Riqueza de ser pobre ...XIMENA OSSANDÓN DE PAÚL.

En un campamento de extrema pobreza en Puente Alto, me sucedió algo casi imposible de describir con palabras. Encontramos un templo evangélico, cuyo salón de oración era como un cuadro surrealista: butacas de todo tipo, alfombras recogidas de la calle, una salamandra improvisada de una lavadora, un altar de piedra de la zona, flores plásticas y un techo de latón y maderas cubierto por trapos. Un Pastor y una Hermana, ambos muy humildes, que por opción viven en este lugar y estado para recibir a mendigos, alcohólicos, drogadictos, sin casa, etcétera, durante la noche. Hay camarotes hechos a mano con los materiales más diversos, y cuando las camas se acaban, las personas duermen en el suelo al pie del altar del salón. La comida es fruto de la generosidad de los feriantes de la zona, es decir, un albergue y centro de rehabilitación que vive de la misericordia de los más pobres y que se sustenta de la palabra de Dios. Pocas veces he visto una pobreza material tan grande junto a una riqueza de espíritu tan abrumadora.El Mercurio 10 de Junio 2007
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