El Eterno Retorno en la DC: los Príncipes y los Plebeyos.Gabriel de Pujadas
Después del resultado electoral del 26 de octubre la Democracia Cristiana ha salido damnificada y a tratado de entrar en un proceso mediante el cual se generalicen los errores y así diluir las responsabilidades, dejándolas caer en todas y todos los demócratas cristianos, es decir, en la militancia más de base. Si uno mide las responsabilidades políticas por el grado de poder que se tiene en las conducciones de los partidos políticos, es preciso afirmar con fuerza que no todos tienen los mismos grados de responsabilidad pues no todos participan en el mismo grado y naturaleza del usufructo del poder, como tampoco en la generación del mismo, pues una vez hecho público los grupos elitistas se lo enquistan e intentan mantenerlo estable e inamovible a través del tiempo. Las elites, como su nombre lo indica, se elitizan y los que no participan en ellas son, la mayor parte de las veces, meras cortes fantasmagóricas del acontecer de las decisiones políticas. Es sólo en las ocasiones que las elites fracasan en sus intentos de un manejo adecuado del poder, (especialmente cuando no dan muestras de "una mayor democracia" o éxito en la construcción de la misma), cuando se torna para éstas muy difícil seguir consolidando o manteniendo el poder usufructuado por diferentes períodos de tiempos. No obstante lo anterior, en la Democracia Cristiana nos ha faltado la valentía de reconocer y decir que quienes han llevado al partido ha estos límites, tienen costos que asumir pues ellos manejaron el poder en los últimos tiempos, con sus aciertos y errores. En vez de hacer este ejercicio sanador, se sigue recurriendo a los nombres de una elite ya desgastada. Existe, sin duda, un fenómeno sicológico que nos esta consumiendo. Se proponen nombres para una "sucesión", como en los estados principescos, se autonominan candidatos y la militancia, es decir, la plebe, se entera por la prensa de los posibles nuevos nombres de la dirigencia nacional. Nadie le pregunta a la militancia, nadie escucha, nadie abre caminos de participación. Y esto es grave, pues existen nombres de militantes destacados y muy comprometidos que han realizado durante muchos años un trabajo (y muchos, una vida entera) en vistas a superar las brechas entre nuestros ideales y la realidad que nos rodea. Por lo mismo, uno se pregunta si es la Junta Nacional, el cuerpo orgánico que mejor representa las inquietudes de los militantes. Al parecer, es lo mejor que tenemos como organismo regulador y orientador de nuestro devenir político partidario. Quizá no lo mejor y más perfecto, pero ahí está. Sin embargo, han existido otras instancias más representativas de la militancia, como lo fuera el último Congreso Nacional del PDC. La militancia si se expresó en este Congreso Ideológico-Programático, en donde concurrieron mas de 1500 camaradas de todo el país elegidos por las bases y en cuyos resultados tuvo una activa participación la corriente de pensamiento y acción liderada en esa época por Adolfo Zaldivar ¿Será por eso que sus resultados han quedado en el recuerdo, perdidos en el último cajón del escritorio de la Directiva Nacional? Nuevamente el pensamiento de la base DC no ha sido escuchado por la elite dirigencial, desvalorizando los llamados a cambiar el modelo socio económico y cultural imperante, el lucro en educación y otros tantos temas y problemas de incidencia directa en la vida cotidiana de las personas. Como en la antigua Roma se reproduce la lucha, al parecer natural, entre la nobleza (que puede adquirir el nombre que se quiera) y la plebe (que también lo puede hacer). Las personas que vivían al margen de las familias patricias, los refugiados, los vencidos, artesanos o campesinos, empleados públicos podríamos decir hoy, entre muchos otros, no tenían derecho a ser ciudadanos, aunque fueran la mayoría. No tenían derecho al uso del poder político que los gobernaba. ¿Se mantendrá esto así, en nuestros tiempos, en este Chile que amamos o será una circunstancia histórica especial? Uno se pregunta ¿no seremos los militantes simples plebeyos en la conciencia de nuestros dirigentes?, solo llamados para las campañas, para llevar las banderas, entregar folletos del candidato/a, para salir a tocar puertas, para hablar a favor de uno u otro. La elección de Obama nos muestra un camino importante. Es posible que sea el tiempo de la militancia ya desencantada, la cual debe asumir mayores grados de manejo de poder dentro del PDC, para influir en el destino de nuestra organización política. Existen hombres y mujeres muy valiosos que deben representarnos en la nueva directiva nacional y que han estado siempre trabajando con las bases partidarias. No son príncipes ni pertenecen a las elites tradicionales de la política chilena. Deben ser estos/as quienes nos hagan repensar los intereses de Chile, de su gente, a lo largo y ancho del país. Las elecciones municipales nos han dado una lección: la actual minoría dirigencial no representa las aspiraciones de la militancia y menos de la ciudadanía, pues no esta en concordancia con lo que quieren las personas. Surge entonces la pregunta: ¿cómo actuaremos sabiamente para que el próximo Presidente Nacional del PDC y su mesa represente y haga efectivo los acuerdos del V Congreso y sea de verdad representativo de la militancia? Tenemos que conversar, participar y de una vez, reconocer a los que tienen representación de la militancia de base para ser integrados a la tarea de reconstruir el PDC.
Gabriel de Pujadas H.
Noviembre 2008
Gabriel de Pujadas H.
Noviembre 2008
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