Enrique Correa: Mi generación política tiene que jubilarse dignamente
El ex ministro defiende la tesis de que en Chile se está desarrollando una rebelión generacional en todos los partidos.
Sin aspavientos, el sábado 16 varios de los principales nombres de la generación del 60 se reunieron a puertas cerradas en el Goethe Institut para participar del seminario "Mapu, realidad o mito", sobre los 40 años de la creación de ese movimiento. A Enrique Correa -que encarna como pocos el vertiginoso ascenso de los ex Mapu a partir de la transición- le tocó participar en el primer panel. Según relata, en un momento les manifestó a sus ex compañeros que había llegado la hora de dar un paso al costado e iniciar su retiro de la política. ¿Qué lleva a Correa a sostener esa tesis, que contradice la regla universal de que una generación política jubila a la anterior sin esperar ni pedir permiso, como lo han hecho todas y especialmente la de los 60? Todo indica que la explicación está en su lectura de la candidatura de Marco Enríquez-Ominami y los dilemas que le abre a la Concertación para permanecer en el poder.
¿Cuáles son las diferencias entre el cambio que representó para la Concertación la Presidenta Bachelet en la campaña del 2005 y lo que hoy encarna Enríquez-Ominami?
Son fenómenos distintos. En el caso de la Presidenta fue la búsqueda de un cambio en el estilo de liderazgo y de un cierto rechazo a un tipo de presidencia imperial. La gente buscaba líderes más cercanos. Pero Bachelet jamás se salió de la institucionalidad de la Concertación. Marco sí encarna una rebelión o sentimiento antiestablishment, su campaña es más disruptiva. Yo lo definiría, sobre todo, como un hombre de la Concertación que ha sabido capturar un clamor por un recambio generacional, que es mucho más generalizada de lo que se piensa. Yo me atrevería a calificar lo que está ocurriendo como una rebelión generacional.
¿Y cuál sería el sentido de esa rebelión?
Que la generación que hoy gobierna se retire con dignidad.
La generación que hoy gobierna es la suya.
Es cierto. Mi generación política tiene que jubilarse dignamente. No hay en la historia de Chile, ni siquiera entre los conservadores del siglo XIX, una generación que haya estado tanto tiempo en el poder. Se inició con la marcha de la Patria Joven de Eduardo Frei Montalva, siguió con la candidatura de Allende y -con la excepción de la época de los militares, cuando estuvimos en la clandestinidad o en el exilio- siempre ha estado en la primera fila de protagonismo. Apenas los militares se fueron, volvimos al poder.
¿Usted sostiene que esta es la primera rebelión generacional en la política chilena desde los 60?
Así de fuerte es, aunque no lo parezca. Lo que pasa es que no se expresa como un anhelo de cambiar completamente la sociedad como en esos años y eso es positivo, porque crea un camino de continuidad programática. Tenemos un sistema binominal cuya estabilidad se basa en dos grandes coaliciones, y da tranquilidad observar que el sistema político ha sido capaz de absorber en su interior a los exponentes de este fenómeno. Nuestra primera tarea es ganar la elección presidencial y después concretar el recambio generacional, contribuyendo a que el traspaso se haga en una buena mixtura entre experiencia y juventud. Lo que sí está claro es que asumir una conducta de resistencia a esta presión sólo llevaría a un retiro brusco de nuestra generación.
¿Además de Marco Enríquez, quiénes serían los exponentes de esta nueva generación?
Me parece que Claudio Orrego y Carolina Tohá son algunos de los exponentes más distinguidos. Entre quienes pugnan por ganar protagonismo hay mucha capacidad.
Sin embargo, ni ellos ni otros de su generación han sido capaces de tomarse el poder dentro de los partidos. Además, el poder nunca se cede, siempre se pierde. ¿Por qué se lo van a entregar si no se lo han ganado?
No hay opción. Van a tener que darle el paso. Los partidos viven tiempos difíciles y para prestigiarse y fortalecerse deben aceptar la diversidad y el tiraje de la chimenea Desde hace demasiado tiempo son manejados por la misma generación. Y aquí quiero enfatizar un punto importante: se trata de un fenómeno transversal, que en el caso de Enríquez-Ominami se ha expresado en forma disruptiva. Pero ahí está la gente joven del PS, los "príncipes" y otros grupos de la DC. En la UDI la rebelión ya está en marcha -Kast es una expresión de ello- y probablemente se va a dar entre generaciones que no vivieron de la misma forma los años de la dictadura.
El candidato de la Concertación, el ex presidente Eduardo Frei, ha insistido en que busca dar paso al cambio generacional. Sin embargo, su figura encarna el establishment tradicional.
