domingo, noviembre 07, 2010

Defensa de Piñera. Carlos Peña

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La ministra Von Baer tiene toda la razón del mundo: insinuar que el Presidente intervino de manera ilegítima en las elecciones de la ANFP es "canallesco e impresentable". Tiene toda la razón. No sólo es canallesco: es estúpido e irracional, propio de ignorantes. El Presidente no hizo más que ejercer un derecho. Como es sabido, el Presidente es dueño de casi un 14% de Colo Colo.

Siendo así, es natural que le preocupe el resultado de las elecciones de la ANFP. Si es del todo razonable que a un industrial le interese el resultado de las elecciones de la Sofofa ¿por qué sería reprochable que uno de los principales accionistas de un club -Colo Colo en este caso- se interese en quién dirigirá la Asociación Nacional de Fútbol? Entre los argumentos que da Santo Tomás a favor de la propiedad privada se encuentra uno irrefutable: es mejor, dice el Doctor Angélico, que las cosas tengan dueño porque así serán cuidadas con escrúpulo. ¿Acaso alguien espera que la conducta del Presidente refute a Santo Tomás?
No cabe duda.
El Presidente Piñera en cuanto accionista de Blanco y Negro S.A. -la sociedad anónima dueña del Club Colo Colo- tiene todo el derecho de preocuparse por quien dirigirá la Asociación de Fútbol, abogar por el candidato que le parezca tutelará mejor sus intereses y oponerse a quien, desde su punto de vista, podría lesionarlos.
La ley no lo prohíbe y, siendo así ¿por qué podría ser digno de reproche? ¿Acaso hay un estándar más alto que la ley para juzgar al Presidente?
Si el Presidente es dueño de Colo Colo y él, desde ese punto de vista, cree que Mayne-Nicholls le hace daño al club o, al menos, no tanto bien como debiera ¿por qué sería reprobable que se hubiera coalicionado con los dueños de otros clubes y unido fuerzas para cambiarlo? ¿De cuándo acá resulta ilegítimo que el propietario de un bien -Colo Colo en este caso- haga todo lo posible porque ese bien florezca y fructifique? Si es racional que el dueño de un bien haga esfuerzos por maximizar el beneficio que le reporta y si dentro de esos esfuerzos se encuentra escoger con cuidado a los dirigentes (de la misma manera que un accionista responsable cuida elegir bien al directorio) ¿por qué el Presidente actuaría de otra manera? ¿Acaso alguien espera que el Presidente ejecute un tipo de conducta que cualquier economista de manual consideraría estúpida e irracional como sería actuar contra lo que él, como dueño responsable que es, juzga son sus mejores intereses?
La ministra tiene toda la razón. Reprochar eso es tan absurdo que resulta casi canallesco.
El Presidente ha mantenido en poder suyo y contra viento y marea una importante porción accionaria en Colo Colo. Es, pues, dueño de ese club. En ese carácter tiene todo el derecho de abogar primero y votar después por el candidato de la ANFP que le plazca. Y como ocurre en todas las asociaciones, conversar con el resto de los partícipes, barajar candidaturas, convencer a los renuentes y, así, lograr que el club que ama y lo desvela y por el que, como se sabe, sus uñas sufrieron desde niño, esté mejor que nunca.
¿O habrá alguien que piense que el Presidente compró esa importante porción accionaria para luego, por el simple y circunstancial hecho de haber sido elegido Presidente de la República, dejarla a ella, y al club que lo desveló desde pequeño, entregados a su suerte? ¿Que Bielsa y Mayne-Nicholls le hacían bien al fútbol? Pero, ¿desde cuándo se le puede exigir a un propietario -el Presidente lo es de Colo Colo- pensar en el interés general más que en el propio?
No hay duda.
Es canallesco y vil pensar que el Presidente actuó mal.
¿O alguien se atreve a sugerir que el Presidente -que se empeñó en mantener contra viento y marea su paquete accionario en Colo Colo- olvidó sus deberes de propietario a la primera de cambio?
Faltaba más.