domingo, junio 10, 2007

MODELO: NO QUIERO CORREGIRLO SINO CAMBIARLO. OTTO BOYE.

Se han producido algunas primeras reacciones a mi artículo anterior ("Modelo: no quiero "corregirlo" sino cambiarlo. Bosquejo de una propuesta de futuro" 29.5.2007). Ellas permiten, en esta ocasión, aclarar algunos puntos. Para comenzar, es necesario decir que mi esfuerzo se mueve, como puede deducirse fácilmente, en un nivel estratégico, de gran mirada, que escapa bastante, en una etapa inicial al menos, al debate de la coyuntura. Su finalidad es poner al día el diseño mayor, en vista de los grandes cambios que ha sufrido la humanidad -y Chile, desde luego-, al estar pasando de la sociedad con predominio de un modo de producir industrial a uno dominado por el conocimiento y la información. En la página de debate e intercambio político con miras al V Congreso de la Democracia Cristiana, aparece un breve, pero sustancioso artículo de Angel Correa, titulado "¿Corregir o cambiar?", fechado el 4 de junio recién pasado. Ahí coincide conmigo en gran medida, pero agrega una observación que comparto, porque introduce una precisión importante. Cito sus palabras:
"... según entiendo, cuando el camarada Boye nos dice que él no está por "corregir" el modelo, sino por "cambiarlo", no me parece que se está refiriendo a este debate, por así llamarlo, "tecnócrata". El camarada Boye está haciendo un planteamiento fundamental de principios, conforme a nuestra doctrina, de acuerdo a la cual el sistema capitalista debe ser sustituido porque es esencialmente un sistema injusto, con lo que no puedo estar más de acuerdo, porque yo también "he luchado toda la vida" por ese cambio."
Correa entiende bien. De esto se trata. Y él lo precisa aún más en sus palabras siguientes:
"Sin embargo, la idea de 'cambio' en esta perspectiva no corresponde al "timing" del debate de corrección señalado, que es algo actual e inmediato, sino, como el propio camarada Boye lo adelanta, es algo "mucho más largo": es "una larga marcha noviolenta activa". Yo diría, es una larga marcha democrática."
Acepto también que decimos lo mismo cuando hablamos de larga marcha noviolenta activa o larga marcha democrática. El principio y el método de la noviolencia activa constituyen el alma de una democracia y lo mejor de ella. Toda violencia (no fuerza) queda excluída, sin que por ello las víctimas de injusticias queden indefensas. Siempre tendrán herramientas noviolentas -o democráticas- para poder luchar por sus derechos. Como bien concluye Correa "el cambio, sin caminos democráticos para alcanzarlo, es una quimera y, más que eso, una traición a las esperanzas de los más necesitados, una irresponsabilidad que los pueblos terminan pagando con su sangre".
Aparte de lo dicho, también coincido con Correa que plantear correcciones al modelo o profundizaciones del mismo equivale a estar con él, o sea, y esto lo digo yo, a defenderlo, mantenerlo, validarlo y legitimarlo. Por eso, aunque mi planteamiento quede, hasta ahora, en un plano más general y no técnico, lo que corresponde hacer hacia adelante, si queremos sustituir el actual modelo por otro realmente diferente, es comenzar a diseñar programas que vayan apuntando hacia la transformación de lo existente. Si queremos desarrollo integral no podemos seguir quedándonos en políticas de puro crecimiento económico. Tenemos, por ejemplo, que considerar a fondo la inclusión de la dimensión cultural en el concepto mismo de desarrollo y elaborar políticas públicas que contemplen claramente esta dimensión que se suele relegar al rincón de lo superfluo, de lo prescindible. Si nuestro modelo final es una sociedad atravesada por el principio de solidaridad, capaz de sustituir el feroz individualismo ya instalado en nuestra realidad por el modelo introducido en Chile por los Chigago Boys de Pinochet, y que hasta ahora no se ve combatido con toda claridad, nuestra tarea deberá consistir en introducir el elemento solidario en todas las políticas públicas venideras. No digo aquí que esto no se haya hecho, pero está muy claro que hay todavía un larguísimo tramo por recorrer.