jueves, mayo 12, 2011

Los Derechos Fundamentales en el Trabajo y los Sindicatos en el Chile de Hoy. Juan Manuel Sepúlveda Malbrán

Primero de Mayo una fecha que año tras año nos invita a reflexionar, analizar o hacer un balance de la situación de los trabajadores y trabajadoras quienes en nuestro país han hecho un aporte trascendental para recuperar la democracia. Muchos ofrecieron sus vidas, otros continúan desaparecidos después de haber sido detenidos, sufrieron la atroz represión, la cárcel, tortura, el exilio. Se movilizaron masiva y valerosamente a favor de la igualdad, la justicia social, la libertad, la democracia y por mejores condiciones de vida. Este esfuerzo con sacrificio, compartido por muchos chilenos y chilenas, permitió avanzar en el proceso de reconstrucción democrática de nuestro país, por pocos que estos nos parezcan, han constituido un significativo paso por el solo hecho de haber puesto termino a la dictadura de Pinochet.

La democracia política es indispensable para garantizar los Derechos Fundamentales en el Trabajo, pero no es suficiente por sí misma. Dicho de otro modo, su advenimiento no ha significado el respeto automático de los derechos fundamentales en el trabajo. Las violaciones de los derechos a la libertad sindical y a la negociación colectiva se cometen, de hecho, de manera más sutil y velada.

Persiste el déficit en el reconocimiento institucional de las organizaciones sindicales, los atentados a la libertad sindical y la insuficiencia de la negociación colectiva como instrumento para conquista de derechos y creación de entornos favorables al desarrollo productivo, continúan obstaculizando el crecimiento sindical y eso deriva en condiciones laborales de explotación, discriminación e intolerancia social; además de corroer y socavar la convivencia y los fundamentos de la democracia, constituyéndose en un obstáculo al trabajo decente y desarrollo con equidad social.Pero también ha contribuido a dispersar al movimiento sindical. 
Hoy cuatro centrales sindicales se disputan entre ellas los pocos trabajadores y trabajadoras organizadas. Nuestro país presenta un denominador común: el sindicalismo ha sufrido un fuerte retroceso en los últimos años. Este retroceso también se manifiesta en una disminución del número de convenios colectivos firmados y de trabajadores cubiertos, en un empobrecimiento de sus contenidos y en una pérdida de peso de la negociación de rama frente a la negociación de empresa o individual.Cada vez menos son los trabajadores y trabajadoras que pueden ejercer sus Derechos Fundamentales.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) a través de los tres informes anuales de su Comité de Libertad Sindical y del informe anual de su Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones dan cuenta de una persistente violación de estos derechos y de las limitaciones existentes para su libre ejercicio.

El reciente informe sobre los Derechos Humanos del Departamento Estado de los Estados Unidos, muy poco difundido en los medios de comunicación, da cuenta de las limitaciones y el preocupante aumento de violaciones y limitaciones de los Derechos Fundamentales en el Trabajo en Chile. Además de lo que ya nos hemos referido a la libertad sindical y el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva, agrega que en nuestro país en el último año hubo un incremento del trabajo infantil y de formas de trabajo forzoso u obligatorio.
Las propias cifras oficiales nos demuestran que persiste la discriminación en materia de empleo y ocupación.
Son innumerables los casos que podríamos citar sobre todo tipo de violaciones a los Derechos Fundamentales en el Trabajo que se han cometido este último año y las persistentes limitaciones para 
ejercerlos y que provienen de años anteriores.El informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ampliamente difundido en los medios de comunicación, nos ubica como el país más desigual entre sus miembros.
La creciente apertura al exterior de nuestro país, tratando de lograr las mejores posiciones competitivas, con los consecuentes intentos de bajar los costos productivos, lo que se traduce en desregulación, baja de salarios, aumentos de contratos irregulares, reestructuraciones de empresas, y en general en un clima de temor e inestabilidad en los sectores laborales, golpea fuertemente al movimiento sindical.Chile es el país económicamente más abierto del mundo, posee el record de tratados de libre comercio suscritos con diversos países. 
Por su trascendencia podemos señalar el TLC con Estados Unidos y el TLC con la Unión Europea, ambos tratados contienen clausulas sociales que comprometen respetar los Derechos Fundamentales en el Trabajo, sin embargo desde que fueron suscritos ha ocurrido un incremento a las violaciones de esos derechos. Las organizaciones sindicales deberían tener presente que cuentan con un instrumento que en cualquier momento lo pueden accionar para defender esos derechos.

