domingo, noviembre 11, 2007

Zarkozi y el medio ambiente...M.Verdugo.

Cada cierto tiempo y a falta de liderazgos propios, la derecha en Chile encuentra en el concierto mundial algún gurú cuyo ejemplo seguir; de inmediato sus medios de comunicación presentan, subrayan y multiplican los indiscutibles talentos del “iluminado” de turno, cuyos conceptos pondrán orden en los países que han tenido la desdicha de caer en manos del progresismo o de gobiernos que ceden antes las presiones de los “grupos organizados” (estamos hablando de trabajadores, estudiantes, etc., nunca de los empresarios reunidos en poderosos gremios que presionan igualmente, pero con mejores resultados).
Ejemplos de esto han sido Cameron en Inglaterra, Giulianni en Estados Unidos y ahora último, Zarkozy en Francia.
Innumerables veces han repetidos los medios de comunicación de derecha, -es decir, casi todos-, su discurso de marzo de este año cuando trató con dureza a la izquierda francesa adjudicándole la culpa de todos los problemas de esa gran nación. Dijo, entre otras cosas, que la izquierda había impuesto un discurso en que el que importaban más los derechos de los delincuentes que los de las víctimas. Por supuesto que este país, en el que bailamos al son que tocan los medios de comunicación (lugar donde se reúnen la derecha política con la económica), esta parte de la alocución de Zarkozy los representó plenamente. Porque si bien la criminalidad en Chile es bastante menor que en muchos países, incluidos algunos admirados por nuestra reacción política, sus “punta de lanza”, es decir los medios, se encargan diariamente de difundir una sensación de desmadre delictual. Y por supuesto que este desmadre delictual se asocia únicamente con algunos delitos: robo, violaciones, robo con violencia, etc. Nada dicen de los delitos de cuello y corbata que económicamente perjudican mil veces más al país y que se traducen en evasión tributaria, abusos patronales, etc.
Pero Zarkozi no sólo dice las cosas que destacan los medios, sino que también hace otras, que no merecen tanto bombo y platillo y, por el contrario, “pasan coladas” en parrafitos perdidos en el resumen internacional. Todo porque este niño francés se atreve a retar al sacrosanto mercado y tomar algunas definiciones que hablan de valor y de total independencia de los grupos fácticos económicos.
Por ejemplo, en el tema medio ambiental el presidente francés tomó algunas decisiones que acá en Chile habrían dejado un griterío ensordecedor de los empresarios y sus representantes políticos de la Alianza (también algunos de la Concertación; para que estamos con cosas). Decidió, el mandatario galo, que haría una “revolución total en la manera de gobernar instalando los problemas del medio ambiente en el centro de los grandes desafíos políticos nacionales e internacionales”. Entre las acciones a seguir se encuentran: apostar por el transporte alternativo a la carretera, sobre todo el ferroviario y fluvial; no construir más carreteras ni nuevos aeropuertos; reducir a la mitad el uso de pesticidas en un plazo de diez años; construir una segunda vía férrea (los trenes en Francia son estatales) entre el norte y sur; aumentar la superficie agrícola dedicada a la agricultura biológica del 2 al 6 por ciento; retirar del mercado en cuatro años 50 sustancias peligrosas, entre ellas plaguicidas y fungicidas, además de promover en la comunidad europea una sanción que penalice los productos procedentes de países que no respetan el protocolo de Kyoto.
Los medioambientalistas insistirán en que es poco. Con seguridad, y sobre la base de sus conocimientos, así debe ser, pero lo que no se puede discutir es que el presidente galo está haciendo cosas que ningún otro gobernante se ha atrevido a hacer.
Zarkozy se atreve no sólo a retar a la izquierda y a criticar su romanticismo revolucionario, sino que se atreve también a tocar a los poderosos de su país y a las transnacionales.
¿Qué ejemplo se saca de esto?, a mi juicio, el presidente galo tiene lo que a la mayoría de los políticos chilenos les falta: coraje, decisión, valentía. Nada de enredarse en ser políticamente correcto, ni en armar miles de comisiones sin destino. Ojalá algo aprendamos de él que no sea sólo su reto a la izquierda y su entrampamiento en un pasado con gloria, pero también con grandes fiascos.
Myriam Verdugo Godoy
Consejera Nacional PDC