El ex presidente es un candidato abierto y sin prejuicios, como lo demostró al plantear temas como el aborto terapéutico y la estatización del Transantiago. Además, si su padre, Eduardo Frei Montalva, fue quien abrió las puertas a la generación de la Patria Joven, ¿por qué no puede ser su hijo quien abra los puentes por donde deben atravesar las generaciones que vienen?
Pero usted fue uno de los que se rebelaron contra el gobierno de Frei Montalva en los 60, junto a otros dirigentes que emigraron de la DC y fundaron el Mapu.
Eso fue posterior, pero él nos abrió el paso. Además, hay mucha mitología sobre el Mapu. No fue el único movimiento surgido de la rebelión de los 60. El MIR, por la izquierda, y el gremialismo de Jaime Guzmán, por la derecha, fueron otras expresiones de ese fenómeno. Además, siempre hay maestros más experimentados. En mi caso, y en el de muchos otros, fue Clodomiro Almeyda. Ahora, serán otros. Nosotros ya cumplimos nuestro papel histórico.
¿Qué papel le correspondería cumplir a la próxima generación?
Gobernar a un país desarrollado.
Usted y algunos de sus ex compañeros del Mapu, como Eugenio Tironi y Oscar Guillermo Garretón, fueron objeto de una crítica feroz de Enríquez-Ominami en su documental sobre el aburguesamiento de la izquierda, "Los Héroes están fatigados". ¿Es verdad que se sintió emboscado tras ver el documental?
(Risas) No, no. Yo sabía a lo que venía cuando acepté la entrevista. El me pone como el símbolo de todo lo que hay que superar. El que sí creo que se sintió emboscado fue Oscar Guillermo, a quien le habían dado a entender que era una entrevista simpática. Pero ese tema es anecdótico. Si bien yo estoy por impulsar el cambio generacional, defiendo la gran obra que realizamos y que le ha dado a este país estabilidad. Estoy orgulloso de haber participado en la transición, como lo he manifestado muchas veces.
¿Qué debe hacer la Concertación con Enríquez-Ominami si su candidatura es expresión de un factor generacional?
Si la Concertación tiene una conducta agresiva con la candidatura de Enríquez-Ominami, mucha gente de las generaciones más jóvenes, que son institucionales dentro de la Concertación, puede interpretarlo negativamente. Por eso es tan importante el principio de no beligerancia entre la candidatura de Frei y la de Enríquez-Ominami.
Ha habido bastante beligerancia.
Sí, pero la no beligerancia es clave para que la candidatura de Marco no perjudique a la de la Concertación. No hay que empujarlo a la vereda del frente. Un segundo punto es mantener una política de respeto al cupo senatorial de Carlos Ominami. Lo mejor es no presionarlo.
¿Justifica la decisión del senador?
Es muy difícil no apoyar a un hijo. Ahora, él va a ser candidato a senador y tendrá que administrar el afecto paternal con el respeto de los intereses de la coalición que representa y del candidato de esa coalición.
¿Se ha impuesto en la Concertación la tesis de la no beligerancia?
No, pero se tendrá que imponer. Convertir la candidatura de Marco en la ocasión para un conflicto interno grave no es una estrategia inteligente. La única condición para la no beligerancia es que Enríquez-Ominami no tome la iniciativa de una lista parlamentaria separada. Si lo hace, la beligerancia será inevitable.
Hay quienes ven la irrupción del nuevo candidato como un factor funcional a la candidatura de Piñera porque obstaculiza el crecimiento de Frei.
No estoy tan seguro. Hay que esperar la encuesta CEP, entre otras, para afirmar que Frei se ha estancado. Pero si Enríquez-Ominami llega hasta el final, y aparece en la papeleta, es posible que Frei obtenga menos votos de los que naturalmente debería captar. Otra posibilidad es que Marco capte parte del voto de descontento generacional y social que pudo haber capturado Piñera y que no es de la Concertación. Por eso, todo el esfuerzo de la Concertación consiste en que Piñera no gane en primera vuelta. La segunda vuelta es terreno más favorable para nosotros. El segundo objetivo es acortar al máximo la distancia entre los dos.
¿Cuál es su análisis sobre el escenario que enfrenta la Alianza?
Hasta fines del año pasado se estimaba que la crisis económica iba a hacer caer la popularidad de la Presidenta. Falta sortear el invierno, pero está claro que la crisis no va a complicar como se creía la candidatura de Frei. El discurso de la Presidenta el 21 de mayo es un reflejo de eso. Ella optó por resaltar el sello de protección social de su gobierno como antídoto contra la crisis y el efecto de sus medidas es algo de lo que la oposición ciertamente tomó nota.
