martes, marzo 29, 2011

Crear buenas escuelas para todos. Beatriz Fanny Maulen Trejo.

Repensar la escuela actual en Chile, requiere una nueva agenda formativa para  el Currículum Oficial, que pueda responder a ese Currículum Real que viven  cotidianamente tanto estudiantes como profesores.
De hecho, organizar la escuela tendrá sentido sólo si se logra estimular la discusión sobre las cuestiones fundamentales de la ENSEÑANZA y del APRENDIZAJE, aquellas cercanas a las experiencias de los profesores y de los alumnos,  dedicando y permitiendo el tiempo necesario hacia el logro de consensos, siendo el diálogo continuo, la energía educativa fundamental de los cambios que  hoy necesita la EDUCACIÓN.
¡¡ Falta generar el cambio en la sala de clases!! Persisten falencias en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Algo está pasando que los niños y jóvenes no están  aprendiendo en la sala de clases, y esto no sucede aquí en Chile solamente, esto  es una dificultad también experienciada en Latinoamérica. Entonces, ¿estamos enseñando a nuestros alumnos y alumnas los contenidos, las  capacidades y los valores que les permitirán interpretar, adaptarse y, en su caso,  transformar el mundo en el que les tocará vivir?

Por desgracia, aún se observa, que en la mayoría de las salas de clases de los  colegios se sigue adelante con las mismas metodologías pedagógicas: estar el  profesor en frente de su curso, dictar y pedir memorizar en una clase frontal.  Las evaluaciones aplicadas a los estudiantes, son fuertemente convencionales,  del tipo objetivo, y no van destinadas ni profundizadas a comprender el proceso  educativo; el aprendizaje es tratado en términos de éxito y de fracaso. A propósito, L. Stenhouse (1984) considera que ‚…el profesor debería ser un crítico, y  no un simple calificador".
Pareciera que se quisiese reducir a los profesores a técnicos, a especialistas en  determinadas materias, apartándolos de los procesos de reflexión, reduciendo su  autonomía y sus propias prácticas pedagógicas, para, de este modo, seguir reproduciendo y manteniendo el orden social establecido. Estamos frente a un sistema educativo que, lejos de reducir las diferencias sociales, o dirigirse hacia la transformación de la sociedad, más bien se presenta como un instrumento de poder que reproduce, potencia y profundiza las distancias sociales. Es un hecho, es preciso reaccionar. Habrá que hacer todo lo necesario para animar a los profesores a coordinar sus acciones, a mantenerse actualizados y responder a los desafíos y necesidades propias de la profesión. Es clave que un  profesor o una profesora se comprometan con el necesario „Cambio Educativo‟  requerido, creando buenos diseños curriculares, adaptando prácticas interesantes 
de enseñanza aprendizaje. Ello tendrá sentido sólo si estimulan, dinamizan,  guían, median, provocan a los propios estudiantes a asumir el desafío de desarrollarse y de aprender. La preocupación de fondo será formar ciudadanos reflexivos y críticos. Es fundamental generar el cambio en la sala de clases desde una comprensión  crítica global y contextualizada del quehacer educativo. Pero, además, es ineludible y urgente potenciar y desarrollar propuestas hacia una enseñanza personal  y pública, en la formulación de un Currículum Latinoamericano desde una pedagogía crítica. Ya hemos sentido y visto los efectos de las irracionalidades  contenidas en el quehacer cotidiano de la escuela, de nuestras vidas y de nuestra 
cultura con la constante importación acrítica-no reflexiva de modelos escolares. 
Simplemente no hay claridad que estas prácticas pedagógicas distorsionan e interfieren la educación de los niños, niñas y jóvenes chilenos y latinoamericanos en formación.
Mis intenciones y estímulo se orientan hacia un trabajo multidisciplinar en la  construcción de un nuevo paradigma educativo, pensando desde los desafíos y  posibilidades, globales y reales, de  “Nuestra América Latina”. Ello se traduce  en la búsqueda y reconocimiento de las diferentes identidades sociales y culturales existentes, en forma convergente con la renovación de las prácticas pedagógicas para una educación de la diversidad.
Todos quienes compartimos una profunda vocación pedagógica tenemos ante  nosotros el desafío de contribuir a discutir y avanzar en el desarrollo de una  respuesta social, culturalmente legítima y contemporánea, acerca del sentido y  forma que debe tener una EDUCACIÓN PÚBLICA.
Tener un sueño en educación es lo que nos permite continuar esperanzados en  las posibles transformaciones de la realidad, nos permite actuar con conciencia  y asumir críticamente esta gran dualidad, sugerida por Pulo Freire (2005) ¿a quiénes debo yo ser leal? ¿Al patrón que me paga o al sueño que me espera? 
Serán sueños que nos llevan a luchar, transformar y construir nuevos entornos más igualitarios y justos en la sociedad, en las escuelas, en los propios estudiantes.
A pesar de las limitaciones de la burocracia educativa vigente, tenemos la tarea  ante nosotros de reestructurar nuestro sistema educacional, y no me refiero a cambios “graduales” que por ser tan graduales no alcanzan a lograr sus objetivos en plazos razonables. Ni tampoco a tipos de reformas que pueden estar muy 
bienintencionadas, pero son inefectivas. Nuestras escuelas requieren una profunda reestructuración, sustentada en una nueva mirada educativa y en un efectivo Compromiso Nacional. Esto comienza a hacerse realidad en la formación  inicial y permanente de los profesores.