Las próximas elecciones .Biehl del Río, John
De manera siniestra, como si se tratara de un mal desconocido que avanza cual niebla incontenible, la crisis de la economía global comienza a arrebatar lo más sagrado a aquellos que menos tienen, sean personas o países. Ya quedó atrás la búsqueda de culpables. Con algunas decenas de deshonestos e incapaces individualizados en los epicentros más sobresalientes del sorpresivo estallido, y afirmaciones generales, que desde todos los rincones condenan el desfachatado mal manejo tanto de parte del sector financiero como de algunas empresas, las responsabilidades para salir del embrollo se han trasladado rápidamente a los estados y a los gobiernos de turno. Se preparan paquetes de "rescate" en países grandes y pequeños y los resultados de esos programas de "salvación" son medidos por los todopoderosos instrumentos de los mismos que causaron la crisis. Algunos líderes políticos han proclamado que la medición del éxito de sus propuestas deberá ser hecha por la conservación del empleo; por impedir que aumente la pobreza y otras afirmaciones piadosas. Inútiles resultan estas frases frente al imperio de las bolsas de valores ya tomadas de la mano en rondas que abrazan el planeta. Allí, donde sólo participan minorías exquisitas, se sanciona minuto a minuto si están agradecidas de lo que se les está dando o quieren más y más. De esa medición implacable no hay hoy, en el mundo, liderazgo político que logre escaparse.
Ingenuamente, algunos reclaman méritos porque en el ayer se negaron a utilizar recursos para rescatar pequeñas y medianas empresas o para mejorar servicios hospitalarios o escolares, y manifiestan su felicidad pues ahora tienen más dinero para entregar a esos barriles sin fondo. Esas expresiones son la mejor demostración de un liderazgo político fallado. Las prioridades no fueron fijadas ni sus resultados serán medidos por la clase política. Ellos sólo asumirán la responsabilidad.
Algunos políticos que no renuncian a pretender que son ellos los que dirigen los rescates hablan de salvar su industria de refrigeradores; otros, sus salmones, que escapan asustados de sus jaulas; otros, de sus automóviles, y así podría seguirse largamente. El dinero irá irremisiblemente a manos de los principales culpables. En una primera etapa, los millones y millones recibidos desaparecen con un misterio que hasta Houdini envidiaría.
En la crisis de los años 30, en América Latina cayeron todos los gobiernos establecidos, menos el de Costa Rica. Fue allí donde aparecieron personajes como Trujillo, Batista, Somoza; se sucedieron juntas militares, socialistas o no, y se iniciaron décadas de inestabilidad, violaciones de derechos humanos, populismo, más deshonestidad y concentración del ingreso y de la riqueza.
Ahora que nuevamente los gobiernos habrán de responder por una crisis económica, no es probable que en nuestra América vuelva a suceder políticamente aquello que ocurrió en los 30. Varios gobiernos atraviesan coyunturas políticas difíciles sin agregar esta crisis financiera y gerencial. Sería deseable que estuviésemos muy alertas para que el precio que los gobiernos habrán de sufrir por tener que cabalgar la crisis no sea utilizado para romper moldes básicos de una democracia que, en nuestro continente, recién levanta sus cimientos.
La campaña política en nuestro país será extremadamente dura y terminará por centrarse, día a día y más y más, en los dolores del pesado avance de la crisis. El mismo estilo de política que hemos visto hasta ahora de ataques personales, que conducen por naturaleza a la irracionalidad, se dará en los momentos más críticos. Para la oposición en cualquier país del mundo será fácil, en este contexto, colocar a los gobiernos en la arena del circo romano. Es un maná caído del cielo en época electoral. Ahora que se reafirma el imperio de lo económico sobre lo político sólo queda esperar que surja algún liderazgo que, por encima del oportunismo fácil, reivindique una conducción humanista de la mayor escasez de recursos que se avecina en todos los planos. Esta conducta deseada pertenece al derecho a soñar. No hay historia para esperar que así sea en la política chilena.
[+/-] Seguir Leyendo...
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home