viernes, abril 10, 2009

Debate grande y debate chico. Victor Maldonado


Quien busca la continuidad de un gobierno ha de decirlo, y quien lo rechaza no puede ocultarlo. Con mentiras no se hace una política seria, y hay que ser coherente con lo que se piensa y transparente con lo que se es.
Es bien sintomático que se haya implementado una inédita primaria regional, en la que han participado decenas de miles de personas, y se proclamó el candidato presidencial de la Concertación sin que hoy se hable de nada de esto. En cambio, de lo que se habla en los medios de comunicación es de un impasse entre los senadores Camilo Escalona y José Antonio Gómez. Como esta disputa se produjo nada menos que en el cierre de un acto público, es entendible el modo cómo han procedido la televisión y la prensa. Lo que tenían los medios era nada menos que una imagen y, con esto, ya lo tenían todo.
La prensa podía tener una cierta certeza de que, en la exposición de la polémica, iba a contar con muchas y variadas reacciones de los asistentes. Con esto ya contaban con material como para otorgar continuidad a un hecho al que podían dar gran importancia, ya sea que la tuviera o no. Cuando al fin se levante la polvadera, no quedará nada. Excepto un mal sabor de boca. Porque se opacó un proceso importante, largamente preparado, en que participó un número significativo de ciudadanos, convocados para algo trascendente y de relevancia nacional, no como teloneros de un exabrupto.

No hay que olvidar que el respeto hacia las personas no se termina con la visita a los hogares, ni con los actos públicos, ni tampoco con la convocatoria a participar de una elección. También el respeto se expresa en mantener la importancia y relevancia del evento al que se convocó. Y esto importa más que ningún orgullo herido y que ninguna sobreactuación, por justificada que parezca en el momento. En política cada cual puede decir qué es aquello que considera clave, es decir, a qué le dedica su tiempo. Quien se pierde en polémicas sin contenido deja de abordar aspectos de interés general, que ya no son atendidos como se debe, dejando un amplio margen de maniobra a los adversarios.

Por eso cabe esperar, cada vez que ocurre un episodio atrayente e insignificante como el mencionado, volver al núcleo de interés que se identifica con las posibilidades de ganar la competencia presidencial. El liderazgo se prueba en la capacidad de interpretar a importantes sectores ciudadanos. Pero también los conductores se prueban al superar -antes que otros- los más enojosos acontecimientos de tono menor. Meterse en un lío está al alcance de todos, pero saber salir a tiempo de un atolladero requiere ejercer capacidades poco corrientes.

La mejor reacción

El único camino posible es retomar la línea central de la campaña. Queda como tarea pendiente el realizar un acto público de la Concertación con su candidato, mostrando no el fin de una campaña interna, sino el inicio de una campaña nacional que a todos compromete. No basta con que la unidad de la Concertación sea un hecho objetivo, también tiene que ser un hecho visible y palpable. Y como, por las razones por todos conocidas, ello no fue posible de entregar al final de las primarias en O’Higgins y Maule, entonces hay que realizarlo ahora.

En seguida, éste es el tiempo en el que se hace necesario una constitución más amplia y pluralista del comando nacional. La función más destacada de la conducción de campaña es la de integrarlos a todos y entregar los lineamientos que dan sentido y coherencia a la presencia territorial que se despliega y a los mensajes comunicacionales que se emiten. En realidad, el lanzamiento de la campaña coincide, también, con el inicio de la constitución de las direcciones de campaña en todas las regiones. Se ha de movilizar y comprometer en tareas específicas a una gran cantidad de personas, hoy inactivas por causas ajenas a su voluntad. La constitución del comando nacional y sus contrapartes en regiones es algo completamente necesario, porque la competencia presidencial obliga a un permanente aumento de la envergadura de la organización que la lleva adelante. Es posible que las primarias hayan mostrado que el equipo que acompaña a Frei requerirá reordenarse y reforzarse para poder asegurar el triunfo. Pero esto es un paso inicial. En áreas sensibles se necesitan nuevos refuerzos para funcionar bien, y aun siquiera para funcionar a secas.

Distinguir para unir

Puede que, al final, se muestre como una bendición el haber tenido que enfrentar tan temprano un desafío exigente a la vez que acotado. De otro modo, deficiencias importantes hubieran podido conservarse sin advertir por un tiempo más prolongado de lo conveniente. Volver al esfuerzo medular de competir con la derecha y evitar despegarse del contacto ciudadano parece lo más importante en la actualidad.

Puede que en este aspecto valga la pena observar la iniciativa tomada por Bachelet esta misma semana. Lo que hizo la Mandataria fue mantener su programa de visita a regiones sin ninguna variación. Tampoco ha alterado el formato de sus giras, que incluye siempre la invitación a los parlamentarios de Gobierno y oposición de la zona. Llegó a la Región de los Ríos y, por eso, en la inauguración de un complejo habitacional en Valdivia y el recorrido del programa estuvo acompañada por el senador Frei. Este hecho, completamente ajustado a una línea de comportamiento permanente, fue muy criticado por la oposición. Estas críticas fueron contestadas de modo contundente. Si los parlamentarios son invitados sin distinción, no corresponden los rezongos. "Esto no es intervención electoral, es gobernar", dijo Bachelet.

Frei fue igual de rotundo. Primero, porque afirmó que "siempre que la Presidenta venga a mi región voy a acompañarla. Si a algunos les molesta, problema de cada uno". Segundo, puso el acento donde correspondía, en fijar su posición política de fondo: "Voy a mantener los programas sociales de la Presidenta Bachelet, que los otros candidatos digan si van a hacer lo mismo". Estamos haciendo referencia a un hecho anecdótico, tanto como aquél que ha concentrado la atención de la prensa, pero con la gran diferencia de que es plenamente atinente a las prioridades del momento.

Nos encontramos con dos líderes, abocados a sus tareas, que confluyen en terreno tras los logros palpables del Gobierno y que hacen referencia a una conducta política permanente y nada oportunista. Es una actitud que obliga a optar entre alternativas políticas bien delimitadas. No entra en la polémica pequeña, sino que identifica diferencias que interesan a muchos. Es necesario distinguir. Gobernar es distinto de hacer campaña. Se gobierna para todos, se trabaja para el bien común con bienes públicos, y los actos a los que se convoca son oficiales y abiertos a los más diversos sectores. Se hace campaña para llegar a ser mayoría en las urnas, se trabaja con los convencidos buscando la adhesión de los indecisos, y se marcan las diferencias con otras opciones en competencia.

Pero la esquizofrenia no es un ideal a seguir en política. Siempre es necesario distinguir, pero no al punto de la desconexión total. Quien busca la continuidad de un gobierno ha de decirlo, y quien lo rechaza no puede ocultarlo. Con mentiras no se hace una política seria, y hay que ser coherente con lo que se piensa y transparente con lo que se es. El intervencionismo, el uso de recursos públicos, son fines sectarios, es repudiable. Pero ocultar las diferencias también. Lo que hay que lograr es el juego limpio de todos para que el ciudadano, informado y capaz de juicio propio, decida. Para que la democracia funcione, hay que volver a los temas grandes.
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