martes, abril 24, 2007

....Ni príncipes ni vasallos, demócratas cristianos....M.Verdugo...

El calentamiento global no sólo está causando mayor cantidad de tormentas, aluviones, huracanes y sequías. Al menos en Chile. Efectivamente, las pasiones parecen desatadas y nublan la razón. No se explica de otra forma lo que está pasando en la política nacional, tanto en la Concertación como en la Alianza y, en forma especial en el PPD y en nuestra casa, la Democracia Cristiana.
Una fiebre parece haberse adueñado de los cuerpos y mentes de varios y varias figuras de nuestro partido.
Alejándose totalmente de las inquietudes, angustias, problemas, esperanzas, sueños y frustraciones de la población, estas figuras hace ya un largo tiempo se acomodaron a la seudo democracia que imponen los medios de comunicación –en más del 90% en manos de la derecha política y económica- y surten con un festival de declaraciones y contra declaraciones a diarios, revistas y TV que les ponen la música que a ellos más les conviene: la que busca desprestigiar a la política.
Ellos y ellas, con una inocencia que puede confundirse con la estupidez, se suman fervorosos/as a esta campaña sistemática que desnuda su ambición, sed de poder, inconsistencia ideológica, odiosidades personales, sectarismos, descalificaciones, intolerancia, acusaciones varias.
Entre medio, casi colados y para “los iniciados”, los medios nos hablan de utilidades por sobre el 20% para las empresas; de un superávit de 11 mil millones de dólares, de traer trabajadores extranjeros para cosechar en el campo, de la aplicación de la ley de subcontratación.
Entre medio nada ha cambiado en la educación y nuestros jóvenes ingresan a clases bajo el mismo fracasado y caro esquema educativo. Miles de jóvenes talentosos siguen estudios superiores con grandes dificultades económicas; otros miles son engañados por organismos que se denominan “universidad”, pero que en la práctica sólo producen cesantes titulados y de mediocre preparación.
Entre medio se anuncia con bombos y platillos el Transantiago. Se gastan millones y millones en máquinas y procesos que funcionan a medias, se distribuyen miles y miles de cartillas que para la mayoría resultaron incomprensibles; se redujeron los asientos en el Metro y buses para que la gente vaya más apiñada. En un discurso cada día más incoherente se suprimen a miles y miles de pequeños y micro empresarios de la locomoción para favorecer a tres o cuatro conglomerados.
Simultáneamente se desarrolla un debate entre sordos y ciegos respecto al uso de la píldora del día después. Unos tratando de imponer sus valores, otros tratando de ridiculizar a los que profesan una fe. ¿El debate serio, profundo, respetuoso, donde está? En Chile no, por supuesto.
En la derecha se aguantan, pero no se tragan. Levantan candidatos y candidatas que se sonríen mutuamente, pero al segundo se clavan la daga por la espalda.
En la Concertación, cada tanto discuten sobre el futuro de las “más exitosa coalición gobernante” de la historia de Chile. Para ello exhiben cifras que muestran una fuerte disminución de la pobreza y la miseria, muestran súper carreteras, grandes colegios con docentes mal pagados y mal preparados, el crecimiento del per cápita, el balance estructural, las utilidades de las empresas, el superávit, etc. Se enredan un poco con las denuncias sobre mal uso de dineros fiscales y sobre uno que otro CV inventado, pero nada, nada, dicen sobre las generaciones frustradas, sobre los esclavos salariales, sobre la falta de reales oportunidades, sobre la forma en que nuestras ciudades se estratifican formando ghettos de “gente como uno” y los demás.
En toda esta discusión hay un elemento que habla del despego de muchos demócrata cristianos de lo que fueron los valores que acompañaron el nacimiento del partido. Me refiero a la soberbia. A la soberbia intelectual de algunos, a la soberbia de cuna de otros, y a la soberbia del ganador, que avasalla, que aplasta al diverso.
Soberbio el ministro de Hacienda, soberbios algunos camaradas que descalifican a quien sostiene una posición distinta, soberbios en el ninguneo, soberbios para formar frentes unidos, sólidos, levantados para defender posiciones, ventajas y prebendas.
A este mundo satisfecho quienes hemos sido favorecidos por la vida queremos decirles que no bajaremos las alas, que lucharemos una y otras vez, que nos pararemos una y otra vez levantando las banderas de los pobres, de los emergentes, de los hombres y mujeres de trabajo de nuestro país. En ello no transaremos, no claudicaremos.
Ni príncipes, ni vasallos, sino demócrata cristianos/as de verdad. Eso somos, y por eso estamos dispuestos de nuevo a poner en marcha una revolución en libertad.
Myriam Verdugo
Consejera Nacional
Santiago 26 de Abril de 2007