Vuelvo a escribir nuevamente con respecto al tema discutido con José Reyes. Diego Calderon
Vuelvo a escribir nuevamente con respecto al tema discutido con José Reyes en relación a la reciente aprobación de la LGE en el Congreso Nacional.
Mantengo el tema porque me parece no menor el tema y porque lo argumentos que José Reyes plantea son precisamente aquellos que el Gobierno y la Alianza promovieron para lograr aprobar éste proyecto. Los argumentos de José Reyes en la última contra respuesta los rebato en orden:
Primero: Hay un error en su interpretación de lo que precedió al Golpe de Estado en 1973, la mayoría de los historiadores no se refieren al exceso de “ideologización” pues eso nunca es negativo pues significa el desarrollo de ideas, de concepciones del mundo y de la sociedad y de los medios y fines que se deben alcanzar desde el gobierno, lo problemático fue la polarización, el sectarismo, la excesiva confrontación que se llevó a planos distintos de los propios de un sistema democrático.Segundo: Plantea que desde hoy, desde la LGE el Gobierno tiene las herramientas para ayudar a los establecimientos que mas lo necesiten lo cual es falso, la ley de subvención preferencial permite ayudar económicamente a los establecimientos en base a la situación económica de sus alumnos, no de sus resultados académicos. Por otro lado, el Estado sigue hoy imposibilitado de destinar más recursos a los liceos públicos y brindarles mayor asistencia debido a una supuesta desigualdad que eso significaría en relación con los liceos particulares subvencionados.
Tercero: Habla que como jóvenes y nuestros dirigentes debiéramos preocuparnos más de lo que pasa en el aula, eso es simplemente un chivo expiatorio, la discusión en educación no es ni debe ser monotemática, se puede discutir sobre calidad de la educación, sobre institucionalidad de la educación o sobre Marco Regulatorio (LGE) sin por eso descuidar los otros flancos.
Cuarto: Habla de colegios con excelentes resultados y con los mismos recursos que otros con pésimos resultados, eso es relativo pues hay que considerar no solo los recursos que ingresan sino también la composición social de los estudiantes, la ubicación del establecimiento y el prestigio de éstos. En el Instituto Nacional por ejemplo del cual soy egresado tiene decenas de profesores que hacen clase en él a medio tiempo y el resto lo dedican a hacer clases en Verbo Divino o en la Scuola Italiana, esto porque trabajar en el Instituto ensancha su currículo. Hay muchos criterios para evaluar si un colegio tiene las mismas condiciones, no solo las subvenciones.
Quinto: Uno de los pedagogos más importantes de Latinoamérica, el humanista cristiano Paulo Freire creador de la “educación popular” plantea en muchos de sus escritos que el valor que le damos a la educación esta relacionado con muchos factores externos, sociales y esencialmente valorativos. En efecto, cuando criticamos que se pueda lucrar con la educación lo hacemos porque consideramos que eso apunta a considerar la educación por la sociedad como una cuestión de mercado- de oferta y demanda- donde pagar por ella es garantía de mejor calidad además de el perverso efecto de segregar la sociedad creando establecimientos de niños pobres, niños de clase media y niños ricos. Lo anterior no es estar en contra de la educación privada, sino que soy partidario de que la subvención se entregue, o al menos inicialmente se entregue una mayor cantidad, a aquellos establecimientos particulares que den garantías como tener arancel diferenciado, procesos de selección objetivos y admitan porcentajes de estudiantes de escasos recursos. Recordemos que el carácter “particular” de los establecimientos no solo alude a su carácter privado sino también a sus particularidades (congregaciones católicas, fundaciones extranjeras, colonias, etc.)
Sexto: Sin duda alguna es lamentable el resultado del examen hecho a los egresados de pedagogía, pero… ¿Qué pasa si le hacemos uno a los egresados de TODAS las facultades de derecho? ¿Administración Pública? ¿Sociología?... Los resultados probablemente serían similares debido a que la LOCE no establece requisitos precisamente “exigentes” para constituir carreras, y las mencionadas por ser “de pizarrón” al igual que las pedagogías son los boom en constituirse. Dígame, como van a entrar a estudiar jóvenes a carreras de pedagogía cuando las condiciones laborales son miserables, la inestabilidad es creciente (excepto en establecimientos públicos) y para peor la sociedad y el Congreso en la LGE los menosprecia en su labor estableciendo que son reemplazables por cualquier profesional con 8 semestres que sea afín a la materia…
Aquí no hay un avance “sustancial”, solo se deja constancia de que el tema es una preocupación para que no quede en la historia que nada se hizo después del hito de las movilizaciones el año 2006, nuestra Concertación (con aplaudidas excepciones) y la Alianza alaban a algunos expertos en educación cuando éstos confirman sus ideas pero los desprecian cuando no, José García Huidobro, Jorge Manzi, Educación 2020. etc. Son ejemplos de ello.
Diego Calderón
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