martes, marzo 29, 2011

¿PUNTO DE QUIEBRE AL PASO DEL PRIMER AÑO DE GOBIERNO? . Ignacio Balbontin

No pretendemos hacer una evaluación política concluyente del actual gobierno.  Sólo queremos anticiparnos a  su desenlace electoral, a partir de la encuesta de Adimark de febrero del 2011, de los resultados de consultas telefónicas recientes y de la observación de algunas tendencias sociales. La primera empíricamente más rigurosa, señala que al final del primer año, la opinión opositora de desaprobación respecto del actual gobierno, ha pasado a ser más fuerte que la del oficialismo y los otros instrumentos apuntan a un  empate técnico entre las dos fuerzas.  Nosotros percibimos que es posible que estemos en  un “punto de quiebre”, como resultado del cambio de sentido de “corrientes sociales submarinas”. El resultado final dependerá, sin embargo, del comportamiento de los actores políticos, en relación con la sociedad civil. Allí se está  dando la oportunidad para aglomerar una nueva mayoría democrática, en la medida que  las fuerzas políticas de oposición, con altura y respeto mutuo entre sus partes, construyan nuevos puentes entre sí y entre la sociedad y la política. Creemos que con ese esfuerzo, se puede colaborar a recomponer los problemas de representatividad democrática que padece nuestro sistema político, mejorar su depreciada imagen y reconstituir una mayoría sólida para lograr nuevos  y necesarios cambios de fondo. 

Sabemos que las cifras de las encuestas y consultas telefónicas, no pueden ser consideradas definitivas pues revelan momentos.  Metodológicamente las encuestas son cortes en el tiempo y a partir de ellas, no se puede establecer tendencias consistentes. Por eso analizaremos la evolución de la imagen del primer año del gobierno de Piñera, considerando dos referentes: lo que dicen las encuestas de opinión pública junto a los indicios de cambios en las corrientes sociales.  Estas últimas pueden subsistir y fortalecerse como una suerte de fuerzas subterráneas, pero también desaparecer. Si sucede lo primero,  irían al revés de la tendencia inicial favorable al “Piñerismo”, pero insistimos, depende del actuar de los sujetos políticos. 
Hace sólo dos meses en  diciembre del 2010  había 49%  y 47% de aprobación hacia el Presidente y el gobierno, versus 43% de desaprobación para ambos. Ahora parecería que “la tortilla  tiende a volcarse”. ¿Será esto sólo circunstancial como brisa de verano o hay algo que apunta hacia su prolongación en el poder? ¿Qué explicación plausible puede tener el hecho que el gobernante y su equipo tengan ahora, un 49% de desaprobación y que la opinión favorable hacia ellos, sea de un 42%, cifra que ha sido tradicionalmente la que ha apoyado a  la derecha en las últimas décadas, salvo al inicio de la transición.  
Nos parece que diversos grupos sociales están adquiriendo nuevamente una mayor distancia respecto de un escenario político, cada vez más encerrado. Esto los separa  pero les entrega mayor perspectiva,  espacio de reflexión y deliberación. La brecha genera incomunicación, conflictos y roces eventuales, pero más autonomía social. Las encuestas manifiestan que la aproximación de la opinión popular hacia las dos grandes coaliciones políticas actuales, llega sólo a un 23% en el caso de la Concertación y a un 31% respecto de la Alianza. Lo significativo es que un 41% no se identifica con nadie, según señala la última consulta telefónica de la UDD. Esto reitera la lejanía respecto de la política y de las instituciones correspondientes que ya detectáramos hace dos años, en la encuesta AnillosDesigualdades. En ella señalamos que la predisposición para participar en agrupaciones políticas, había bajado a menos de un  8%.
La novedad ahora, es que la opinión pública parece estar menos dada a someterse sin más, a los impulsos instigados comunicacionalmente como lo fue en las elecciones del año pasado.  
Estos vaivenes son propios de esta época, caracterizada por lo vertiginoso  y acumulativo de la información y los asombrosos avances del conocimiento que nos acompañaran por mucho tiempo. Los impactantes informativos que bombardean continua y persistentemente, no dejan ver bien el “bosque”, ni hacerse un juicio cabal acerca de lo que está ocurriendo. Pueden ocultar parte significativa de la realidad, pero también cansar. Dentro de esta nebulosa, la credibilidad y la confianza comunicacional respecto de la política y de las  autoridades políticas, parece estar volviendo a un punto bajo. Aquel donde se encontraba en el año 2009. Lo nuevo está en que la desconfianza ahora está afectando más a la derecha, por ser el actor principal  y haber cometido muchos errores comunicacionales saturando a la opinión pública.
