La duda que deja la CASEN 2011. Andrés Palma
Por
fin se puede encontrar en la Web del Ministerio de Desarrollo Social una
información más completa sobre la CASEN 2011, cuyos antecedentes preliminares
dio a conocer el gobierno el viernes pasado.
Hasta
ahora las cifras que se han entregado han sido positivas, aún cuando esconden
la realidad más profunda de la pobreza y de la distribución del ingreso en
nuestro país, que es que la pobreza es aún importante y que la distribución del
ingreso es muy mala.
Ambas
situaciones, especialmente la última, es percibida claramente por la sociedad.
La pobreza está más oculta porque hoy hay muchos menos pobres que hace veinte o
treinta años, muchos menos campamentos que entonces y mejores servicios
sociales que los que la memoria trae a comparación.
Sin
embargo un 14% o 15% de pobreza representa cerca de dos y medio millones de
personas, poco menos de la mitad de las que había en esta situación a fines de
la dictadura, pero un número demasiado importante como para que no se considere
como central en las políticas públicas.
Cabe
recordar, como lo han señalado diversos especialistas en estos días, que una
familia promedio de Chile cuyo único ingreso sea el Ingreso Mínimo fijado
recientemente está en condición de pobreza y muy cercana a la indigencia de acuerdo
a las cifras que nos entrega la Encuesta, ya que su ingreso monetario
disponible redondea los $160.000, lo que da un valor cercano a $40.000 por
persona si el grupo familiar lo componen cuatro personas, y la línea de pobreza
por persona es algo superior a $72.000 y la de indigencia la mitad de esta, es
decir poco más de $36.000.
Pero
el indicador con el que medimos los cambios en la situación de las familias y
la sociedad, que nos sirva para ello es
su mérito; nos dice que ha habido un cambio positivo entre 2009 y 2011, y ello
es bueno, más oculta esta mirada un problema de mayor magnitud: estamos
estancados en la lucha contra la pobreza desde mediados de lo que va de este
siglo ya que hoy tenemos más pobreza relativa y absoluta que hace seis años atrás.
Podemos
distinguir hoy tres fases en la lucha contra la pobreza. Entre 1990 y 1996 la
pobreza y la indigencia cayeron aceleradamente en nuestro país, luego, entre
1996 y 2003 la pobreza cae más lento y la indigencia prácticamente se mantiene,
aunque baja también este último año.
La
mantención de la indigencia y la menor baja de la pobreza llevaron a los
gobiernos de Frei y Lagos a impulsar Programas importantes para enfrentar esta
dimensión de nuestra sociedad: Chile Barrio, Chile Solidario, AUGE, entre
otros.
El
2006 tuvimos el mejor resultado en reducción de pobreza hasta ahora (13,7%),
pero desde entonces se ha estancado, lo que es una mala noticia en general. Es
cierto que esta vez se redujo la indigencia, lo que es bueno por cierto, pero
esos indigentes pasaron a ser pobres y, si analizamos las cifras en detalle,
pobres muy vulnerables.
Más,
la CASEN también se usa para analizar la distribución de los ingresos, y el
gobierno ha señalado que ésta ha mejorado entre 2009 y 2011, lo que ha
despertado suspicacias respecto de si la información está bien producida o no.
Creo que en este punto es razonable sostener una duda fundamentada en la
metodología, que se ve respaldada por las cifras publicadas recientemente.
El
asunto es el siguiente. La CASEN, con su importante muestra, permite detectar
con bastante exactitud las condiciones de la población pobre, incluidos sus
ingresos, más no lo hace igual con los ricos, tanto por las características de
la muestra como por la reticencia de esta parte de la población a responder
consultas que reflejan su exacta condición material. Esto determina que cada
vez que se realiza una Encuesta se le solicite a CEPAL que realice un ajuste de
las cifras de ingresos a partir de información sobre producción efectiva que
entrega el Banco Central, estableciendo un monto que se imputa a los ingresos
de las familias siguiendo una metodología razonable.
El
examen de los datos ajustados entregados por el ministerio de Desarrollo Social
nos dice que los nueve primero deciles de ingreso, es decir el 90% más pobre de
los hogares, aumentó de manera absoluta sus ingresos entre 2009 y 2011, y que
el décimo decil, es decir el decil más rico, disminuyó de manera absoluta sus
ingresos.
Esto
es difícil de creer en un contexto económico en que la economía ha crecido y no
ha habido cambios estructurales significativos. Tampoco es lo que el buen
juicio y la información disponible sobre la evolución de los ingresos nos
señala. Por lo demás es primera vez que esto ocurre.
Pienso
que esa reducción de los ingreso absolutos de los más ricos no es real, y por
lo tanto estamos ante una duda razonable sobre los resultados que se puedan
deducir a partir de esta información, y que esta reducción aparente se debe a
defectos metodológicos en la toma de antecedentes, en la asignación de esa
brecha de ingresos que he señalado, o en la estimación del producto, o a un
efecto conjunto de ellos, que nos obliga a relativizar los resultados.
Es
lógico que ante una reducción de la pobreza y de la indigencia, principalmente
motivada por la universalización de la Pensión Básica, hubiera una mejora en
los indicadores distributivos de razones (10/10 principalmente), ya que un
pequeño cambio en los ingresos de los más pobres hace crecer el denominador del
indicador demostrando una reducción en la desigualdad.
Pero
las mejoras que presentan los indicadores que se han publicado vienen más
afectadas por la reducción absoluta del ingreso de los más ricos que por este
efecto en los ingresos de los más pobres.
Si
no hay una explicación racional, como la Pensión Básica y los mayores empleos
para explicar los menores ingresos de los más pobres, para explicar la caída de
los ingresos absolutos de los más ricos, entonces la duda sobre el resultado de
distribución del ingreso de la CASEN 2011 es más que razonable
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home