La encrucijada socialista. Alfredo Joignant.

La segunda opción, de corte socialdemócrata, es liderada por el diputado Marcelo Díaz, cuyo ideario es transformar al PS en un partido de clases medias y populares, esto es, un vasto y ancho universo de grupos sociales cuyo denominador común es su condición de asalariados. Si bien la diferencia con la primera opción es algo más que un matiz, dista mucho de ser sideral. ¿Por qué? Simplemente porque de lo que se trata es de hacer doctrina partidaria desde las políticas redistributivas y universales que han sido implementadas bajo los gobiernos de la Concertación, aunque transitando desde estándares populares a definiciones del bienestar cada vez más apegadas a la subjetividad y a las condiciones de existencia de los grupos medios. El desafío es mayúsculo, ya que todas las formas conocidas de socialdemocracia suponen un entroncamiento virtuoso entre partido y mundo sindical, el que sabemos es extraordinariamente débil en Chile. Junto a esto, es importante tomar nota del extraño estigma asociado al vocablo “socialdemocracia” en el PS, en circunstancias que buena parte de lo obrado y gobernado durante veinte años, y en particular durante la administración Bachelet, se inscribe en esta definición de la política socialista.
La tercera opción, de éxito muy improbable, se funda en lógicas movimientistas o catch-all, a partir de una apertura partidaria al mundo social organizado. Esta opción tiene escasos antecedentes en la tradición socialista, la que se aviene mejor con concepciones orgánicas destinadas a representar clases sociales y no grupos, estratos, personas o simplemente ciudadanos. Este punto es crucial, ya que permite poner el dedo en el principal fundamento de la política pepedeísta, y por tanto en la fuente de división original y hoy de diferenciación entre ambos partidos.
Son estas opciones, y no otras, las que se juegan en los futuros comicios internos del PS. Desafortunadamente, existen pocas chances para que los votantes socialistas sufraguen al cabo de debates de ideas y no del uso de la correlación bruta de fuerzas, dado el peso de los aparatos internos involucrados. Mi convicción es que la segunda opción es el único rumbo racional y posible, razón por la cual apoyo la candidatura de Marcelo Díaz, en el entendido que las diferencias con la primera opción no son insalvables. [+/-] Seguir Leyendo...
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