Con todo debemos aceptar que las comunicaciones masivas tienen enorme peso. 
Históricamente tenemos que aceptar que hemos entrado de lleno a la época de la globalización, en la cual las imágenes y las políticas comunicacionales son definitorias y hay que aprender a emplearlas adecuadamente. Lo que no se comunica, pasa a ser invisible. Los diseños comunicacionales entre la política y la sociedad, pasan a ser cruciales. En muchos acontecimientos de nuestra convivencia, perseveran y se entrecruzan miradas que recurren a perspectivas generadas en la sociedad tradicional, industrial y postindustrial. Se entremezclan criterios disímiles para juzgar nuestra vida cotidiana y  para  observar la actual realidad nacional e internacional.  Al cambiar tan  velozmente las circunstancias vitales, en uno u otro período personal o político, la gente tiende a  detenerse, restándose de emitir juicios definitivos y de participar. Hoy predomina la  desconfianza “al no saberse bien para donde van las cosas”. 
Partiendo de este contexto de invisibilidad y de rápidas reorientaciones, nos arriesgaremos a responder algunas preguntas acerca del desempeño del gobierno de Piñera transcurrido su “primer cuarto de hora”. Consideraremos las encuestas pero no nos ceñiremos sólo a sus resultados, sino que las reinterpretaremos tomando en consideración algunas nuevas tendencias sociales.
Si miramos desde la oposición, nos parece indispensable concebir una visión sociopolítica alternativa de conjunto y de largo plazo, sin quedarnos en meras confrontaciones coyunturales, por intentos de liderazgo anticipados. La oposición política eventualmente mayoritaria, requiere adoptar rápidamente posiciones estructuralmente coherentes y comunicarlas adecuadamente a la gente, sin seguir desperdigándose y paralizándose en peleas, en razón de acontecimientos políticamente circunstanciales, como ha ocurrido durante el presente año. A nuestro entender. aquí está una carta de triunfo para re encantar y otorgar real conducción política. El  liderazgo que se requiere no debe ser individualista, sino acogedor, respetuoso, contenedor, unificador, armónico, inclusivo y colectivo, de modo de lograr raigambre y trascendencia históricas.  Creemos que por el bien del país, es preciso remontar las pequeñas rencillas individuales desgastantes, desarrollando cultura y “amistad cívica” con generosidad. 
La construcción de una voluntad civil mayoritaria y democrática requiere de tolerancia, apertura, deliberación y capacidad de convencimiento, ajena a los dogmatismos.Postulamos  que el escenario actual, está  disponible para romper el empate de fuerzas, pero su cambio de orientación dependerá más, de nuestra conducta opositora común, que de los errores del gobierno. Una actitud inteligentemente comunicativa y motivadora, que sea capaz de crear participación social y política,  podría ser el nuevo camino de movilización y cambio. El escenario está disponible para que cualquier conglomerado sea  la oposición o el gobierno. Depende de quien tome la iniciativa con las herramientas adecuadas. Este último, al comenzar su segundo año, ya está señalando una  agenda política al respecto. Se está preparando para una arremetida política-social, empleando los instrumentos comunicacionales y  administrativos que controla, apuntando a lo municipal. 
En estos puntos de roce socio-político, pareciera ser que se sitúa el epicentro de las opciones y tendencias futuras. La respuesta opositora debe ser dada oportunamente, con apertura, voluntad política y coraje, pues puede inclinar la balanza de la competencia democrática, de cara al 2012 y 2013.
Un hecho significativo de la información de prensa y de los debates, es que hoy cunden las dudas y comentarios acerca de la capacidad de reproducción que  pueda tener la derecha en el gobierno. Todo el espectro político-social, desde la UDI hasta los movimientos extraparlamentarios de izquierda, pasando por el centro, tiene esta interrogante. En todos existe una duda profunda, acerca de la capacidad de prolongar su precaria mayoría, sosteniendo el poder más allá del período actual. A nuestro juicio la competencia dependerá preponderantemente de la capacidad de articulación políticasocial que posean, sea la oposición o el gobierno de Piñera.  El desenlace, dependerá del empuje que tengan unos u otros, para provocar sinergia o “sintonía emocional” en las raíces sociales, logrando establecer nexos o puentes entre los escenarios reales que nutren la política y los diseños del devenir histórico significativo en los próximos años.  
