lunes, mayo 24, 2010

El espíritu del 21 de Mayo . Biehl del Río, John

¿Será que la política chilena continuará sin elevar su nivel? En el corto plazo, ya se llenaron editoriales, columnas, pantallas y parlantes con los ingredientes de la farándula. Asoman ambiciones presidenciales para elección o reelección; pululan los ataques personales, desde el sexo hasta la deshonestidad; se construyen casas de emergencia hechas de mazapán y sueños con robustos soldados; se denigra a las casas de “Un techo para Chile”; problemas de alcoba definen el devenir de importantes partidos políticos, y la lista podría seguir hasta obligarnos a dudar si éste será el gobierno del “Negro” o el de Sebastián....... Las pinceladas impresionistas del cuadro anterior, llevan a concluir, contra mi sentimiento, mas no contra la razón, que fue bueno que en Chile se cambiara el gobierno. En primer lugar, es claro que se estaba acostumbrando a la democracia y sus votos de coalición, aun con buenas intenciones, para considerar el poder como propio. Esa fijación que hoy es patente en el accionar de la mayoría de la Concertación, debería conducirla a reflexiones sustantivas. Si ello no sucede, el deterioro a la democracia chilena no será irremontable estando fuera del gobierno, como lo hubiese sido en un quinto período presidencial consecutivo.
Por otra parte, la irrupción en el poder de la Alianza, tan llena de palabras para transmitir que pueden hacer las cosas mejor, por cuanto sencillamente son mejores, los ha llevado en estos primeros meses a mostrar niveles de arrogancia desconocidos en su forma generalizada durante gobiernos democráticos. Cuando hablamos de política y democracia somos todos uno y tenemos el mismo valor, y ello es otra cosa a diferenciarnos por la cantidad de dinero que pueda tener cada cual o haber utilizado en su educación. Es preciso entender esa distinción fundamental. Deberán transformar esa arrogancia en humildad con gran prontitud, pues no hay tiempo que perder. Será la mejor manera en que podamos compartir aquello que saben o aprenderán a hacer bien. Será fórmula necesaria para que la fe entre gobernantes y gobernados retome la fuerza de la igualdad política de hombres y mujeres todos, y no la debilidad de un pretendido despotismo ilustrado, ahora llamado vulgarmente meritocracia.
A nadie interesa seguir jugando a señalar culpables, y contentarse con la justicia popular de los titulares en los medios masivos de comunicación. Hagamos más fuertes las instituciones y más sólida la confianza ciudadana llevando cada caso, sea de pedofilia, corrupción o cualquier otra, allí donde corresponde hacer justicia. En nuestra democracia caben gobiernos alternativos y debemos querer que sean siempre mejores los que llegan a los que se van. Hay que ganar los votos por arriba, constructivamente. Será la única manera de llegar a ser un país desarrollado y desterrar la pobreza.
La cuenta de este 21 de Mayo debería ser un indicativo claro que en ambos bandos, que hoy se enfrentan en libertad, prevalezca lo mejor de cada cual. En medio de la farándula ha habido gestos positivos en ambos sectores. Es la línea que debe imponerse. Que la oposición celebre sus victorias por sus contribuciones a facilitar y mejorar las cosas. Que el Gobierno lo haga porque contribuyó a elevar el nivel de la política nacional. Es tiempo de seguir construyendo la inconclusa transición a una gran democracia. Será camino largo que no concluirá en este gobierno. El feroz terremoto del 27 de febrero debe ser tarea y responsabilidad que se asuma como política de Estado. Por encima de ese enorme peso, como reto prioritario, el gobierno de Sebastián Piñera deberá ser recordado como otro gran paso para que los chilenos vivamos mejor y dejar atrás los recuerdos más oscuros de nuestro quehacer político.
Este 21 de Mayo debería ser como ningún otro, en el mensaje del Presidente Piñera, el recuerdo de cómo un pequeño grupo de hombres singulares, sencillos o letrados, juntos todos, pueden transformar la adversidad en una gran victoria para un país entero.
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