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Sin aspavientos, el sábado 16 varios de los principales nombres de la generación del 60 se reunieron a puertas cerradas en el Goethe Institut para participar del seminario "Mapu, realidad o mito", sobre los 40 años de la creación de ese movimiento. A Enrique Correa -que encarna como pocos el vertiginoso ascenso de los ex Mapu a partir de la transición- le tocó participar en el primer panel. Según relata, en un momento les manifestó a sus ex compañeros que había llegado la hora de dar un paso al costado e iniciar su retiro de la política. ¿Qué lleva a Correa a sostener esa tesis, que contradice la regla universal de que una generación política jubila a la anterior sin esperar ni pedir permiso, como lo han hecho todas y especialmente la de los 60? Todo indica que la explicación está en su lectura de la candidatura de Marco Enríquez-Ominami y los dilemas que le abre a la Concertación para permanecer en el poder.
¿Cuáles son las diferencias entre el cambio que representó para la Concertación la Presidenta Bachelet en la campaña del 2005 y lo que hoy encarna Enríquez-Ominami?
Son fenómenos distintos. En el caso de la Presidenta fue la búsqueda de un cambio en el estilo de liderazgo y de un cierto rechazo a un tipo de presidencia imperial. La gente buscaba líderes más cercanos. Pero Bachelet jamás se salió de la institucionalidad de la Concertación. Marco sí encarna una rebelión o sentimiento antiestablishment, su campaña es más disruptiva. Yo lo definiría, sobre todo, como un hombre de la Concertación que ha sabido capturar un clamor por un recambio generacional, que es mucho más generalizada de lo que se piensa. Yo me atrevería a calificar lo que está ocurriendo como una rebelión generacional.
¿Y cuál sería el sentido de esa rebelión?
Que la generación que hoy gobierna se retire con dignidad.
La generación que hoy gobierna es la suya.
Es cierto. Mi generación política tiene que jubilarse dignamente. No hay en la historia de Chile, ni siquiera entre los conservadores del siglo XIX, una generación que haya estado tanto tiempo en el poder. Se inició con la marcha de la Patria Joven de Eduardo Frei Montalva, siguió con la candidatura de Allende y -con la excepción de la época de los militares, cuando estuvimos en la clandestinidad o en el exilio- siempre ha estado en la primera fila de protagonismo. Apenas los militares se fueron, volvimos al poder.
¿Usted sostiene que esta es la primera rebelión generacional en la política chilena desde los 60?
Así de fuerte es, aunque no lo parezca. Lo que pasa es que no se expresa como un anhelo de cambiar completamente la sociedad como en esos años y eso es positivo, porque crea un camino de continuidad programática. Tenemos un sistema binominal cuya estabilidad se basa en dos grandes coaliciones, y da tranquilidad observar que el sistema político ha sido capaz de absorber en su interior a los exponentes de este fenómeno. Nuestra primera tarea es ganar la elección presidencial y después concretar el recambio generacional, contribuyendo a que el traspaso se haga en una buena mixtura entre experiencia y juventud. Lo que sí está claro es que asumir una conducta de resistencia a esta presión sólo llevaría a un retiro brusco de nuestra generación.
¿Además de Marco Enríquez, quiénes serían los exponentes de esta nueva generación?
Me parece que Claudio Orrego y Carolina Tohá son algunos de los exponentes más distinguidos. Entre quienes pugnan por ganar protagonismo hay mucha capacidad.
Sin embargo, ni ellos ni otros de su generación han sido capaces de tomarse el poder dentro de los partidos. Además, el poder nunca se cede, siempre se pierde. ¿Por qué se lo van a entregar si no se lo han ganado?
No hay opción. Van a tener que darle el paso. Los partidos viven tiempos difíciles y para prestigiarse y fortalecerse deben aceptar la diversidad y el tiraje de la chimenea Desde hace demasiado tiempo son manejados por la misma generación. Y aquí quiero enfatizar un punto importante: se trata de un fenómeno transversal, que en el caso de Enríquez-Ominami se ha expresado en forma disruptiva. Pero ahí está la gente joven del PS, los "príncipes" y otros grupos de la DC. En la UDI la rebelión ya está en marcha -Kast es una expresión de ello- y probablemente se va a dar entre generaciones que no vivieron de la misma forma los años de la dictadura.
El candidato de la Concertación, el ex presidente Eduardo Frei, ha insistido en que busca dar paso al cambio generacional. Sin embargo, su figura encarna el establishment tradicional.