El resultado ya no dependerá tanto de los juicios analíticos que tengamos acerca de los 20  años de la Concertación y de las circunstancias en que se produjo la derrota. Dejémoselos a los historiadores, cuyo criterio dependerá de quien triunfe. Cada uno podrá formarse su propio juicio, pero para sacar lecciones provechosas hacia el futuro, hay que deliberar respetuosamente entre todos los actores de oposición y no empleando privilegiadamente como se ha hecho hasta ahora, los escenarios comunicacionales de la derecha. Debemos construir nuestras propias redes sociales para intercambiar, reflexionar, deliberar y decidir en conjunto.
La primera lección que sacamos  de este primer año de Piñera, es que los hechos de significación política, pueden cambiar vertiginosamente su sentido. Ahora, el enorme poder comunicacional que desplegó la derecha y aquel con el que ganó por estrecha ventaja, está siendo mermado por la desconfianza y los abusos de sobreexposición mediática del gobernante, afectando su credibilidad.
A partir de la reflexión anterior, queremos comenzar una deliberación respetuosa y circunscrita a nuestro propio entorno. Proponemos discernir la actual realidad, considerando desde el punto de vista del desarrollo democrático, tres conjuntos de preguntas que nos parecen claves para el desarrollo democrático del país.  Emplearemos tres criterios básicos: Unos acerca de lo que alimenta la legitimidad de origen, más allá de los resultados electorales recientes; los segundos considerando los factores de legitimación  practicados en el ejercicio administrativo por parte el gobierno; y concluiremos con   los terceros, contemplando la consagración eventual de  los  grandes objetivos que se pretenden legitimar en las instituciones. Hemos escogido estos criterios pues los consideramos factores básicos para resolver los problemas estructurales de  representatividad política que tiene el sistema. Hasta ahora la debilidad de éste, ha obstaculizando el desarrollo y el perfeccionamiento de nuestra  democracia en este  mundo globalizado.
Considerando lo anterior nos preguntaremos:
1. ¿Cuál es la característica principal o aquel “sello” que marca y marcará la  identidad histórica del actual Gobierno? ¿Cuál ha sido la estrategia de desarrollo que ha propuesto? ¿Dónde reside su principal propuesta de cambio, proclamada en la  campaña? 
2. ¿Qué hace la diferencia entre gobernar democráticamente un Estado  Republicano y  administrarlo  gerencialmente, aplicando modernas experiencias de “management, propias de la empresa privada”? ¿Cuál es la nueva modalidad de gestión pública que se ha diseñado para llevar a cabo las siete “reformas estructurales” y la  reconstrucción, imprimiendo rasgos de innovación, eficiencia y transparencia? ¿En que ideario y a que nivel, se sustentaría el gobierno para  generar un nuevo pacto político-social, asentando históricamente su mayoría circunstancial? 
3. Conclusión Provisoria¿Cómo se está configurando el escenario de disputa, según se perfilan los actores?  ¿A quien enfrentará la oposición, al Piñerismo o al gobierno de la Coalición por el Cambio? ¿Cual es el grado de empatía reproductiva, sintonía histórica emocional o carisma, que ha logrado generar el gobierno, para prolongarse en el poder? ¿Ha logrado expandir su ideario e incrementar su poder político, cohesionando a sus adherentes, en comparación con la elección pasada? ¿Se ha  reducido por el contrario el poder político de la oposición, desperdigándose y rompiéndose irreversiblemente, las lealtades orgánicas 
previas?
1. ¿De qué “sello” gubernamental hablamos?¿Cuál es la característica esencial del gobierno de Piñera, de cara al Chile actual? ¿Cuál ha sido su lógica central para ordenar su estrategia de desarrollo?Cualquier gobierno, sea de la época tradicional, industrial o postindustrial se  caracterizó por una lógica valórica prácticamente unidimensional. Esto no ocurre en la actualidad.En la época tradicional, fue la concepción de la divinidad, versus la libertad individual. En la época industrial y post-industrial,  fue la lucha por la justicia social y la igualdad, provocada por las diferencias en las formas de organización social del trabajo y las divisiones de clases. Ahora en plena globalización, la sociedad no se aglutina en torno a un valor preponderante, sino que se disemina en distintos frentes haciéndose diversa y heterogénea, pero también desigual. Surgen múltiples diferenciaciones, discriminaciones y exclusiones, no obedeciendo a una sola lógica determinante sino a lo explosivo que se ha tornado el desarrollo del conocimiento y de las comunicaciones.
