De la reforma al binominal a la Asamblea Constituyente. Leonel Sánchez Jorquera
Parece
que las propuestas discursivas y legales sobre la reforma al sistema binominal
están llegando a sus últimos días. Ya sean propuestas reales y muy sentidas o
ya sean propuestas formales y presentadas sólo para no aparecer como un
conformista con la situación actual, las propuestas concretas sobre reforma del
sistema binominal, para elegir a los representantes del pueblo, parecen
agotarse frente a la imposibilidad política de concretarse.
A
esta altura resulta poco serio – y hasta jocoso – que los mismos actores
políticos que no han podido modificar el sistema electoral en tantos años nos
vuelvan a plantear dicha propuesta en el año 2015, 2020, 2025 y así
sucesivamente…
Lo
anterior genera una realidad político electoral de petrificación de la norma,
donde sabemos que las herramientas o instrumentos utilizados no sirven para
democratizar o perfeccionar el sistema electoral para elegir el poder
legislativo.
Es
como pretender destruir un bloque de concreto con una cuchara de plástico.
¡Simplemente
no se puede! Ni siquiera vale la pena intentarlo. Más aún, uno empieza a
sospechar de quienes nos invitan a romper un bloque de concreto con dicha
cucharita.
Reconocer
el fenómeno anterior nos abre una enorme posibilidad, un verdadero desafío, una
movilizadora propuesta de terminar con un sistema anacrónico, oligarca y
favorable a los intereses de cierta derecha autoritaria. Nos referimos a la
posibilidad de generar una asamblea constituyente que elabore una nueva
Constitución Política para Chile.
El
fundamento ético, paradojalmente, nos los entrega – hablando en un sentido
metafórico – el testimonio del “mocito” de Manuel Contreras, al recordarnos
como los servicios de seguridad de la dictadura fueron parte del fraude
electoral para aprobar la Constitución de 1980. Situación que por lo demás está
suficientemente documentada y conocida por todos y todas.
Sin
duda la propuesta de una Asamblea Constituyente que elaboré una Nueva
Constitución tiene muchos detractores. A los argumentos de la derecha no me
referiré pues son ampliamente conocidos. Los que me preocupan son los
argumentos del mundo de la oposición.
Permítanme
utilizar el esquema propuesto en “La Retórica de la reacción” de A. Hirschman
(1991)para responder a los sectores que se oponen a la propuesta de una
Asamblea Constituyente. Son tres tesis que se utilizan en forma reaccionaria,
desde un pensamiento conservador, que intentan paralizar cualquier
transformación.
La
primera tesis es la del efecto perverso, señala que algunas transformaciones
producirían el efecto contrario al buscado. En este caso, buscar una asamblea
constituyente que cambie toda la Constitución Política, haría que la
Constitución nunca se modifique y es mejor insistir por el camino de cambiar lo
posible primero, en este caso, el sistema binominal. Señalemos que 23 años de
experiencia en esta línea refutan dicho argumento.
La
segunda tesis es la de la inutilidad, asume una posición cínica, nos señala que
no sacamos nada con impulsar una asamblea constituyente que redacte una nueva
Constitución si finalmente todo seguirá igual. Apelan a la frustración y una
especie de “ley de la inmovilidad”.
Tienen
hasta un fundamento histórico, en Chile todas las Constituciones han sido
impuestas por la oligarquía, y va a seguir siendo así. Es la más peligrosa de
las argumentaciones contra la propuesta de impulsar una Asamblea Constituyente.
Por
último, esta la tesis del peligro, que señala que una propuesta de esta
naturaleza, incluso reconociéndole méritos, podría producir un nuevo escenario
peor al actual. De hecho se argumenta que la estabilidad política es un valor
público que hay que cuidar frente al desorden que podría provocar un debate de
una Asamblea Constituyente.
Consideremos
que los niveles actuales de ilegitimidad del sistema político hacen menos
potente dicha tesis, donde las injusticias cotidianas del modelo hacen que las
personas estén más dispuestas al riesgo de cualquier transformación profunda
del modelo de desarrollo y sus bases institucionales.
Estas
tres tesis han sido utilizadas, incluso por llamados sectores progresistas,
para detener procesos emancipadores de la humanidad en otras épocas. A la luz
de estas tres tesis recordemos el debate sobre la incorporación de las mujeres
con derecho a voto o la movilización social contra la dictadura de Pinochet. Y
se utilizan contra la propuesta de la Asamblea Constituyente que redacte una
nueva Constitución Política.
Por
lo anterior, constituye un primer paso, para impulsar una propuesta de asamblea
constituyente, el tomar conciencia de las propias dudas y resquemores que
genera dicha propuesta en personas y actores políticos del propio sector,
reflejada en las tres tesis presentadas.
En
mi modo de pensar, esto es una de las cuestiones esenciales en los próximos
debates en torno a las presidenciales del 2013. Se les tiene que exigir una
posición clara sobre el tema, tanto a los candidatos/aspresidenciales como a
los diversos actores políticos que apoyan a dichos candidatos/as.
El
esquema de Hirschman es un buen ejercicio para analizar la propuesta discursiva
de los actores involucrados en el tema, es decir, todos y todas y cada uno/a de
nosotros/as.
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