VSC: Por un Partido del Bien Común. Gonzalo Wielandt
Las elecciones de la democracia cristiana enfrentan a tres listas de distinguidos camaradas, sin embargo, el gran ausente en esta elección es la convicción explícita de generar un partido de vanguardia socialcomunitaria (VSC), que posicionado en el centro del sistema de partidos, convoque a un gran movimiento nacional por la participación comunitaria.
La lista de Ignacio Walker instala la misión política de un reposicionamiento en el centro, la lista de Mariano Fernández, podría ser descrita como una lista de reposicionamiento en la centro-izquierda y la lista de Leonel de Sánchez, de carácter contestatario y antioligárquica. Ninguna de las tres propone explícitamente un proyecto partidario socialcomunitarista, lo que obliga a muchos de nosotros a enfrentar el escenario postelectoral con una agresiva ofensiva político-ideológica de lucha doctrinariamente fratricida por la convocatoria de un movimiento de participación comunitaria que se instale como plataforma social y política, a partir del cual la democracia cristiana defina su alianza política y electoral. No hay alianza ni coalición política, si no hay movimiento de participación comunitaria. Ninguna coalición política pretendida por ninguna de las listas en disputa es eficaz políticamente si no se funda en el pueblo organizado, en el reconocimiento de la comunidad organizada como una verdadera autoridad.
En consecuencia, más importante que andar anunciando una carencia que es decirse oposición a secas, es anunciar un carácter de bien común del partido que lo restablezca como eje de la política chilena y que lo impulse a crear y consolidarse como una vanguardia socialcomunitaria a través de la convocatoria de un gran movimiento nacional de participación comunitaria, que sea expresión de la integración social de Chile. Desde el mundo empresarial, al mundo del proletariado más empobrecido, pasando por todas las dirigencias y organizaciones sociales, comunitarias, medioambientales, entre otras. Esta plataforma llevada a cabo un reposicionamiento desde el centro del sistema de partidos, nos permitiría volver a constituirnos como una fuerza de vocación nacional y popular, de amplia mayoría pluralista.
Como ninguna lista ha anunciado este camino, será el propio pueblo demócrata cristiano bajo su manifestación de voluntad general, que en la próxima junta nacional deberá decidir una recomposición del poder en el consejo nacional que sea auténtica expresión de la identidad socialcomunitaria de la democracia cristiana.
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