Por lo tanto, hoy no hay una única organización estructurante, ni una disputa central sino  múltiples escenarios de conflicto.  Hay distintas contradicciones etarias, de género, étnicas, estamentarias, políticas,  religiosas, y muchas otras más, dependiendo de las diferentes formas de apropiación, provenientes de las nuevas fuentes de poder del conocimiento.  Hay una diversidad social que surge de los  distintos parámetros o sentidos que adquiere el prisma científico- tecnológico. Como orientación social central, podríamos concordar que hay cierto factor unificador en la valoración de la dignidad humana en sus múltiples dimensiones, que se expresan en  la brega nacional e internacional por la profundización democrática y por el ejercicio ciudadano efectivo de los derechos humanos. Esta pugna se encuentra actual y especialmente acallada e interferida en nuestro país,  por los intentos de apropiación privatizadora del conocimiento y por aquellos que controlan la información y las comunicaciones.
Con todo, las sociedades modernas son muy permeables y también la nuestra, los muros de contención son sobrepasados por las llamadas redes sociales que en realidad son cibernéticas. Ya no es posible “el secretismo”. Los márgenes entre lo público y lo privado se hacen porosos. De este modo, las conversaciones y toda suerte de intercambios, se hacen cada vez más transparentes, “en tiempos reales”. Esto explica en parte, el fenómeno de “saturación” que está afectando al gobierno chileno, que ahora ha pasado a ser “leído” entre líneas y sometido a un clima de desconfianza.
El gobierno actual no ha logrado hasta ahora, plasmar su proyecto original. No ha logrado una sintonía epopéyica de modo de implantarse en la matriz histórica chilena. Por sus carencias de sensibilidad y  por el plano  que ha escogido como nivel de abstracción para diseminar sus mensajes, no ha logrado conectarse con los sentidos  presentes de la dignidad humana que constituyen los rasgos que caracterizan al actual ciclo chileno. 
Ha optado por el pragmatismo de las “cuñas” e imágenes farandulezcas. Su grandilocuencia suena a desubicación y falsedad. Con esto le resta  altura, solemnidad y significación, es decir legitimidad de origen a su mandato popular soberano. No parece haber correspondencia entre lo prometido y lo que se va logrando.
2. La diferencia entre gobierno democrático y administración empresarial privada.Lo anterior ha hecho que desde el comienzo Piñera, cometa un segundo error.  Confundir el papel de Presidente con aquel del Gerente General de una empresa privada. El nuevo estilo de gobierno, parece no tener la envergadura, ni  la altura suficiente para marcar el comienzo de una nueva época. Se equivocó al hablar de “una nueva transición”. ¿Cual es el gran cambio que identifica el nuevo ciclo? La grandilocuencia que emplea él y  la de su equipo en el discurso oficial, no logran reemplazar la profundidad que se requiere para marcar una huella histórica.    Sólo logra la categoría de una “marca de fábrica”, la que no reemplaza al sello de trascendencia. Hasta ahora no alcanza a plasmar una legitimidad de ejercicio. 
Su discurso, suena a falsificación, pillería o engaño, contradiciéndose desde la partida, con su promesa original, de un cambio histórico. Lanza su promesa y a continuación le pone letra chica al contrato. El cambio comprometido, fue entendido como de signo epocal y no sólo como modo de administración. 
El nuevo formato administrativo, no le ha servido para retroalimentar su plataforma socio-política. Por el contrario, el procedimiento escogido lo ha terminado aislándolo de su propia base y restándole liderazgo carismático. Quiere ser simpático y lograr cariño, perosuena a  sobreactuado y farandulezco.  Su confianza excesiva en los mecanismos comunicacionales masivos, ha terminado restándole credibilidad social y sonando como excesivamente protagónica y reiterativa, encerrándolo dentro de un círculo estrecho: su equipo de “excelencia” y el coro de los medios adictos. 
Por otra parte, durante toda la campaña parlamentaria y presidencial, escuchamos hablar del Plan Tantauco y del equipo de excelencia que lo llevaría a cabo. Puso la confianza derivada de su mandato popular, en la eficiencia tecnocrática de sus “gerentes”. De partida el no funciona como equipo, sino como “gerente general”. El manda omnipresentemente, 24 h 7d.    Con esto, olvidando el origen de su legitimidad electoral cortó desde la partida las amarras con los partidos políticos que lo sostuvieron  en su campaña. Se jugó por lograr un control eficiente y superlativo de la administración, sólo mediante el empleo de un equipo tecnocrático. Lo hizo de modo de distinguirse de los fantasmas del pasado: las imágenes de la dictadura autoritaria y aquella de los políticos tradicionales. Esto sin embargo hasta ahora, no le ha permitido, conquistar una  legitimidad de ejercicio, que le asegure un lugar en el corazón de la gente. No negamos y reconocemos su enorme esfuerzo operacional, pero por excesivo  tecnocratismo descuidó respetar el origen democrático de su poder y  mantener consistencia también democrática, en su ejercicio.  Su actuar cotidiano y la forma en que ejerce el poder, afecta reiteradamente el “ethos” democrático de ejercicio. Olvidó que el poder político fue logrado estrechamente y que para asegurar continuidad debía ampliar su entorno, mediante capacidad de convocatoria e involucramiento de la mayoría en su ejercicio. Desde el comienzo asumió 14
un alto riesgo, al extraviar el  mágico “talismán” de su legitimidad de origen, pero también lo hizo al designar su equipo ministerial de carácter tecnocrático gerencial. Ha perdido credibilidad y contacto empático, por la forma vertical y soberbia que ha impreso a su ejercicio.
