domingo, mayo 06, 2007

Un mandatario que apunta al "respeto" y la "seguridad"

Abanderado de los valores de trabajo, mérito y autoridad, confeso defensor de una "derecha republicana" y autoproclamado "candidato del pueblo", el hiperactivo Nicolas Sarkozy alcanzó hoy la presidencia de Francia


El postulante de la conservadora y gobernante Unión por un Movimiento Popular (UMP) ha ganado la segunda y última ronda de las Presidenciales, según los primeros resultados oficiales. Como su contrincante, la socialista Ségolène Royal, Sarkozy encarna, a sus 52 años, una nueva generación y libraba su primera liza presidencial, culminación de tres décadas en la política. Hijo de un aristócrata húngaro refugiado en Francia a finales de la II Guerra Mundial y nieto, por el lado materno, de un judío de Salónica -lo que dio pie al ultraderechista Jean-Marie Le Pen para negarle el derecho de aspirar a la jefatura de Estado-, Sarkozy dice que quiere "devolver a Francia todo lo que le ha dado". Abogado y diplomado en Ciencias Políticas, se adhiere en 1974 a la gaullista UDR y en 1976 a su sucesora, el RPR del actual presidente saliente francés, Jacques Chirac. Elegido a los 28 años alcalde de Neuilly-sur-Seine, localidad selecta de las afueras de París, y diputado a los 33, fue ministro de Presupuesto a los 38 en el Gobierno de Edouard Balladur. En las Presidenciales de 1995, apuesta por Balladur contra Chirac, un error que pagaría con una larga travesía del desierto. Sarkozy, que se había introducido en el círculo privado del entonces alcalde de París, pasó de ser "el pequeño Nicolas" al "pequeño traidor" para el clan Chirac. Tras endosar en 1999 la derrota del RPR en las Europeas, en 2002, después de la reelección de Chirac por la que "mojó la camisa", vuelve al Gobierno. Primero como ministro de Interior, donde su lucha contra la delincuencia y la inmigración ilegal le convierten en el político más popular de la derecha y luego como titular de Finanzas, hasta que en 2004 toma las riendas de la UMP, creada en 2002 por Chirac y que debía servir para aupar a su delfín Alain Juppé al Elíseo. Sarkozy derrotó las maniobras de los seguidores de Chirac de la primera encarnación del frente "Todo Salvo Sarkozy" e hizo de la UMP una poderosa maquinaria al servicio de su ambición presidencial. Tras el "no" de los franceses a la Constitución europea en 2005, Chirac no tiene más remedio que recuperarle para el Gobierno como ministro de Interior. A finales de marzo último, Chirac dio su frío apoyo a Sarkozy para tratar de sucederle en el Elíseo. El pasado 22 de abril, el postulante de la UMP llegó primero, con el 31,18 por ciento de los votos, superando en más de cinco puntos a la que quiso ser la primera mujer en llegar al Elíseo. Para la primera vuelta el candidato de la "ruptura tranquila" había derechizado su discurso -así propuso un Ministerio de la Inmigración y la Identidad Nacional-, para reconquistar a parte del electorado de la ultraderecha. Para la segunda ronda, compitió con Royal por el voto popular y por los casi siete millones de electores que apoyaron al centrista François Bayrou. Amenazado por un nuevo frente "Todo Salvo Sarkozy" de izquierdas, en el que engloba a supervivientes o herederos de la ideología del mayo del 1968 a la que achaca muchos de los males del país, se presentó como el "candidato del pueblo" al que ofrece construir el "nuevo sueño" de una "Francia fraternal". Padre de tres hijos y casado en segundas nupcias con Cecilia, de ascendencia española, Sarkozy quiere ser amado pero asusta, según los sondeos, a la mayoría de sus compatriotas por su autoritarismo. Hay quienes incluso predicen una "explosión" en las barriadas periféricas tras la victoria de quien, como titular de Interior, prometió limpiarlas con "manguera de presión" y llamó "gentuza" a los jóvenes delincuentes que las habitan, poco antes de que estallaran las revueltas del otoño de 2005. En este afán por desmarcarse de la imagen de una clase política alejada de las preocupaciones de los franceses, ha jugado también la baza de la proximidad, la "acción" y el "resultado", y un corpus de valores fáciles de identificar: el trabajo ("trabajar más para ganar más"), el mérito, la autoridad, la responsabilidad y el respeto