viernes, abril 10, 2009

Principio de cierre. Rodolfo Fortunatti

No es raro que la prensa se concentre en las cuestiones menos importantes de un episodio. Tampoco es extraño que focalice la atención en las emociones y afectos comprometidos en una determinada situación. Así ocurre cuando el propósito es sensibilizar a la opinión pública y orientarla en la dirección deseada. La verdad es que esto es lo que regularmente ocurre en la era del video: la imagen puede decir incluso lo que nunca ha dicho.
¿Qué le dijo Escalona a Gómez? Le dijo lo que los periodistas dicen que les dijeron
quienes los oyeron. Pero nadie que vea el video escuchará la conversación entre Escalona y Gómez. Lo único que logrará captar el observador será una mecánica y monótona lectura de cómputos. Nadie que mire el video podrá ver a Escalona punzando
la espalda de Gómez. Y nadie lo verá dándole puntapiés. Acaso descubra agresiones de
terceros. Escalona reconocerá sin embargo que el momento era inadecuado.¿Qué ha hecho la prensa? Primero, ha elaborado e instalado en la mente del espectador una controversia que sólo Escalona y Gómez conocen en todos su detalles. Valiéndose
del viejo principio de cierre, en función del cual tendemos a imaginar los objetos que percibimos incompletos como si en realidad estuvieran completos, la prensa ha unido los fragmentos de distintos testimonios, hechos por distintas personas, ubicadas en distintos puntos del escenario, para construir una interpretación unilateral de lo hablado.
Y este relato se ha repetido y multiplicado por doquier, dando origen a nuevas
interpretaciones, conclusiones, y eventuales consecuencias para la vida moral y afectiva de las personas y de la sociedad. Así, la imagen ha terminado diciendo lo que nunca dijo.
Y, segundo, aplicando la ley de la pregnancia, donde lo más simple es lo más fácil de
asimilar, la prensa ha creado una experiencia sensible groseramente reduccionista de
nuestra cultura política. Ha querido diluir un acto democrático de gran responsabilidad cívica y compromiso ciudadano, en la figura de políticos deslenguados y vulgares.
Porque no otra es la sustancia que ha destilado de las primarias de la Concertación, lo que contrasta con el tratamiento dado por esta misma prensa al plebiscito de Vitacura. Y si existe una excepción que confirme la regla, ésta la ofrece El Mostrador, cuyas editoriales constituyen hoy por hoy un punto de referencia obligado para avanzar hacia una sociedad respetuosa de sus ciudadanos, de sus instituciones y de sus dirigentes.
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