NOBLEZA OBLIGA. Andres Rojo
Sin haberse cumplido los primeros seis meses de la administración del Presidente Piñera, ya asoma con toda claridad el nombre de su ministro de educación Joaquín Lavín como candidato presidencial de la Derecha para el 2013, ocupando una posición aventajada como lo muestran todas las encuestas del último tiempo.
Al margen de un criterio de alternancia que implicaría que la Alianza lleve en la próxima oportunidad a un militante de la UDI, el propio Lavín que anunció que no postularía más a la Presidencia de la República no se ha vuelto a preocupar de desmentir sus aspiraciones y con la estrategia de hacer bien su trabajo se ha colocado en la primera línea de los posibles candidatos, mientras en la Concertación aún no hay evaluación sobre las razones de su derrota y mucho menos se ha avanzado en despejar el panorama de sus posibles competidores.
Complicado por el terremoto ocurrido a menos de un mes de asumir, la administración del Presidente Piñera tuvo la oportunidad de demostrar con hechos su pretendida eficiencia comparativa con los gobiernos anteriores, y dentro de todos fue Lavín el que más brillo sacó a su desafío de devolver a clases a los escolares de los sectores afectados por el sismo.
Luego, ha tenido dos aciertos de primera importancia, uno de los cuales ha pasado casi desapercibido, ya que está llegando a septiembre sin tomas de establecimientos educacionales, a pesar de algunos intentos de los secundarios, ni con paros de los docentes.
A ello ha unido su anuncio de pagar las carreras universitarios de los aspirantes a profesores que tengan buen puntaje en la Prueba de Selección, contraviniendo todo lo que indica la ortodoxia económica que debería sustentar su sector político, sin que ninguno de sus compañeros de tienda política haya asomado un solo gesto de crítica propuesta netamente estatista que va en contra de lo que indican las leyes del mercado.
Al mismo tiempo, ha tenido decisiones cuestionables, como la medida de retirar de circulación un material de educación sexual por su contenido erótico, pero no fue él quien hizo el anuncio sino quien recogió los frutos de las familias que están cansadas de cierto relativismo moral que ha imperado en las dos últimas décadas. Se podrá criticar su criterio, pero sólo desde un punto de vista ideologizado porque cualquier padre de familia preferirá que sus hijos sean educados con un mayor acento valórico que biológico en estas materias.
Para no ser candidato presidencial, Joaquín Lavín se ha esmerado en cuidar su positiva evaluación pública, llegando a niveles de aprobación que nunca tuvo en el pasado y, eso hay que reconocérselo, no puede ser casual.
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