El tema se torna más complicado aún cuando comprobamos que hoy día en nuestro país reina la división sindical, lo que dificulta, obviamente, cualquier esfuerzo por concertar al movimiento sindical. Lo comprobamos casi a diario a través de las declaraciones de la CUT, la UNT, la CAT y la CGT o lo pudimos observar en las negociaciones del salario de los trabajadores y trabajadoras fiscales, y en los despidos masivos de la administración pública.
Las pugnas ideológicas y los personalismos han afectado a la unidad del movimiento sindical, y fundamentalmente a las negociaciones que tienen lugar en el escalón más elevado, pues la pluralidad de interlocutores, que a menudo rivalizan entre sí y las presiones que a veces se libran, tornan sumamente difícil, cuando no imposible, la negociación. El resultado es un entramado de organizaciones sindicales no solamente reducidas en su cobertura, sino políticamente débiles. Es ésta debilidad la que, en última instancia, ha limitado la capacidad de los trabajadores y trabajadoras de negociar políticas redistributivas y por tanto, de impedir la progresiva concentración del ingreso.
Hoy día la unificación del movimiento sindical pareciera que no es concebible sino a largo plazo, pero nada se opondría a que las diferentes corrientes del movimiento sindical convengan en una política común para defender los derechos fundamentales de los trabajadores y trabajadoras.Si las organizaciones sindicales insisten en mantenerse divididas, por motivos que por otra parte, pueden ser totalmente legítimos, no deben olvidar sin embargo, que hoy son muchos los sectores sociales con derecho a exigirles que elaboren una posición común y que la pongan sobre la mesa de las negociaciones, donde quizá lleguen a discutirse cuestiones que interesarán a la sociedad en su conjunto. Es precisamente en este espacio invalorable donde los sindicatos, si aprovechan su oportunidad, podrán incrementar su fuerza negociadora y su representatividad.
La agenda sindical se ha ampliado más allá de los temas estrictamente salariales y de legislación laboral, a los temas de lapolítica macroeconómica, de la política social y de la gestión gubernamental en general. Pero todavía se ha obtenido muy poco en términos de acuerdos concretos, limitándose solo a avances en el debate público y en las discusiones que se llevan a cabo en algunos espacios de diálogo y concertación.

Se torna imprescindible hacer un esfuerzo conjunto en la superación de las limitaciones más graves que aquejan el estatuto del sindicalismo y potenciar las riquezas y las capacidades existentes, a fin de transformarlo en un actor de desarrollo y de profundización de la democracia. El objetivo es obvio, enfrentar 
un proceso conjunto de reposicionamiento del actor sindical en la sociedad civil, con fuerza de interlocución frente a los gobiernos y el empresariado, rescatando sus nuevas potencialidades para socializarlas y hacerlas parte integrante de una nueva conciencia de actor nacional.
En 1989 pusimos fin al gobierno dictatorial. Lo que no se consiguió fue reformar suficientemente el sistema político y económico construido por sus ideólogos y aplicado por sus guardianes. Esa es la tarea de esta hora para iniciar desde ya el esfuerzo de sustituir un régimen económico que ha sido inmoral y deshumanizante, además de ineficiente en la solución de los grandes problemas de la sociedad chilena y en particular de los trabajadores y trabajadoras.
jmssepulveda@hotmail.com