En Semana Santa: reflexionemos sobre el sacrificio de Dios.El Observatodo.J.R.Veliz.EL DIARIO CIUDADANO DE LA CUARTA REGIÓN
Ni el odio, ni la política sucia, ni la envidia, ni el egoísmo, evitarán el triunfo del verdadero propósito… No por segunda vez…
Esta semana es importante reflexionar, para aquellos que compartimos la Deidad de Dios, la gran bondad de entregar a su hijo. Me he preguntado siempre, qué pensó Dios cuando no hubo ni uno bueno, y que el propósito de salvar el mundo era superior a la entrega del amor por su hijo Jesús.
Quiero compartir con ustedes una historia que un día me contaron. De la que me quedaré tan sólo con lo bueno.
Esta es la historia de un padre, que un día cualquiera salió de su casa a realizar el trabajó que hacia todos los días: guardia de una caseta de control del paso de ferrocarril, en el sector de mayor curva y el más peligroso.
Muy temprano por la mañana se dirigió a su lugar de trabajo - aparentemente sólo - nunca se imaginó que su que su hijito de tan sólo cuatro años, le había seguido gateando. El mismo que en la mañana, antes de partir, le dio un beso. Aquel hijo que era su inspiración, su familia y su vida. A lo lejos se oyó un fuerte ruido, el estruendo de la bocina que anunciaba al gran tren de pasajeros, repleto de familias, y gente que a diario llegaba a la ciudad. Justo después del paso del puente, el debía hacer el cambio de línea, y fue lo que hizo.
Cuando el tren ya estaba casi encima, justo detrás de él escuchó un grito: - Papá, ¡¡¡papá¡¡¡ - un giro casi violento, sólo le dejó ver la silueta de su hijo llamándole y estirándole sus bracitos abiertos, ya en el medio de la vía del tren, nada podía hacer, aunque igual retrocedió y corrió a cambiar la línea del tren.
Rápidamente pensó en el descarrilamiento que produciría una acción así y su vida le paso más violenta aún, como un gran puñal en medio del pecho, su grito desgarrador se ahogó con el paso fugaz y estruendoso ruido del tren, la impotencia sólo le precipitó al suelo.
Quedó tan acalambrado y dolido, por el eco y el zumbido estridente del tren que se alejaba, se alejaba más y más. Con un dolor incontrolable y su acalambrado cuerpo, que aún no podía contenerse del shock de haber sacrificado a lo más preciado de su vida, se puso de pie y se acercó hacia su hijo ya destrozado.
Su llanto era desgarrador, su camino de vuelta a casa con su hijo en los brazos, ya muerto, nunca había sido más preocupante y triste, por el sólo hecho que ni siquiera tenía explicación que dar a su familia. Nadie en el monstruoso tren se dio cuenta e incluso si se hubieran detenido. Nada hubiesen podido hacer.
Es hora que como padres reflexionemos, de lo que significan nuestros hijos, el ejemplo de vida que le damos, los principios, del valor que Jesús tuvo para nuestro Padre Celestial, de él darnos a su único hijo, espero que no volvamos a juzgarle, ni a crucificarle nuevamente. La cruz también nos recuerda la vergüenza del grave castigo que dimos al único hombre justo.
Cabe entonces preguntarse: ¿De qué lado estas?, ¿Qué haremos por nuestros hijos?,¿Qué es superior él mensaje o nuestro interés personal?, ¿Evitar el mal o tener solo las iglesias por ser una región de catedrales?, ¿Somos hombres paganos?, ¿Somos o no herederos de un Padre bueno?, ¿Nos engañamos a nosotros mismos, cuando copulamos con el mal y lo amparamos?, ¿Nuestra envidia es tan grande en la crítica y que busca solo segregar, dañar y no progresar?, ¿Queremos paz, amor y la sembramos en nuestros hijos? ¿Entregamos malos o buenos ejemplos a nuestros hijos?
Es hora de que lo místico, lo filosófico y lo religioso, lo dejemos de lado, es hora de la transformación, que apartemos el egoísmo de una buena vez. Por convicción yo no pondré en riesgo la vida del que más amó.
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