lunes, marzo 02, 2009

GÓMEZ Y SERRANO UNIDOS POR LA INTOLERANCIA. Andres Rojo


Mientras los presidentes de la DC y del PS tratan de que su par radical José Antonio Gómez renuncie a su derecho a competir en las primarias de la Concertación con Eduardo Frei, se conoció la noticia del fallecimiento de Miguel Serrano, destacado escritor más conocido por sus posturas nacional socialistas que por su obra literaria. Sin ser ni radical ni hitleriano, es interesante analizar cómo sus figuras son percibidas en el país.

Ambos personajes -Gómez y Serrano- sufren la intolerancia de sus iguales. Gómez, sin duda alguna, es un dirigente carismático y tiene el respaldo de su partido, en el que, a diferencia de las demás colectividades de la Concertación, no se perciben divisiones internas y sí un creciente incremento de su militancia juvenil, todo lo cual lo avala para intentar competir y negarle ese derecho antes de la primera contienda regional, prevista para la primera semana de abril sólo puede ser interpretado como una señal negativa para el prestigio de la política.
Si Gómez, en definitiva, tiene pocos votos, al menos permitirá que Frei se entrene en la competencia y puedan recogerse nuevas ideas y propuestas. Pero si tiene más éxito del esperado, es evidente que daña la opción de la Concertación, pero eso ocurriría de todos modos en diciembre. ¿No es más lógico probar el arraigo ciudadano de Frei antes de tiempo? Las encuestas no son verdades absolutas y la democracia exige el ejercicio de la participación ciudadana. No hay que olvidar que José Antonio Gómez desplazó del Senado a Carmen Frei.

Miguel Serrano por su parte, fue embajador hasta 1970, pasando por gobiernos de distinto signo que reconocieron su capacidad sin discriminarlo por su simpatía hacia Hitler o sus ideas esotéricas. Fue amigo de autores tan relevantes como Herman Hesse y Carl Jung, además de desarrollar vínculos de amistad con personalidades claves como el Dalai Lama o Indira Gandhi. Pero sus libros no se leen y es probable que si algún medio hace una nota sobre su vida se ponga el acento en sus imágenes con el brazo levantado, haciendo el saludo nazi.

Ser un candidato permanente al Premio Nacional de Literatura, respaldado por otros premios nacionales como Armando Uribe, justificaría un mejor trato que la caricatura pero en el ámbito literario, al igual que en el político y tantos otros espacios de la actividad humana, parece primar la envidia y la negación de los atributos de los demás.

En este sentido, tanto Gómez como Serrano muestran las peores facetas de la idiosincrasia nacional. Si Gómez no tiene arraigo popular, cuál sería el problema en dejarlo competir. Si Serrano fuera un mal escritor, cuál sería la dificultad en que sus libros sean leídos por la juventud. Es el temor a la discrepancia, a la idea diferente, lo que parece animar a quienes tratan de mantener el mundo de las ideas bajo una uniformidad asfixiante.
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