Por una Política Razonable. Gonzalo Wielandt
El movimiento estudiantil ha dejado de manifiesto inconsistencias políticas altamente preocupantes. La fractura política de la democracia cristiana entre la directiva y los diputados deja al descubierto la carencia de un espíritu compartido. La ausencia de bien común pone en cuestión la existencia de cualquier institución y la crisis en cualquier Estado y sociedad. El problema fundamental que explica esto es la distorsión de valores de la conducta política y la actitud fundamentalista y fetichista para hacer política y enfrentar la realidad. Esto quiere decir, que es preocupante la actitud totalitaria de no sólo tratar despectivamente a quien piensa distinto, sino que adecuar la realidad a como dé lugar a la subjetividad propia sin la más mínima intención de generar gestos de entendimiento y comprensión, o incluso de empatía con el otro. O sea se perdió la buena voluntad y buena intención como pilares del bien común. En consecuencia, la crisis de agonía que sufre la democracia cristiana se parece a las crisis patológicas que sufren las personas con osteoporosis avanzada que se fracturan sin mediar, necesariamente, golpe externo alguno, lo que termina cada vez más con la inhabilidad total de la persona.
La democracia cristiana de haber sido en algún momento de la historia una vanguardia socialcomunitaria, dejo de serlo porque dejo de ser el centro político, fetichizó una alianza política que se comprendió para un momento histórico importante y la enemistad cívica interna impide cualquier tipo de entendimiento.
Por ejemplo, la conducta de los diputados DC contra el presidente camarada Ignacio Walker, no es posible si hubiera un sentido común democrático compartido. Los comunistas no harían con Teillier, lo que los demócratas cristianos hacen con Walker, los UDI no harían con Longueira, lo que los demócratas cristianos hacen con Walker. Dos partidos, que alejados de lo que son los valores humanistas cristianos, disponen de una política más razonable para actuar que los demócratas cristianos. ¿Por qué es posible esto? Porque el resentimiento, la falta de buena voluntad, el individualismo y la carencia de una orientación de bien común deja a la democracia cristiana fuera de toda política razonable.
Otro aspecto es la descalificación fácil, barata y claramente de mala intención o de manipulación discursiva. Debido al alto grado de vehemencia e intolerancia del debate resulta común calificar a otros camaradas de “anticomunistas”, como si los comunistas criticaran a sus compañeros por calificar despectivamente a los demócratas cristianos. En estos momentos se debe comprender que la búsqueda del centro político, de volver a ser vanguardia, de recuperar los valores del humanismo cristiano, definitivamente de volver acercarse al bien común no es ser anticomunista, sino que tratar de recuperar el espíritu socialcristiano de vocación nacional y popular.
Otro aspecto de descalificación es por ejemplo “racista”, o mencionar la expresión ¡qué vergüenza! Aquí nuevamente nos encontramos con los efectos de la intolerancia, la falta de comprensión y de la contaminación ideológica. El no tener voluntad o buena intención de interpretar los discursos a la luz del humanismo cristiano, lleva a buscar sólo la perversidad en la persona. Aquí hay una actitud dedemonización. Esto es altamente grave y condenable. Aquí, no sólo hay ausencia de política razonable, sino que de falta de entendimiento y/o mala intención.
Por último, la democracia cristiana deja de manifiesto toda pérdida de ser razonable cuando se esfuerza por eliminar o asesinar política a sus liderazgos o bien a su principal liderazgo. Ya lo hicieron el sector “chascón” con su líder Mariano Fernández traicionándolo vilmente en la junta nacional. Sin palabras.
Resulta más grave aún cuando la mayoría de los diputados de la bancada demócrata cristiana lo hace con su camarada presidente Ignacio Walker. Eso es simplemente inaceptable. El daño de corto plazo de aquellos es difícil de recuperar, solo queda que las bases sencillas y razonables de la democracia cristiana se pronuncien a favor de un partido del bien común.
El humanismo cristiana podrá tener diversas expresiones políticas, pero nunca será parte de él el canibalismo político y la animadversión personal y espiritual.
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