viernes, noviembre 07, 2008

¿Necesita el Chile del Siglo XXI un Partido Demócrata Cristiano?

La crisis y la pregunta fundamental:¿Necesita el Chile del Siglo XXI un Partido Demócrata Cristiano?
Héctor Casanueva
Militante del PDC
El diccionario de la Real Academia Española tiene siete acepciones para la palabra “crisis”:
1. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente.
2. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales.
3. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese.
4. Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.
5. Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente.
6. Escasez, carestía.
7. Situación dificultosa o complicada.
No cabe duda que la actual coyuntura que vive el PDC se ajusta a todas las definiciones de la RAE. Pero tal vez la primera de ellas sea la más pertinente para graficar a lo que se enfrenta el partido. La evolución de los acontecimientos demostrará si este cambio brusco será para mejorar al enfermo, o para agravar su estado.El resultado electoral de la Democracia Cristiana en las municipales ha originado una verdadera convulsión, renuncia de la mesa incluida, y ha sido objeto de variadas interpretaciones y explicaciones, dentro y fuera del Partido.

Se dice que elegimos mal a los candidatos, que no supimos administrar los pactos de omisión, que no tuvimos presencia, que llevar dos listas nos perjudicó, que los colorines se llevaron parte de la votación, que hubo un desplazamiento de votos a RN, la abstención nos perjudica especialmente a nosotros, las pugnas internas debilitaron al partido, y un largo etcétera. A mi juicio estas consideraciones, si bien pueden ser ciertas como causa eficiente de esta baja en la votación, son sin embargo consecuencia de no haber enfrentado y resuelto hace mucho tiempo una cuestión fundamental, que tiene que ver con la falta de una respuesta consistente a la siguiente pregunta: ¿Necesita Chile hoy a la Democracia Cristiana?La pregunta se puede subdividir a su vez en otras más específicas:¿Qué puede aportar hoy la DC al país?¿Percibe la ciudadanía que la DC tiene algo que aportar al Chile del Siglo XXI?¿Por qué elegir a un candidato de la DC para un cargo público?¿Cual es el hecho diferencial por el que podríamos ser preferidos?No es que nunca nadie se haya hecho estas preguntas –de hecho han estado presentes en nuestro V Congreso- sólo que las respuestas no han sido consistentes.

Porque ser consistentes significa adherir en la respuesta a la trilogía virtuosa “propuesta-compromiso-testimonio” sin excluir ninguna de sus partes.O sea, podemos tener propuesta, pero si no tenemos compromiso y no damos testimonio, no sirve. Podemos tener compromiso y testimonio, pero sin propuesta, tampoco sirve. Podemos dar testimonio, pero sin propuesta y compromiso no incide más allá del ámbito personal. Y como somos un partido político, y no un grupo de meditación, tampoco un club deportivo ni una empresa privada, nuestro foco es la ocupación del poder a todos los niveles del cuerpo social, pero para conducir el país hacia el bien común, a partir de principios, de ideas y una praxis política. Pero en nuestro caso, la distancia entre el discurso y la práctica se ha hecho cada vez mayor, con grandes excepciones, como en el caso de la renuncia de nuestra presidenta nacional, de una consecuencia notable.

Advertencia: Después de la guerra, todos son generales, y por eso, antes de entrar en materia, debo señalar que la mayor parte de este artículo se remite a otro anterior, que escribí hace más de dos años, con el título: “La democracia cristiana, ¿en riesgo de perder vigencia?”, publicado en la Revista Política y Espíritu de junio de 2006[1], que lamentablemente resultó anticipatorio de lo ocurrido en la elección del domingo 26 de octubre. Para seguir leyendo.... http://hectorcasanueva.blogspot.com/