LAS VIEJAS MINORÍAS. Andres Rojo.
Reiteradamente, diversos personeros de la Concertación han insistido en que los principales medios de comunicación son afines a la Alianza, y por eso sólo se puede entender el eco que le ha dado la prensa al concepto de la "nueva mayoría" como consecuencia de que, en esta ocasión al menos, tanto la Concertación como la Alianza han usado el mismo término.
En el caso de la Alianza, se trata de crear la impresión de que los descolgados de la Concertación se están yendo automáticamente a sus filas, como si las opciones sólo pudieran ser en blanco y negro.
Para la Concertación, en cambio, la idea es recurrir al mismo artilugio que empleaban cuando existían los senadores designados: Contar con un chivo expiatorio, de manera de tener alguien a quien culpar cuando sus planes no prosperan.
Resultan curiosos ambos argumentos, aunque por distintas razones.
Nadie podría creer que Flores y Zaldívar, por mucha evolución que hayan tenido, se puedan haber convertido exactamente en los que fueron sus adversarios por décadas. Y en el caso de la Concertación, la curiosidad reside en que durante el período en que sí tuvo la mayoría en ambas ramas del Parlamento no se avanzó de modo sustancialmente diferente en la implementación del Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet, y los grandes proyectos como la reforma previsional o el acuerdo para la reforma de la educación fueron con los votos de la oposición.
Así las cosas, las mayorías se han seguido construyendo entre los dos principales bloques y los que se han salido de alguno de ellos han permitido ocasionalmente que uno se imponga al otro, sin que hasta ahora haya razones ciertas e incuestionables que demuestren que se han afiliado a cualquiera de los dos bloques.
Asumiendo que ni la Concertación ni la Alianza tienen la mayoría, habría que precisar a continuación que desde la elección de Eduardo Frei R-T. la Concertación no ha tenido el respaldo mayoritario.
Lagos, y luego Michelle Bachelet, tuvieron que llegar a la segunda vuelta porque no tuvieron los votos necesarios para imponerse con el solo respaldo de los votantes que adhieren a la Concertación, y si resultan finalmente triunfantes fue gracias a la animadversión que siente la gente de la Izquierda extraparlamentaria a la idea de tener un Presidente de la República proveniente de las filas de la Derecha.
La Alianza, por su parte, desde 1958, con Jorge Alessandri, no ha tenido la mayoría en una elección abierta y democrática. Su única esperanza es que los descolgados de la Concertación -así como la Izquierda extraparlamentaria- apoyen al candidato de la Alianza por no votar por el de la Concertación.
En el caso de la Alianza, se trata de crear la impresión de que los descolgados de la Concertación se están yendo automáticamente a sus filas, como si las opciones sólo pudieran ser en blanco y negro.
Para la Concertación, en cambio, la idea es recurrir al mismo artilugio que empleaban cuando existían los senadores designados: Contar con un chivo expiatorio, de manera de tener alguien a quien culpar cuando sus planes no prosperan.
Resultan curiosos ambos argumentos, aunque por distintas razones.
Nadie podría creer que Flores y Zaldívar, por mucha evolución que hayan tenido, se puedan haber convertido exactamente en los que fueron sus adversarios por décadas. Y en el caso de la Concertación, la curiosidad reside en que durante el período en que sí tuvo la mayoría en ambas ramas del Parlamento no se avanzó de modo sustancialmente diferente en la implementación del Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet, y los grandes proyectos como la reforma previsional o el acuerdo para la reforma de la educación fueron con los votos de la oposición.
Así las cosas, las mayorías se han seguido construyendo entre los dos principales bloques y los que se han salido de alguno de ellos han permitido ocasionalmente que uno se imponga al otro, sin que hasta ahora haya razones ciertas e incuestionables que demuestren que se han afiliado a cualquiera de los dos bloques.
Asumiendo que ni la Concertación ni la Alianza tienen la mayoría, habría que precisar a continuación que desde la elección de Eduardo Frei R-T. la Concertación no ha tenido el respaldo mayoritario.
Lagos, y luego Michelle Bachelet, tuvieron que llegar a la segunda vuelta porque no tuvieron los votos necesarios para imponerse con el solo respaldo de los votantes que adhieren a la Concertación, y si resultan finalmente triunfantes fue gracias a la animadversión que siente la gente de la Izquierda extraparlamentaria a la idea de tener un Presidente de la República proveniente de las filas de la Derecha.
La Alianza, por su parte, desde 1958, con Jorge Alessandri, no ha tenido la mayoría en una elección abierta y democrática. Su única esperanza es que los descolgados de la Concertación -así como la Izquierda extraparlamentaria- apoyen al candidato de la Alianza por no votar por el de la Concertación.
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