¿Y qué pasa si se acaba la Concertación?. Andres Rojo Torrealba
Cuenta la historia que cuando murió
la madre de Paul McCartney, el entonces adolescente le preguntó a su padre:
¿Qué haremos sin su dinero? La anécdota
se suele contar para explicar la preocupación del futuro beatle por el tema
financiero y para contraponer su inquietud por la pobreza con la fortuna que
llegó a amasar pocos años después.
Si se acaba la Concertación, como
parecen desear algunos sin decirlo y muchos lo esperan como algo inevitable, ocurre más o menos lo
mismo. Es decir, la vida sigue igual.
Como tenemos un sistema electoral
de mayorías -para estos efectos da más o menos lo mismo el binominal porque
basta con la exigencia de que el Presidente tenga el 50 % más uno de los votos-
lo más previsible es que las fuerzas políticas se reordenen para tratar de
alcanzar esa mayoría.
El misterio radica solamente en si
parte de la Democracia Cristiana derivará hacia Renovación Nacional, porque es
evidente -ya está anunciado- que el PPD y el Partido Radical mantendrán su
alianza con el Partido Comunista, en tanto que el Partido Socialista conservará
su alianza con la DC o lo que quede de ella.
Como ninguno de estos pactos basta para tener la mayoría estarán
obligados a un acuerdo, que sería solamente electoral y no sería muy distinto
de lo que ya hay.
Si suficientes demócrata cristianos
prefieren emigrar hacia RN, existe la posibilidad de que el sector liberal de
la Alianza tenga la fuerza para predominar frente a la UDI.
Hay que recordar en todo caso que
la muerte de la Concertación se viene preconizando desde 2007, cuando Adolfo
Zaldívar y los colorines fueron expulsados de la DC, a la par que Fernando
Flores, Schaulsohn y Esteban Valenzuela salieron de la misma forma del PPD. Es decir, se trata de una muerte dolorosa,
con una prolongada agonía, que debería evitar cualquier sorpresa.
En este sentido, es lógico suponer
que cada uno de los partidos que la integran ha tenido tiempo más que
suficiente para preparar su resurrección en el nuevo escenario político que se
configuraría y que, en definitiva, no debería ser muy distinto al que existe en
la actualidad.
Hay que considerar además que
algunos concertacionistas confían en que Michelle Bachelet regrese a poner
orden, pero como no pudo hacerlo en su primer gobierno, resulta difícil creer
que pueda hacerlo ahora. Esta es la
esperanza de los que ruegan por un milagro al costado del lecho del enfermo.
Finalmente, igual que en el caso de
Paul McCartney, lo concreto es que la vida sigue igual y que, después de un
período esperable de agitación y polémicas, todo volverá más o menos a lo
mismo.
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