La  segunda pregunta que hacemos también relativa a la legitimidad de ejercicio es: ¿Dónde está aquel discurso coherente, macizo y armónico que le permitiría congeniar con y movilizar a la mayoría electoral inicial, siguiendo aquel  diseño programático, de modo de legitimarse en el plazo de su mandato? ¿Cuál es la agenda que contempla claramente la estrategia comprometida, haciendo posible  el control democrático del desempeño? ¿Cuál es el grado de compenetración que ha tenido su programa, en su heterogénea base de sustentación?  
A nuestro juicio durante este año, el “autoproclamado” equipo de excelencia, no ha logrado traducir la plataforma de diversas  promesas del Plan Tantauco, en una estrategia de desarrollo  económica-social viable, en el legítimo plazo de cuatro años. Su discurso no da cuenta de soluciones democráticamente maduradas, frente a los principales problemas políticos, económicos, sociales de carácter estructural de Chile  en la actualidad. No vemos la existencia una estrategia bien delineada, armónica,  pulcra y consistente, que pueda democrática y horizontalmente ser consensuada con su base de apoyo inicial y menos con la oposición. La idea parece ser dictar cátedra y que el resto obedezca. El diseño jerárquico gerencial de ejercicio del poder, carece de sensibilidad democrática y de los instrumentos sociales de retroalimentación y conducción para ser concordados política y socialmente. Su mensaje no genera una masa  móvil de apoyo  suficiente, que le permita controlar las contradicciones fundamentales, sin caer en graves conflictos. Esto no le permite enfrentar maduramente y con coherencia las crisis políticas que inevitablemente se presentan en las coyunturas de cualquier gobierno. Siempre hay imponderables circunstanciales, sobre todo en Chile, donde hasta la tierra y el mar se estremecen endémica y naturalmente. 
Piñera subestimó, dos factores propios de la gran política chilena: El necesario sentido de una estrategia de conducción intercambiada y socializada en un Estado Democrático; y la disrupción de las naturales contingencias sobrevinientes en Chile.Nuestro Estado democrático no obedece a la misma lógica de conducción de una empresa privada. El Estado  democrático y sus poderes apuntan a articular diversos intereses socioeconómicos legítimos, que no siempre son compatibles entre sí, siendo todos respetables. 
La dignidad del Jefe de Estado, en este sentido se confunde con la de un gran árbitro arbitrador. 
Por otra parte, los imprevistos circunstanciales de un gobierno democrático, son  en Chile, pan de cada día. El partió  su ejercicio con un terremoto y un maremoto que requerían un clima de Unidad Nacional. Esta se logra compartiendo poder y responsabilidades desde las más pequeñas  hasta las más altas. Significa ni más ni menos, que gobernar en conjunto. Para esto se requiere oficio, capacidad de negociación política, intercambio social y participación. No se logra con despidos, discriminaciones y soberbia. A menos de un año del terremoto, se volatilizó el espíritu de solidaridad unitaria, a la que el país completo con generosidad estuvo dispuesto.  Curiosamente esto no sucedió con el gran terremoto de los 60, con un gobierno de derecha como el de Jorge  Alessandri, donde el país se mantuvo unido por largo tiempo en la reconstrucción. El estilo de excelencia autoritario y la confusión de la filantropía con la solidaridad, han mermado el espíritu fraterno y comunitario.  Piñera olvidó que el compromiso programático en una democracia, es aquel que logra mantener el rumbo en circunstanciasdifíciles  y catastróficas. No basta  para resolver los problemas y conflictos generados, el mandato jerárquico gerencial que naturalmente usa el afán de lucro privado como incentivo. Los escenarios de crisis, requieren oficio político, reconocimiento mutuo horizontal, capacidad de comprensión,  para alcanzar reciliencia colectiva. Piñera no ha sabido ponerse por sobre las circunstancias, salvo en el caso de los 33 de Atacama, lo que fue fugaz, por su abuso comunicacional. En casi todos los demás casos, su actitud y la de sus funcionarios, ha sido discriminatoria. Hay  una parcialidad tácita  en el actuar colectivo del gobierno, que linda con el cinismo, olvidado sus compromisos de campaña: miles de despidos en la Administración Pública, Bielsa, la Termoeléctrica Castilla, Seguridad Laboral, alzas de precios de energía y alimentos. El “manejo” de la Intendenta Van Rieselbergue y aquel de la ex Directora Ossandon de la Junji, han sido paradigmáticos.  
