Con guante blanco. Jorge Navarrete.
COMO PARA cerrar la trilogía concertacionista, se vienen las elecciones en la DC. Después de varias tratativas, finalmente el naipe se barajó por última vez. Un par de candidaturas quedaron en el camino y el duelo será entre dos ex cancilleres. Sin olvidar, obviamente, al tercer aspirante, cuyo nombre -Leonel Sánchez- no pasa desapercibido para ningún amante del buen fútbol y menos para los incondicionales del tablón.
A muchos sorprendió la división que experimentó la ya tradicional facción de los guatones -a ratos aylwinistas, alvearistas e incluso gutistas-, quienes más allá de algunas derrotas circunstanciales, han monopolizado buena parte de la maquinaria falangista desde la recuperación de la democracia.
Contrario a lo que algunos creen, se trata de un poder más suspendido que diluido. El actual jerarca de dicho sector, Gutenberg Martínez, enfrentó un dilema difícil de resolver. Sus tradicionales leales se aglutinaron en torno a una candidatura -la de Aldo Cornejo- que no parecía estar a la altura de los complejos desafíos que experimenta el partido. Sin embargo, tampoco resultaba plausible otorgar un apoyo al "Movimiento Amplio por la Renovación", que a la fecha no hacía gala de mayores merecimientos, amén de todavía no haberle ganado a nadie en las sinuosas aguas falangistas. Frente a la duda, abstente, pareció ser la máxima en este caso.
Esto facilitó el camino para la candidatura que encabeza Ignacio Walker. Con un elenco más diverso del que algunos hubiéramos querido, se consolidó una alternativa que barrió con varios mitos. A todas luces, es la opción que más trabajo interno ha realizado durante estos meses. Quizás poniéndose al día por los varios años de abandono -dicen algunos con algo de sorna-, los miembros de este equipo han recorrido el país intentando ganarse el favor de los díscolos militantes falangistas. Menos generales y más soldados ha sido la orden del día, en lo que parece ser una auspiciosa señal de mayor compromiso y profesionalismo político.
A Mariano Fernández, por su parte, no le quedó más alternativa que sumar a lo que quedaba disponible -lo que botó la ola, dicen sus adversarios- para conformar una candidatura que no termina por convencer. En un principio, pareció que el otrora clivaje de los "príncipes" y "mendigos" marcaría una vez más los comicios de la DC. Sin embargo, para alguien como Fernández -quien ha vivido buena parte de su vida laboral fuera de Chile, en el refinado ambiente de la diplomacia y que cultiva el hobby de sommelier- me imagino le resultaba algo complejo reeditar la lucha de clases al interior de la falange. En cambio, mostrarse como una alternativa más confrontacional con el gobierno, en contraste con la de Walker -cuyas varias y conciliadoras declaraciones públicas iluminaron esta estrategia- pareció un rumbo electoral más prolífico, aunque sospecho insuficiente para hacerse de una mayoría interna.
Puestas así las cosas, las razones por las cuales Walker será el próximo presidente de la DC son básicamente tres: el haber ganado la bandera de la renovación; la opción de neutralidad que adoptó Gutenberg Martínez, y porque no existió otra candidatura que mejor apelara al sentido común ciudadano (al parecer, ahora, también partidario).
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