Socialistas y Democratacristianos: Tradiciones de colaboración. Instituto Igualdad.
La crisis del Gabinete de Coalición Alemán ha sido mostrada por políticos y politólogos de la Coalición por el Cambio como una muestra de lo feble de la Alianzas entre socialistas y democratacristianos. Tras estos juicios, subyace la intención de mostrar a la Concertación como una suerte de alianza contranatural, que une por meros intereses a corrientes opuestas en todo el resto del mundo. Así, lo hacia notar Hace una semana Andrés Allamand en una artículo titulado “La crisis de la izquierda europea vista desde Chile”.
Lo cierto es que dicha visión olvida que ha existido una larga tradición de cooperación entre partidos socialdemócratas y socialcristianos, dicha tendencia meramente coyunturales. se ha expresado reiteradamente en la formación de coaliciones, las que no han sido
Hacer un recuento de estas coaliciones y experiencias de cooperación se vuelve necesario para desmentir una falacia que ya es manejada como un lugar común por muchos políticos chilenos. A continuación, un recuento de los principales gobiernos de coalición entre socialistas y democratacristianos, los que en algunos casos también han incluido otras fuerzas.
Alemania: Gabinetes de coalición en los períodos 1966-1969 y 2005-2009.
Austria: Gabinetes de coalición en los períodos 1945-1966 y 1987-2000.
Bélgica: Gabinetes de coalición en los 1947-1949, 1961-1966, 1968-1974, 1977- 1981 y 1988-1999.
Holanda: Gabinetes de coalición en los períodos 1946-1958, 1965-1966, 1973-1977, 1981-1982, 1989-1994 y desde 2007 hasta la actualidad.
Italia: Reiterados gabinetes de coalición entre 1963 y 1947, durante el período de apertura a sinistra, tendencia que se repite entre 1979 a 1994 durante el período del pentapartito. Posteriormente diversas fuerzas de origen socialista y democratacristiano han convivido al interior de la Coalición del Olivo y al interior del Partido Democratico, colectividades que les han permitido acceder al Gobierno.
Suiza: Coalición al interior del Consejo Federal, junto con otros partidos, conocida como fórmula mágica, Zaubelformel, entre 1959 y 2003.
Uruguay: Coexistencia de fuerzas de origen socialista y democratacristiano al interior del Frente Amplio.
Existen también otros casos, de países donde la tradición democratacristiana es débil, donde de todas maneras se han dado algunas experiencias. Estos son:
Dinamarca: Gabinete de coalición entre 1993-1994.
Francia: Diez gabinetes durante la Cuarta República, entre 1945 y 1958.
Después de esta evidencia es difícil seguir sosteniendo que la colaboración entre socialistas y demócrata cristianos como algo anormal o pasajero.
En esta capacidad de formar coaliciones han influido la existencia de Consensos ideológicos básicos entre ambas fuerzas. Estos han sido la defensa de un régimen democrático-liberal, la aceptación del estado de bienestar y de la existencia de derechos sociales y la defensa del multilateralismo en materia de relaciones internacionales. En efecto, los partidos democratacristianos han criticado algunos aspectos del Estado de bienestar. Sin embargo, y a diferencia de los partidos de la derecha anglosajona, como los tories ingleses o los republicanos norteamericanos, nunca han emprendido una campaña masiva de desmantelamiento del sistema de protección social. Tampoco han renegado de la existencia de derechos sociales ni de la regulación del mercado laboral. Si bien, en algunos momentos han emprendido campañas que apuntan a reducir el tamaño del estado, no han atentado contra estos consensos básicos y su disputa con las corrientes socialdemócratas se ha centrado más bien en el rol cumplido por el estado y los cuerpos intermedios en la provisión directa de servicios sociales más que en la existencia de los mismos. Otro punto que ha tensionado estas alianzas han sido los llamados temas valóricos.
Es un mito de que la democracia cristiana sea la “derecha” en todos los países europeos. Es más, en muchos países del viejo continente encuentra en una posición centrista frente a partidos “populares” de derecha nacionalista. En otros lados ocupa, efectivamente, una postura de derecha, sin embargo, lo hace manteniendo puntos de consenso y distancias salvables con corrientes reformistas de izquierda. Se vuelve necesario destacar como en muchos partidos europeos, las fuerzas democratacristianas pasaron a estar en la derecha del sistema de partidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Dicha coyuntura fue un duro golpe que barrió con muchas de las colectividades extremas de la derecha europea, tano en su antigua vertiente aristocratizante como en sus corrientes nacionalistas y masivas. La complicidad activa y pasiva con el nazi-fascismo, como la experiencia de la colaboración barrieron con muchos de estos partidos de derecha permitiendo a las democracias cristianas ocupar ese espacio, sin que ello implique necesariamente que sus distancias con las corrientes de izquierda reformista hayan sido insalvables, y menos aun cuando varios de estos partidos fueron abandonando el marxismo.
Por lo demás, muchos de los miembros de la alianza, al hablar de la democracia cristiana europea miran al partido popular español. Cabe destacar como en España nunca existió una arraigada tradición socialcristiana, en su defecto, lo que predominó fue un fuerte tradicionalismo conservador. Antes del régimen de Franco, lo más parecido a una corriente socialcristiana fue la C.E.D.A. (Confederación Española de Derecha Autónomas) y la Juventud de Acción Popular, corrientes mucho mas cercanas en su programa, e incluso en su estética, al corporativismo de de raigambre fascista y autoritaria que a la democracia cristiana. Por lo demás, tras la muerte de Franco, en el periodo de transición a al democracia, el nuevo Partido Popular recogió algunos contingentes democratacristianos. Sin embargo, el grueso de su militancia y dirigencia fueron antiguos franquistas reciclados. La escasa identidad democratacristiana de estos sectores se ha notado en la fuerza co que el PP español pugnó por transformar a la Internacional Demócrata Cristiana en Internacional Demócrata de Centro. Queda claro como la realidad del Partido Popular español no es necesariamente el reflejo de las grandes corrientes democratacristianas internacionales. Y al mismo tiempo, debería alentar a los políticos democratacristianos chilenos a dejar de buscar su aprobación. [+/-] Seguir Leyendo...
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