Para enfrentar las crisis socio-políticas, en la democracia moderna no son suficientes los indicadores de las encuestas. No se puede gobernar con telecomando. Así ha ocurrido con 16los problemas étnicos de la Araucanía y Pascua y con los conflictos temáticos, provocando movilizaciones en el Serviu, Transantiago y Magallanes. En todo caso, no son útiles  para resolverlos la soberbia, la grandilocuencia, la “movida”, ni la “pillería” . Piñera y su equipo no parecen tener la “sintonía fina” que demanda la legitimidad de ejercicio democrático.
El país no conoce, ni ha  podido validar su estrategia para la reconstrucción y la agenda programática de desarrollo. Sólo conoce segmentos o parcialidades. Lo que hasta ahora ha conocido vaga y públicamente, son  básicamente promesas grandilocuentes, en el Mensaje del 21 de mayo del 2010; el Presupuesto del mismo año, ahora con serios problemas de implementación administrativa, donde ha habido  discrecionalidad política en las asignaciones y de ejecución presupuestaria en sus diversos ítems, en regiones y localidades; y finalmente el resumen comunicacional del “examen de cuentas ministeriales” hecho  crípticamente al interior del gobierno, a fines del pasado año.
Se nos puede responder que la derecha no necesitaba explicitar su ideario, porque éste, estaba plasmado en gran medida, en los residuos de la institucionalidad heredados de la dictadura. Mirando  las cosas en la perspectiva del tiempo, esta realmente logró hacer una contrarrevolución autoritaria. Sin embargo, no es menos cierto que la Concertación logró hasta cierto punto introducir transformaciones estructurales a ese Estado “pétreo”. Incorporó  en veinte años, formas democráticas y respetuosas de los derechos humanos de primera y algunos de la segunda generación. Introdujo la protección, integración e inclusión social, dando  respuestas adecuadas a los desafíos globalizantes.  Estas reformas no fueron suficientes, ni profundas para lograr ciudadanía plena, pero hubo grandes avances.  Con muchos, podemos compartir que las transformaciones realizadas, no bastaron para transformar cualitativamente el Estado y constituir una voluntad popular nueva y más justa. No logramos consolidar el Estado Democrático Social de Derecho que soñábamos.  Pero podemos también concordar que el Piñerismo tampoco logrado ir más allá en los ideales de la derecha, ni siquiera ha intentado, revertir los grandes logros  obtenidos en las políticas sociales, en los últimos veinte años. Sólo ha continuado débil y engañosamente, continuar de la agenda incompleta de la Concertación. En los hechos, no ha ido marcha atrás. Pero cabe preguntarse: ¿Dónde han quedado las grandes banderas que identificaron largamente a la derecha chilena, la flexibilidad laboral, la reducción de impuestos, el empequeñecimiento del Estado y el mercado competitivo como motor central del desarrollo? Por el contrario, lo que ha primado hasta ahora cumplida una cuarta parte del período, es un claro pragmatismo político. Esta será el sino del Piñerismo. Como sabemos por nuestra propia experiencia, el primer año marca huella y da sentido. Piñera no ha hecho ni pretende, cambios estructurales. Sólo ha hecho cambios de estilos administrativos, por lo que su marca será el pragmatismo.  
Además, al no tener una estrategia de desarrollo que lo caracterice y otorgue el sello de confianza legitimadora político- institucional al gobierno, se produce el fenómeno de tener un “alma” dividida, entre liberal-conservadores y neo-liberales pragmáticos. El gobierno ha escondido este choque entre estas dos almas, usando el recurso del “gobierno de excelencia”, “gerencial-tecnocrático”, diríamos nosotros. Ha fracasado sin embargo, en su intento de  ocultamiento y disimulo pues en los hechos ha creado un tercer referente. El conflicto y el predominio del Piñerismo de este tercer grupo poco representativo, han terminado aislando políticamente al gobierno y aumentando las diferencias entre las dos fuerzas políticas principales. En el caso de los otros grupos pequeños que formaron parte de la Coalición, ha desaparecido su influjo y sólo son empleados como botones de muestra, en algunas ocasiones. 
