El pacto electoral. Andres Rojo Torrealba
Es curioso. En estos días, el senador de la UDI Hernán
Larraín pidió mayor coordinación entre los partidos de Gobierno, argumentando
que no era bueno que la UDI y RN se mantuvieran su entendimiento sólo en el
nivel de un pacto electoral.
Y es curioso porque es difícil
suponer que puedan ser algo más que eso, así como resulta improbable pensar que
los partidos de la Concertación puedan volver a ser un pacto político, como lo
fueron en sus comienzos, y que no se conformen con un entendimiento simplemente
electoral, que ya es algo que les está resultando bastante difícil.
Hay que entender que un pacto político
es cuando dos o más partidos confluyen en un acuerdo permanente para impulsar
la realización de proyectos en los que coinciden. Un pacto electoral, en cambio, es simplemente
un entendimiento destinado a potenciarse mutuamente cuando se trata de
enfrentar las elecciones, sobre todo con un sistema binominal como el chileno,
que obliga a la conformación de grandes bloques.
Es curioso también porque fue la
UDI uno de los principales responsables -y defensores- del sistema electoral
binominal y debieron saber que este modelo obliga a los socios en una elección
a competir primero entre ellos y luego con los adversarios políticos. Un mínimo sentido común indica también que,
una vez desatada la competencia, resulta difícil forjar amistades y lealtades
reales.
Por eso es que resulta curioso
ahora que una de las principales figuras de la UDI se queje que la Alianza por
Chile sea sólo un pacto electoral, como si pretendiera que se avance hacia una
unidad institucionalizada de los dos partidos ¿en una sola colectividad, como
se insinuó alguna vez en la Concertación sin que casi nadie se entusiasmara con
la idea?
El único intento verdaderamente
serio de forjar una unidad total de los distintos pensamientos en la Derecha
fue con la fundación de Renovación Nacional, en abril de 1987, con el fin de
enfrentar el plebiscito del año siguiente, pero la unidad sólo duró cuatro
meses porque en agosto los gremialistas se retiraron, con cierto nivel de escándalo, para fundar la
Unión Demócrata Independiente. Hace un
cuarto de siglo entonces que es evidente que se trata de dos colectividades con
pensamientos diferentes, unidas sólo por algunos elementos comunes y la
necesidad de competir electoralmente.
Resulta ilusorio esperar que RN y
la UDI sean algo más que un pacto electoral o que la Concertación sea algo más
que un pacto de la misma naturaleza, o que el entendimiento entre la
Concertación y el Partido Comunista pueda sustentarse en algo más que el
interés por conquistar el poder.
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