¿Tu también, Cristián?. Juan Claudio Reyes. Sociólogo
Mi
hija Catalina vive sola en Londres desde hace unos años y vio el video de la
persona que inculpa a Cristián Precht de abusos sexuales. Me pedía mi opinión,
pues había quedado bastante choqueada.
Le
contesté lo que me ha pedido que comparta. Aquí va.
Hace
tres años, en la celebración de mi cumpleaños, una persona empezó a contar
cosas de Cristián Precht. Esto era al inicio del destape del conocimiento de
las situaciones de abuso de sacerdotes, tanto de adultos, abusando de su
posición de "autoridad moral", como de niños, abusando del miedo de
las víctimas.
En
esa ocasión, entre varios hicimos callar al anunciante. De cualquiera si, pero
no de Precht. Recuerdo que un amigo común, tanto de nosotros como de Cristián,
presente en mi casa, fue muy agresivo con quien contaba. Todo quedó allí.
Al
escuchar ahora los testimonios, como el de este video, recuerdo esta triste
anécdota.
Cuando
los casos de abuso llegan a personas tan dedicadas a la defensa de valores tan
importantes como los Derechos Humanos,
solo cabe preguntarse si lo que hoy conocemos tiene que ver con individuos o
con la construcción de organizaciones que no aprecian suficientemente las
condiciones de la "naturaleza humana" y pretenden, por una
"autoridad divina" de dudosa procedencia, moldear el actuar de sus
miembros contra natura.
No
es humano que las personas vivan sin desarrollar su sexualidad, cualquiera
forma que esta quiera tener. Tarde o temprano la naturaleza se impondrá y, ante
la represión, es esperable que esta se exprese por caminos mas tortuosos que lo
necesario.
El
celibato, institución medieval, creada por la Iglesia Católica para no tener
que compartir la herencia de los curas ricos, con mujeres odiosas que la
reclamaban para alimentar a los niños dejados por allí, solo sirvió para
consolidar la capacidad económica de un imperio, que como cualquier otro,
requiere de la potencia económica para extender su influencia y dominio.
A
cambio de ello, mutiló a decenas de miles de sus miembros, hombres y mujeres
que, ya todos sabemos, trataron, finalmente, de vivir su sexualidad de la peor
manera.
Al
igual que las tragedias de la naturaleza, cuando se construye sobre los cauces
de los ríos y el agua arrasa poblados cada cierto tiempo. la Iglesia Católica
tendrá que terminar de aceptar que las consecuencias de su inhumanidad la
pagará con el peor desprestigio, como el que vive hoy.
Al
igual que millones en el mundo, no me siento hoy parte de una institución la
que quise y respeté. ¿Hace eso tambalear la fe? Si, a veces. Hay que
desarrollar entonces fortaleza para separar fe de institución. Es lo que nos
queda como asilo.
Es
un tema duro hija, pero que no se debe seguir escondiendo.
Te
quiero mucho.
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