De lo anterior, se deriva que los liberal- conservadores (UDI) se sienten postergados y los neo-liberales puros (RN), relativamente desplazados de las principales decisiones. Los partidos no se sienten cómodos con el tercer referente.
3. ¿Cómo se está configurando hasta ahora, el nuevo escenario político de cara al 2012-2013? 
Más allá del marco institucional, los cuadriláteros de las disputas electorales se construyen en gran medida, por la acción de los sujetos históricos y por la delimitación que éstos hacen de sus movimientos. Como hemos dicho previamente, la democracia moderna, se está expandiendo más allá de los límites alcanzados en épocas anteriores. Se crea así  un nuevo problema para decidir las metas societales para resolver los vectores de los conflictos que son heterogéneos. Se hace necesario perfeccionar estructuralmente los entes institucionales de decisión, para resolver los múltiples focos que se presentan al sistema político chileno. Se requiere enfocar la forma de legitimación de una variada gama de objetivos democráticos.
En razón de este trasfondo podemos contestar las últimas  interrogantes. ¿Cual será, a partir 
De lo actual, el escenario futuro y quienes serán sus actores? ¿Como será el adversario democrático que tendrá la oposición? 
La respuesta, desde el punto de vista estratégico, es que el  Piñerismo es el eje articulador escogido por la  “Nueva Derecha”, pero este constructo, hace más las veces de un “perro pastor” que de armonizador, de las fuerzas oficialistas. Su rasgo negativo y más  destacado hasta ahora, ha sido  su falta de representatividad  ciudadana, a lo que hay que agregar un segundo, su rasgo autoritario gerencial. Todo el oficialismo sufre de estas dificultades, al haberse encerrado en el nuevo estilo  administrativo, pagando el costo político correspondiente. Esto a pesar de los intentos del gobierno de popularizarse y bajar a terreno, siendo la excepción exitosa  y más destacada, el caso de los 33. 
Esta nueva modalidad  de gobierno, no  parece involucrar más gente, ni ser capaz de reproducirlo políticamente hacia el futuro. Está en signo de interrogación, el liderazgo político de toda la derecha. El intento de acuñar una nueva derecha, sólo por estilo,empleando todo el poder de la administración, de las comunicaciones y de los  núcleos financieros, parece hasta la actualidad incapaz de generar, genuinas raíces políticas. Además, debido a las contradicciones de fuerzas que él mismo diseño provoca, entre los dos partidos grandes de la Alianza, el gobierno no está dando buenos resultados  de conducción según la prensa.
Hasta ahora el estilo administrativo empresarial del Piñerismo, no  pasa de ser un intento de 
introducir una “marca de fábrica”, pero no logra adquirir arraigo. El estilo pragmáticogerencial de  tono autoritario, evoca en el inconsciente colectivo reminiscencias dictatoriales.  La vieja derecha histórica por su predominio   comunicacional, ha impedido, hasta el presente, que haya una deliberación madura y democrática en la sociedad abarcando los temas centrales del desarrollo, pero ese escollo está sufriendo porosidades y puede ser sobrepasado por la oposición, con disciplina y creatividad. Finalmente, hay que contar con que los escenarios comunicacionales son volátiles y efímeros por naturaleza, a la par de los espectáculos circenses o los actos de magia. 
En resumen el oficialismo sólo está usando una nueva versión del viejo clientelismo político, ilustrado en la frase “pan y circo”. Ha hecho fundamentalmente promesas que luego corrige con “la letra chica” amparándose  en el abuso de medios comunicacionales tecnocráticos modernos. Con todo, no ha logrado consagrar su sello, imprimir carácter colectivo, ni se afincarse en las costumbres.  El grupo Piñerista ha hecho el papel de disciplinador de las otras dos fuerzas o polos, incluso subsumiendo en el gobierno los implantes políticos como Lavín, Allamand y Matthei,  pero no ha logrado sacralizar una imagen democrática. Por lo tanto su espíritu durará lo que dure el entusiasmo del liderazgo principal, que es el “dueño” de la marca.
A partir de lo anterior podemos concluir en que no hay un gobierno de la Coalición por el Cambio propiamente tal, que involucre y comprometa a todas sus potencialidades. El oficialismo no es un conjunto abigarrado y compacto de fuerzas políticas con una amplia, orgánica y consistente base social, es más un estilo. Sus antecedentes de campañas políticas y su forma vertical de administración en el gobierno, nos dice que continuaran por esa senda. Sus redes electorales son alimentadas mediante una cadena de operadores nacionales y  locales, sin gran adhesión ni identidad ideológica. Son casi verdaderos “mercenarios”, reclutados financieramente mediante la “exteriorización de servicios” de sus partidos y de las grandes corporaciones empresariales. Sus redes de movilización político electoral, funcionan por lo tanto más a través de los mercados que de las organizaciones sociales y políticas y ahora  en lo que viene serán “contratadas” localmente, mediante el modelo de contrato de servicios municipales.
