lunes, enero 26, 2009

Frei Montalva… presente .Pedro Urzúa Frei


Carta a la Segunda.
Señora Directora:

Como ya es tradición casi republicana, hoy recordamos la muerte de ex Presidente de la República Eduardo Frei Montalva, fallecido por causas que se investigan, pero en la que ya es un secreto a voces la intervención de terceros. ¿Por qué después de 27 años tanta gente se reúne a recordar a quien dejó La Moneda hace casi cuarenta años? No cabe duda de que la trascendencia de su obra hace que su legado sea una fuente de inspiración para ésta y futuras generaciones. Por eso vale la pena recordar parte de ese legado, precisamente, para que las nuevas generaciones entiendan los enormes esfuerzos que hombres como él han hecho a través de la historia para hacer grande a esta patria. Algunos pensarán que peco de falta de objetividad al describir la trascendencia de mi abuelo; sin embargo, estas cortas líneas, cargadas de emoción, tienen el valor de la herencia.
Desde joven, él fue un revolucionario en el mejor sentido de la palabra, y marcó su vida con el esfuerzo y la lucha incansable por defender sus ideales. Así, cruzó a temprana edad el Atlántico para llevar al viejo mundo el mensaje de los jóvenes católicos de un lugar llamado Chile. Con sencillez y naturalidad lideró un movimiento gravitante hasta nuestros días, y que ha sido clave en la construcción de este país que se acerca al bicentenario. Su imagen fue creciendo a tal punto, que una abrumadora mayoría lo distinguió en las urnas con el más grande honor que puede recibir un hombre, dirigir los destinos de la patria, y por ello no se limitó simplemente a gobernar. Entendió que era necesario hacer una revolución en libertad, y con inclaudicable consecuencia en sus ideales y valores concentró su vida y especialmente su acción como gobernante a tratar de hacer los cambios que la gente requería para tener una vida mejor.

En eso pensó cuando inició las obras del Metro, creó miles de kilómetros de carreteras para mejorar la conectividad, estableció audaces políticas minera y agraria para aprovechar de mejor manera los recursos naturales en beneficio de todos los chilenos, y también cuando hizo una reforma a la educación sin precedentes.

Pero Eduardo Frei, a pesar de sus múltiples responsabilidades, nunca descuidó a su familia. Quienes somos parte de ella, tenemos grabada a fuego la frase final de una entrevista póstuma, donde señalaba que lo que más quería era que sus hijos y sus nietos amaran a Chile y trabajaran por su grandeza.

Tuvo una vida sencilla y austera; muestra de ello es su casa, hoy convertida en museo, fiel reflejo de hombres que entendieron la política como acción de servicio, no procurando la búsqueda de beneficios personales, sino devolviendo las oportunidades recibidas.

Cuando hoy tanto se habla del desprestigio de la política y de reencantar a los jóvenes, es bueno mirar a hombres como Frei, ya que, como ayer, se necesita poner los mejores talentos y capacidades para hacer de Chile un país mejor.
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