Temor a la gente.Andres Rojo Torrealba
Es
curioso que los dirigentes políticos, que son los primeros voluntarios para
trabajar en conjunto con las personas, que dicen querer representarlos y
sacrificarse por su servicio, sean también los que muestran mayores señales de
desconfiar de la opinión de la gente a la hora de tomar decisiones.
En estos días, tras una encuesta
CEP que no traía mayores novedades en cuando a las intenciones de voto, tanto
en la Alianza como en la Concertación comenzaron a aparecer voces insinuando
que sería mejor no realizar elecciones primarias para definir los candidatos
presidenciales de cada sector. En la
Alianza, el argumento es no enfrascarse en disputas internas y concentrarse en
fortalecer los nombres que arrojen las encuestas. En la Concertación, mientras tanto, el
argumento es que Michelle Bachelet ya está posicionada como ganadora y que
someterla al trámite de las parlamentarias puede desgastarla, además de afectar
la imagen de fortaleza que tiene si no se logra una alta participación
ciudadana.
En estos días también se ha
producido una ácida reacción de la Alianza al planteamiento del presidente de
la DC Ignacio Walker, respecto a promover la convocatoria a una Asamblea Constituyente,
diciéndose incluso que sería inconstitucional por la sencilla razón de que la
Constitución no la establece como mecanismo legal, lo que es obvio porque
nuestra Carta Fundamental fue hecha precisamente para no ser reformada sin
grandes mayorías.
Y es curioso porque en la campaña
presidencial pasada Frei habló de redactar una nueva Constitución sin que se
produjera esta reacción. Es curioso
también porque la idea de la Asamblea Constituyente viene planteándose hace
años desde la Izquierda y es evidente que la propuesta de Walker tiene más
sentido como provocación a RN para avanzar en las reformas constitucionales y
para que la DC no aparezca retrasada frente a sus partidos aliados en lo que se
refiere al mejoramiento de la democracia, lo que queda comprobado en que
durante los veinte años de administración de la Concertación no se impulsó
ninguna Asamblea Constituyente, ningún reemplazo completo de la Constitución ni
la posibilidad de un plebiscito.
Y es más curioso aún si se toma en
cuenta que ahora todos dicen estar
preocupados por promover la participación ciudadana. Es curioso, sin duda. Una cosa es lo que se dice y otra la que se
hace y al final eso es lo que hace que la gente desconfíe de las reales
intenciones de los políticos.
Evidentemente, hay excepciones pero esas excepciones no son relevantes
si no tienen el peso político necesario para hacer los cambios que se puedan
requerir.
Estas situaciones hacen recordar
cuando, durante la Presidencia de Aylwin, se pensó en celebrar el entonces
segundo aniversario del “No” y se dejó de lado la idea porque podía llegar poca
gente.
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