¿Y dónde quedó el cambio? . R.Lagos W.
La semana pasada, en La Segunda, el Presidente Piñera entregó luces sobre las iniciativas que marcarán los próximos meses de su gobierno.
Entre ellas, llama la atención que quiera dar un puntapié a reformas políticas que llevan muchos años en el tapete y no han logrado llegar a puerto, fundamentalmente por la oposición contumaz de la derecha. Me refiero a la inscripción automática y el voto voluntario; el derecho a voto en el extranjero, y las primarias voluntarias y vinculantes....... Para quienes somos de la Concertación y nos denominamos progresistas, es una buena noticia que el Presidente dé luz verde a iniciativas que representan precisamente eso: progresismo. Medidas que la derecha se negó a apoyar una y otra vez cuando la Concertación era gobierno.
Aparte de imaginar cómo logrará el Presidente ordenar sus filas en estos temas, lo que me intriga es entender dónde quedaron la renovación política, la promesa de cambio, el sueño de una política nueva. Cuando veo que sus primeras medidas son propuestas que llevan años en el Congreso; cuando sus definiciones están marcadas por la pugna entre los partidos que lo respaldan; cuando aquellos que pierden elecciones son hoy ministros, subsecretarios o embajadores, y cuando el cuoteo político ha sido una realidad desde el inicio de su gobierno, no me queda claro aún cuál es el cambio que prometió y por el cual la mayoría le entregó su voto. Podría ser más audaz y proponer el financiamiento público de los partidos o una institucionalidad que fiscalice realmente el gasto electoral, entre otras reformas.
Como lo hemos planteado en el PPD, el cambio o la renovación no pasan por un tema de edad, ni de poner “rostros nuevos”. La renovación de la política pasa por instalar el diálogo, no sólo dentro de cúpulas partidarias, sino con la ciudadanía y, por cierto, con la oposición. Pasa también por mejorar las prácticas. Pasa por generar un estilo basado en ideas, propuestas y no en frases para el bronce. Pero, más importante, la renovación pasa por no instalar el control del poder (a nivel partidario o social) como eje central de la discusión.
Bajo este prisma, continúa siendo un enigma cuál es la renovación en el gobierno de Piñera. Una renovación marcada por ideas antiguas, pugnas antiguas y propuestas sin mayor novedad, hasta ahora. Habrá que esperar, entonces, para ver si el cambio es real o sólo un maquillaje de lo antiguo. Mientras, en la oposición trabajaremos para ampliar nuestra base de apoyo, haciendo una autocrítica seria, escuchando otros liderazgos y reencontrándonos con los movimientos sociales. No tengo vocación de minoría para encapsularme en un discurso radical, pero no volveremos a ser mayoría si no nos ampliamos como coalición. [+/-] Seguir Leyendo...
Entre ellas, llama la atención que quiera dar un puntapié a reformas políticas que llevan muchos años en el tapete y no han logrado llegar a puerto, fundamentalmente por la oposición contumaz de la derecha. Me refiero a la inscripción automática y el voto voluntario; el derecho a voto en el extranjero, y las primarias voluntarias y vinculantes....... Para quienes somos de la Concertación y nos denominamos progresistas, es una buena noticia que el Presidente dé luz verde a iniciativas que representan precisamente eso: progresismo. Medidas que la derecha se negó a apoyar una y otra vez cuando la Concertación era gobierno.
Aparte de imaginar cómo logrará el Presidente ordenar sus filas en estos temas, lo que me intriga es entender dónde quedaron la renovación política, la promesa de cambio, el sueño de una política nueva. Cuando veo que sus primeras medidas son propuestas que llevan años en el Congreso; cuando sus definiciones están marcadas por la pugna entre los partidos que lo respaldan; cuando aquellos que pierden elecciones son hoy ministros, subsecretarios o embajadores, y cuando el cuoteo político ha sido una realidad desde el inicio de su gobierno, no me queda claro aún cuál es el cambio que prometió y por el cual la mayoría le entregó su voto. Podría ser más audaz y proponer el financiamiento público de los partidos o una institucionalidad que fiscalice realmente el gasto electoral, entre otras reformas.
Como lo hemos planteado en el PPD, el cambio o la renovación no pasan por un tema de edad, ni de poner “rostros nuevos”. La renovación de la política pasa por instalar el diálogo, no sólo dentro de cúpulas partidarias, sino con la ciudadanía y, por cierto, con la oposición. Pasa también por mejorar las prácticas. Pasa por generar un estilo basado en ideas, propuestas y no en frases para el bronce. Pero, más importante, la renovación pasa por no instalar el control del poder (a nivel partidario o social) como eje central de la discusión.
Bajo este prisma, continúa siendo un enigma cuál es la renovación en el gobierno de Piñera. Una renovación marcada por ideas antiguas, pugnas antiguas y propuestas sin mayor novedad, hasta ahora. Habrá que esperar, entonces, para ver si el cambio es real o sólo un maquillaje de lo antiguo. Mientras, en la oposición trabajaremos para ampliar nuestra base de apoyo, haciendo una autocrítica seria, escuchando otros liderazgos y reencontrándonos con los movimientos sociales. No tengo vocación de minoría para encapsularme en un discurso radical, pero no volveremos a ser mayoría si no nos ampliamos como coalición. [+/-] Seguir Leyendo...
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home