El ex presidente es un candidato abierto y sin prejuicios, como lo demostró al plantear temas como el aborto terapéutico y la estatización del Transantiago. Además, si su padre, Eduardo Frei Montalva, fue quien abrió las puertas a la generación de la Patria Joven, ¿por qué no puede ser su hijo quien abra los puentes por donde deben atravesar las generaciones que vienen?
Pero usted fue uno de los que se rebelaron contra el gobierno de Frei Montalva en los 60, junto a otros dirigentes que emigraron de la DC y fundaron el Mapu.
Eso fue posterior, pero él nos abrió el paso. Además, hay mucha mitología sobre el Mapu. No fue el único movimiento surgido de la rebelión de los 60. El MIR, por la izquierda, y el gremialismo de Jaime Guzmán, por la derecha, fueron otras expresiones de ese fenómeno. Además, siempre hay maestros más experimentados. En mi caso, y en el de muchos otros, fue Clodomiro Almeyda. Ahora, serán otros. Nosotros ya cumplimos nuestro papel histórico.
¿Qué papel le correspondería cumplir a la próxima generación?
Gobernar a un país desarrollado.
Usted y algunos de sus ex compañeros del Mapu, como Eugenio Tironi y Oscar Guillermo Garretón, fueron objeto de una crítica feroz de Enríquez-Ominami en su documental sobre el aburguesamiento de la izquierda, "Los Héroes están fatigados". ¿Es verdad que se sintió emboscado tras ver el documental?
(Risas) No, no. Yo sabía a lo que venía cuando acepté la entrevista. El me pone como el símbolo de todo lo que hay que superar. El que sí creo que se sintió emboscado fue Oscar Guillermo, a quien le habían dado a entender que era una entrevista simpática. Pero ese tema es anecdótico. Si bien yo estoy por impulsar el cambio generacional, defiendo la gran obra que realizamos y que le ha dado a este país estabilidad. Estoy orgulloso de haber participado en la transición, como lo he manifestado muchas veces.
¿Qué debe hacer la Concertación con Enríquez-Ominami si su candidatura es expresión de un factor generacional?
Si la Concertación tiene una conducta agresiva con la candidatura de Enríquez-Ominami, mucha gente de las generaciones más jóvenes, que son institucionales dentro de la Concertación, puede interpretarlo negativamente. Por eso es tan importante el principio de no beligerancia entre la candidatura de Frei y la de Enríquez-Ominami.
Ha habido bastante beligerancia.
Sí, pero la no beligerancia es clave para que la candidatura de Marco no perjudique a la de la Concertación. No hay que empujarlo a la vereda del frente. Un segundo punto es mantener una política de respeto al cupo senatorial de Carlos Ominami. Lo mejor es no presionarlo.
¿Justifica la decisión del senador?
Es muy difícil no apoyar a un hijo. Ahora, él va a ser candidato a senador y tendrá que administrar el afecto paternal con el respeto de los intereses de la coalición que representa y del candidato de esa coalición.
¿Se ha impuesto en la Concertación la tesis de la no beligerancia?
No, pero se tendrá que imponer. Convertir la candidatura de Marco en la ocasión para un conflicto interno grave no es una estrategia inteligente. La única condición para la no beligerancia es que Enríquez-Ominami no tome la iniciativa de una lista parlamentaria separada. Si lo hace, la beligerancia será inevitable.
Hay quienes ven la irrupción del nuevo candidato como un factor funcional a la candidatura de Piñera porque obstaculiza el crecimiento de Frei.
No estoy tan seguro. Hay que esperar la encuesta CEP, entre otras, para afirmar que Frei se ha estancado. Pero si Enríquez-Ominami llega hasta el final, y aparece en la papeleta, es posible que Frei obtenga menos votos de los que naturalmente debería captar. Otra posibilidad es que Marco capte parte del voto de descontento generacional y social que pudo haber capturado Piñera y que no es de la Concertación. Por eso, todo el esfuerzo de la Concertación consiste en que Piñera no gane en primera vuelta. La segunda vuelta es terreno más favorable para nosotros. El segundo objetivo es acortar al máximo la distancia entre los dos.
¿Cuál es su análisis sobre el escenario que enfrenta la Alianza?
Hasta fines del año pasado se estimaba que la crisis económica iba a hacer caer la popularidad de la Presidenta. Falta sortear el invierno, pero está claro que la crisis no va a complicar como se creía la candidatura de Frei. El discurso de la Presidenta el 21 de mayo es un reflejo de eso. Ella optó por resaltar el sello de protección social de su gobierno como antídoto contra la crisis y el efecto de sus medidas es algo de lo que la oposición ciertamente tomó nota.
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