martes, abril 14, 2009

Sebastián Piñera, reo por estafa.Antonio Gil


En el Segundo Juzgado del Crimen de Santiago, por requerimiento del Fisco chileno, se alojó la causa rol nº 99.971 de 1982. En ella el Fisco interpone una clara y bien informada demanda en contra del ciudadano chileno Miguel Sebastián Piñera Echenique, junto a otros ejecutivos del Banco de Talca (Q.E.P.D) por los delitos de defraudación (esto es un eufemismo de estafa) infracción a la Ley de Bancos y otros cargos altamente dañosos en contra de aquella institución financiera, de la cual Sebastián Piñera a la sazón era nada menos que su gerente general.

Según consta en los escritos, los demandantes relatan que Sebastián Piñera Echenique y sus cómplices, habrían creado una empresa de asesorías "externa" la que prestaba servicios al mismísimo Banco que el actual presidenciable gerenteaba por esos días, y al que, según la querella entablada por el Fisco, habían sangrado sistemáticamente, mes a mes y día a día, con cobros millonarios en concepto de "asesorías" hasta llevarlo, por ese extenuante camino, a una calamitosa quiebra.

Encargados reos por estafa, los acusados apelan.

Con fecha 9 de septiembre de 1982, roles 428 - 82 y 430 - 82, la Corte de Apelaciones de Santiago rechazaba de plano y categóricamente los recursos de amparo presentados por Sebastián Piñera y sus socios, y confirma las encargatorias de reo.

Así, los dos Tribunales de la República ratifican la sentencia dictada contra Miguel Sebastián Piñera Echeñique y otros, quienes abusando de la confianza depositada en ellos, habrían convertido al Banco de Talca en su coto de caza, hasta matarlo.

Se vieron entonces los acusados en la dramática obligación de recurrir a la "transparente" Corte Suprema de esos años felices para lograr el anhelado sobreseimiento. Esa misma Corte Suprema que rechazaba, uno tras otro, cada uno de los recursos de amparo interpuestos por los familiares de los detenidos desaparecidos, acogió gentilmente la petición de Piñera Echenique y sus asesores.

Alegre situación que les permitió irse para la casa sin tener que dar cuentas a nadie, ni pasar por la ominosa experiencia de la cárcel, la misma que por entonces vivían miles de chilenos privados de libertad sin juicio.

Pero los chicos del "Talca" se podían ir ¿cómo no? a pesar de todas las leseras y preciosismos legales de los tribunales que los habían hechos reos. ¿Dónde estaría el reo Piñera, durante esa espera angustiosa? Se sabe que se ocultó como un delincuente cualquiera en alguna "caleta" ABC1 ¿Leería para relajarse? Libros acerca de esos turbios temas abundan, ya que durante el siglo XIX, las estafas y corruptelas comerciales se habían vuelto algo tan corriente, que como temática se convirtió en un asunto ineludible para los escritores de entonces. Charles Dickens en La pequeña Dorrit; William Thackeray en Los recién llegados; Honoré de Balzac en La Comedia Humana; Gustav Freytag en Deber y Haber; Alexandre Dumas en El Tulipán Negro, y Emile Zola en El Dinero, hacen de este sucio tema el centro de sus tramas. O sea, libros para leer tenía.

Pero no vivimos en la trama de una novela sino en un mundo donde las confianzas puestas en nosotros son sagradas y porque no hay peor consejero para un país que el olvido. La causa rol nº 99.971 de 1982 es una cifra cargada de advertencias y significados secretos que no debe ser olvidada. ¿O esperaremos a que Chile se convierta en un gigantesco Banco de Talca al que se pueda "asesorar" externamente? Sería tarde y extremadamente triste.

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