertación? ¿Qué puede importar que lo escriba Tironi, si a través suyo Tironi se corrige a sí mismo?
Hay Sarkozy para todos, decía Tironi hace sólo dos años. Frei comienza su discurso con una frase de Sarkozy, pero no lo cita como a un liberal estadounidense, ni como a un socialista francés, español o escandinavo, ni como a un laborista británico, ni menos como a un representante del neo-populismo latinoamericano, sino como a un líder que ha sido visitado y alabado por la derecha, o sea, lo que es y será siempre Sarkozy.
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Tres críticas se han deslizado en contra del discurso. Una, la crítica de derechas, que lo acusa de promover una mayor intervención del Estado. Otra, la crítica de izquierdas, que le reprocha apoyar la energía nuclear. Y la última, la del sainete criollo, que le reprueba llevar la huella de Tironi. Sin embargo, es precisamente por estas críticas que se puede reconocer el perfil programático de Frei.
Frei lo dijo con todas sus letras y sin ambigüedades: «Cada vez que hemos querido que el Estado intervenga en la economía, hemos tenido que dar explicaciones… ¡Esto se acabó! » Habrá pues más y mejor Estado, porque de otro modo no es posible alcanzar altas tasas de crecimiento y, ni siquiera, mantener los actuales estándares de protección social. Y esta mayor presencia del Estado en la organización de la economía es una aspiración común a la Concertación y a su talante progresista. Por cierto, marca la diferencia con la derecha, aún presa de la mano invisible del mercado.
Dos cuestiones igualmente claras y explícitas expresó Frei sobre la energía nuclear. Primera, que es necesario evaluar la importancia estratégica que ésta tiene para la seguridad nacional. Y segunda, que en su gobierno creará la Agencia de Energía Nuclear. Ello entraña un paso decisivo hacia la diversificación de la actual matriz energética. Significa, más allá de dogmas, responder a las exigencias que impone un desarrollo acelerado, limpio y sustentable.
Es claro que el problema nuclear no es materia de consenso en la coalición. Pero es asimismo evidente que no se puede persistir en la incoherencia de proclamar la innovación, la exploración y penetración de mercados, la asociatividad de las cadenas productivas, el desarrollo de clústeres, el fortalecimiento de alianzas comerciales y joint ventures; proclamar en suma la transformación productiva, sin responder cómo se van a satisfacer las demandas energéticas de semejante proceso. Frei busca zanjar el debate, y busca hacerlo optando por la solidaridad intergeneracional, que siempre es compromiso con el futuro.
Finalmente, ¿qué puede importar que sea Tironi, Velasco o Landerretche el escribidor del discurso, si el mensaje representa a la Concertación? ¿Qué puede importar que lo escriba Tironi, si a través suyo Tironi se corrige a sí mismo?
Hay Sarkozy para todos, decía Tironi hace sólo dos años. Frei comienza su discurso con una frase de Sarkozy, pero no lo cita como a un liberal estadounidense, ni como a un socialista francés, español o escandinavo, ni como a un laborista británico, ni menos como a un representante del neo-populismo latinoamericano, sino como a un líder que ha sido visitado y alabado por la derecha, o sea, lo que es y será siempre Sarkozy.
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