Las fuerzas gobernantes no han logrado genuinamente a expandir ni penetrar social y profundamente con su ideario. No han entrado más allá de donde lo lograron hasta el 2010. No nos enfrentamos, por lo tanto, como en el pasado a una contrarrevolución neoliberal como la de Pinochet, sino a un neoliberalismo financierista “enchulado”, asentado sobre las bases ya conquistadas previamente por la globalización 
mercantilista.  
¿De lo expuesto, se puede  sacar al menos tres lecciones para la oposición?  
4. Tres lecciones primordiales
1. El desperdigamiento y la reducción de fuerzas de la oposición, llegó al parecer a su punto máximo, en las elecciones del año pasado. Será difícil pero no decir imposible, tener resultados más negativos. Como hemos visto, la pulverización social propia de la globalización, parece estar llegando a su máxima expresión. A 
hora están surgiendo indicios de movilización en una sociedad que estaba paralizada, pero permanece un fuerte rechazo hacia lo político, la política y sus partidos de todo tipo. Esto exige prudentemente que la oposición sea percibida más social que políticamente Que se haga más esfuerzo por representar  democrática, horizontal y genuinamente los legítimos intereses sociales que los políticos.  Menos tratando de  “manipularlos” cayendo en formalismos,  limitaciones ideologizantes, nominalismos y afanes de apropiación protagónica anticipada.  
2. Para no caer en nominalismos ideológicos y prejuicios, es preciso atenerse a la realidad presente. Recoger de la experiencia práctica del pasado en la lucha contra la dictadura, la necesidad de producir una plataforma concordada y madura de propuestas estructurales. Partir por los acuerdos fundamentales dejando a un lado las legítimas diferencias secundarias. Poner límites a las diferencias. Chile está requiriendo nuevos pasos, para lograr cambios de fondo de segunda generación democrática. Para profundizar su democracia y su participación;  para lograr su desarrollo económico-social productivo con mayor nivel científico-tecnológico armonizando con la naturaleza y no destruyéndola;  finalmente para alcanzar una  cultura ciudadana entre iguales, de mayor respeto por las heterogeneidades y legítimas diferencias.
3. En el presente inmediato llama a construir una nueva forma de hacer política. A satisfacer el anhelo urgente y mayoritario de inventar nuevas modalidades de comunicaciones más estables y confiables, que puedan permitir una movilización política apropiada a la globalización siendo duradera en el tiempo. Para lo anterior,  hay que ser creativos para contrapesar el andamiaje comunicacional mercantil del oficialismo. Se deben emplear redes sociales no contaminadas por un afán de lucro desmesurado. Hay que observar experiencias internacionales exitosas al respecto y construir auténticas modalidades. Transformar las redes virtuales compaginándolas con las orgánicas, para encarar a este adversario modernizado. No se debe caer en  el garlito de dar batallas en los campos propios del adversario, pues así se termina sirviendo a sus intereses por manipulación. Se lo debe llevar a competir en los escenarios populares, los de la reconstrucción y de los nuevos movimientos sociales.
Terminamos este informe señalando que nuestra principal conclusión realmente en un punto de quiebre. El futuro político aún no está definido y depende más de corregir los propios errores de trato recíproco en la oposición. Al mismo tiempo de aquello, es preciso construir respetuosamente entre toda la mayoría democrática sin exclusiones, una oferta programática realmente alternativa y maciza desde el pueblo. 
El futuro depende mucho más de la oposición, de su nueva forma de trato o estilo y de su nuevo proyecto histórico alternativo. ¡Ya al menos sabemos que el Piñerismo se  encuentra encausado en su propia senda pragmática, de donde le será difícil salir!

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Y...Ud. como tantos otros, que hace para q nuestro presidente le vaya mejor y por ende a toda la Patria? o sólo, repito, como tantos otros revuelven la basura buscando mierda en vez de ayudar a sacarla?Cienty

30 marzo, 2011 12:16  
Anonymous Anónimo said...

A nuestro presidente ya le ha ido muy bien. En el primer año de gobierno aumento su fortuna en 200 millones de dolares. Actualmente su patrimonio asciende a 2.400 millones de dolares... ¿ cuanto ganas tu, pajarito?..

13 mayo, 2011 20:17  

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